«Queridos jóvenes. Buenas tardes. Primeramente quiero agradecer el testimonio de fe que están dando, porque es más fuerte que el frío y la lluvia», comenzó su discurso el papa Francisco en la playa de Copacabana tras culminar un largo recorrido por las calles de Río de Janeiro, escoltado por una incansable multitud.
Allí recordó que la primera Jornada Mundial de la Juventud fue celebrada en la Argentina en 1987. «Guardo vivas las palabras de Juan Pablo II: ‘Tengo mucha esperanza en ustedes y espero, sobre todo, que renueven su fe por Cristo'», aseguró.
“También quisiera mencionar el trágico accidente en la Guayana francesa que sufrió un grupo de jóvenes que venía hacia aquí. Alli murió Sophie Morinière, y otros resultaron heridos. Pido un minuto de silencio y oración por Sophie y por el dolor de sus familiares”, expresó Francisco en referencia a una tragedia que sufrió una misión de 600 jóvenes franceses que se encontraban trabajando en la nación vecina del Brasil en la semana previa a las JMJ.
“Este año, la Jornada vuelve por segunda vez a Latinoamérica. Y ustedes han respondido a la invitación de Benedicto XVI para celebrarlo. A él, que nos convoco aquí, les brindamos un saludo y un fuerte aplauso”, exclamó. “Ustedes saben que antes de venir a Brasil, estuve charlando con él y le pedí que me acompañara en el viaje con la oración. Me dijo: ‘lo acompaño con la oración’. Y ahora nos está viendo por televisión”.
El Sumo Pontífice comenzó sus palabras hablando en un portugués precavido, pero la interrupción de un cántico del público le alcanzó para desatarse y cambiar a su español natal. “Mi mirada se extiende sobre todos ustedes, que vinieron de todos los continentes. Distancias geográficas, social y humanas. Hoy estamos todos unidos aquí”, afirmó.
“Esta semana, Río se convierte en el centro de la Iglesia con su corazón joven. El tren ha atravesado la nación brasileña y hoy ha llegado a Río. El Cristo redentor nos abraza, nos bendice. Viendo este mar, la playa y a todos ustedes, me viene el momento en que Jesús llamo a sus discípulos a orillas del Lago de Tiberiades. Hoy Jesús nos sigue preguntando: «¿Querés ser mi amigo, querés ser testigo del evangelio?”, dijo el papa Francisco ante un millón y medio de personas que se hicieron presentes para conocer su voz.
Aunque su discurso fue breve teniendo en cuenta el cansancio y expectativa que provocó en los peregrinos movilizados hasta el escenario indicado, la ceremonia estaba marcada de antemano como un regalo que los jovenes dedicaban a su visita y no se trataba del momento en el que el Papa debía dar su discurso más importante durante su paso por Brasil.
“Sus familias les han transmitido el gran don de la fe. Cristo ha crecido en ustedes y hoy quiere venir aquí”, exclamó. Y agregó: “Hoy he venido yo también para confirmar el entusiasmo de la fe de ustedes”.
Por último, se refirió a la alegría de los ciudadanos cariocas y les agradeció su apoyo. «Qué feo es un obispo triste. Por eso, para que mi fe no sea triste, he venido para contagiarme con el entusiasmo de ustedes. A todos les digo: ‘¡Bienvenidos a esta fiesta de la fe!'», resaltó.
“Muchos jóvenes están reunidos para vivir este momento. Sintámonos unidos y tengan certeza de que mi corazón los abraza a todos con afecto universal. El Cristo redentor los acoge y los abraza desde esta bellísima ciudad”.
“A todos y a cada uno un abrazo afectuoso en Jesús y con Jesús. Bem vindos a vigesima jornada de la juventud”, concluyó ante un público que estalló en aplausos.
Más temprano, el papa Francisco pidió este jueves a los jóvenes nunca desanimarse por la corrupción, tras las masivas manifestaciones que sacudieron recientemente a Brasil exigiendo castigos para políticos corruptos y transporte, educación y salud de calidad.
«Queridos jóvenes, ustedes tienen una especial sensibilidad ante la injusticia, pero a menudo se sienten defraudados por los casos de corrupción, por las personas que, en lugar de buscar el bien común, persiguen su propio interés», dijo el Papa en la favela de Varginha, ante miles de personas.
Además, el Sumo Pontífice recibió a jóvenes argentinos.»Quiero líos en las diócesis; quiero que se salga afuera, quiero que la Iglesia salga a las calles», exclamó Francisco ante la multitud.
El Papa pidió especial atención en «los dos extremos de la vida» e hizo hincapié en no licuar la fe: «Pueden tomar un licuado de manzana, un licuado de naranja, pero no tomen licuado de la fe; la fe no se licúa. Es la fe en Jesús».