Fabiana Ortíz, Marta Sosa y Carina Pereyra, en un dramático relato sobre sus hijos presos y el impacto del consumo de drogas.
Son madres de jóvenes acusados de integrar una peligrosa banda en el interior de la Cárcel, aunque descreen de las acusaciones impulsadas por otros detenidos ante la Justicia. En medio de un amplio operativo de seguridad, sus hijos fueron derivados al penal de Cruz del Eje, tras ser calificados con el peor índice de conducta. Desde la adolescencia, los acusados quedaron inmersos en la droga y el delito, condenados a un encierro social y carcelario del que no hay vías de escape.
Para Fabiana Ortíz, «lo que han hecho con los chicos es una injusticia, porque los verdaderos ladrones de los pabellones están adentro».
«Dicen que tienen cero en conducta, pero hay que estar ahí adentro. No les dieron derecho a defensa y están haciendo una huelga de hambre», afirmó la mujer en diálogo con Telediario.
Fabiana reconoció que su hijo «tiene problemas de drogas desde hace mucho tiempo» y aunque inició varios tratamientos «nunca pudo salir».
«El juez de Menores me dijo que lo llevara a un tratamiento para sacarlo de las drogas y la calle. Mi hijo fue a Córdoba y volvió peor. Después, en la cárcel no tuvo ninguna asistencia. Cuando lo voy a ver y lo encuentro drogado me dice que le dieron pastillas para la abstinencia, pero no es así», subrayó.
La mujer resaltó que «en la Cárcel hay mucha droga y todos acceden». «Usted me dirá cómo la compran… Yo le dejo algo de plata con la comida para que compren cigarrillos y no para drogarse. Igual, el problema es el que vende. Ahí el que gana es el que comercializa la droga», aseveró.
Entre lágrimas, afirmó que hace 5 años que recorre institutos y cárceles y señaló que «a pesar de todo, el único momento de felicidad que tengo como madre es poder verlo 3 horas a la semana».
Carina Pereyra es madre de Dario Leal, otro de los presos derivados por una presunta participación en la banda que robaba a otros detenidos. Su hijo comenzó a drogarse a los 15 años y el infierno no terminó nunca.
«Siempre lo acompañé, busqué ayuda, pero no pudo salir. Lo llevaron a un instituto de menores y lo metieron en un programa de rehabilitación. Pensé que iba a cambiar, pero se quedó sin trabajo por un accidente laboral», recordó.
La mujer añadió que «sin trabajo, salió a buscar dinero drogado y terminó robando».
«La sociedad no le ha dado una oportunidad. Ellos están enfermos y la Cárcel no los ayuda. Ahí corre la droga más que afuera y estamos desesperadas», manifestó.
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