Están los de la feria Ambulante, del Progreso y del Viejo Mercado. Además, aparece el sector más duro de las calles y los históricos.
La primera dificultad del municipio para resolver mediante el diálogo la crisis con los vendedores ambulantes es hallar un interlocutor válido. La referencia resulta cada vez más compleja al recorrer la radiografía de la venta callejera en la ciudad, tan dispersa como contradictoria. El domingo será el Día D y pocos aventuran un final sin conflicto.
En la ciudad están los vendedores de la feria Ambulante, del Progreso y del Viejo Mercado. Además, aparece el sector más duro de las calles y los denominados históricos, que ocupan esquinas de la ciudad desde hace más de 20 años.
El último grupo es el más reducido, aunque logró consolidarse como una postal habitual que les permitió obtener un permiso municipal.
La autorización habría quedado obsoleta tras la aprobación de la nueva ordenanza, pero los afectados consideran que alcanzaron un derecho adquirido y se niegan a negociar sus puestos.
«Acá vino gente de afuera y ni siquiera pidieron permiso. Nosotros siempre hemos sido respetuosos en tantos años de trabajo. El lunes voy a venir, aunque no se que va a pasar. Espero que el intendente se ponga una mano en el corazón y nos deje trabajar», resaltó Morales, uno de los históricos.
Los vendedores que ganaron la calle y se multiplicaron en los últimos meses aparecen como el bloque más duro en la negociación. No solo recurrieron a la Justicia sino que amenazan con fuertes protestas. Sin embargo, aquí también hay divisiones y hay quienes no se sienten representados por el sindicato SIVARA.
«El paro y la bulla es la única forma en que los funcionarios escuchan. El invierno fue muy duro y ahora que empieza la temporada linda nos quieren sacar», resaltó uno de los implicados.
En la Feria del Progreso se advierte la principal postal de lo que fueron las políticas oficiales para el sector. De 31 locales, entre 6 y 8 abren diariamente y algunos utilizan los boxes como depósitos para vender en la calle.
«Lo que han dejado acá, así ha quedado. Cuando nosotros ingresamos nos dijeron que en 3 ó 4 meses se iba a aplicar la ordenanza pero muchos siguen en las calles. Nosotros tenemos más mercadería que los puestos ambulantes pero cayeron las ventas en la galería», resaltó Pablo, uno de los pioneros de la experiencia.
Otra experiencia municipal fueron las ferias ambulantes que comenzaron ayer en Alberdi y hoy se extendieron en la Plaza de Gaudard al 1.500. Allí confluyen quienes trabajan las quintas, artesanos y vendedores de comida que los fines de semana recorren el río.
«Voy caminando por las costas y ahora me sumé a esta feria con tejidos y comida. La gente viene a mirar la mercadería y los precios, pero falta que se instale», señaló una de las beneficiarias del programa.
Finalmente, la imagen más desoladora surge del paseo frente al Viejo Mercado, donde se radicaron los vendedores que ocupaban Plaza Olmos. Aunque hoy se vivió una jornada primaveral, con más de 35 grados, el lugar permaneció casi vacío de clientes.
«Se que los vendedores están acostumbrados a estar en el centro porque se vende, pero a nosotros se perjudica. La gente no pasa por acá y tenemos cero venta. Si esto no mejora nos vamos», subrayó Richard, quien pidió «unificar los esfuerzos».