«Leoncito es mi momento de despedirme. Te fuiste cuando recién te vi llegar. Hace poco que estabas luchando. Tus ojitos parecían dos pequeños faros que alumbraban mi vida en ese momento. Tu carita resplandecía y tus manitas tan pequeñas me hacían sentir una gran ternura y mientras reflejabas una sonrisa tan hermosa en tu diminuto rostro que me llenaba del más grande y puro amor. Renzo así fui viéndote, tu salud era como una montaña rusa subía y nuevamente bajaba, no imaginas la alegría cuando supe que estabas mejorando del todo. Nunca pensé que terminaría así, cuando dos meses atrás estábamos todos felices por la llegada de tu corazón. Ya no veré una nueva sonrisa. Ya no te veré pequeño gigante. Te fuiste pero mirá cuantos amigos me dejaste, cuantos corazones despertaste. Ahora estas en un lugar más hermoso… al lado de quien te envió prestado a los brazos de tu mamá. Estas con otros angelitos que, como tú, vinieron a cumplir un propósito en esta vida… y sé que, desde allá arriba, velarás por los que te quisimos tanto y que siempre te recordaremos por que ahora eres un ángel más del cielo».