Es un trastorno del desarrollo de base neurológica. Afecta de 3 a 7 por cada 1.000 personas, y se manifiesta con mayor frecuencia en los niños que en las niñas. La problemática adquiere mayor significación durante la niñez y la adolescencia por cuanto, con las diferentes estrategias de tratamiento, los adultos pueden encarar estudios superiores, formar una familia, e insertarse en el mundo laboral.
La persona que lo padece tiene un aspecto externo normal, suele ser inteligente y adquiere el lenguaje con normalidad aunque en algunos casos se desarrolla más tarde, pero tiene problemas para relacionarse con los demás.
Los padres suelen percibir esta diferencia hacia los 2 hasta los 7 años, buscando una ayuda que en muchas ocasiones no es la apropiada. No disfruta normalmente del contacto social.
Algunas características de este síndrome:
- Se relaciona mejor con adultos que con los niños de su misma edad.
- Tiene problemas al jugar con otros niños.
- No entiende las reglas implícitas del juego.
- Quiere imponer sus propias reglas al jugar con sus pares.
- Quiere ganar siempre cuando juega.
- Prefiere jugar solo.
- Le cuesta salir de casa.
- El colegio es una fuente de conflictos con los compañeros.
- Por lo general no le gusta ir al colegio.
- Es fácil objeto de burla y/o abusos por parte de sus compañeros, que se suelen negar a incluirlo en sus equipos.
- No se interesa por practicar deportes en equipo.
- Tiene poca tolerancia a la frustración.
- No suele mirarte a los ojos cuando te habla.
- Habla en un tono alto y peculiar: como si fuera extranjero, cantarín o monótono como un robot.
- En ocasiones parece estar ausente (como en la luna), absorto en sus pensamientos.
- Habla mucho.
- Muecas, espasmos o tics faciales inusuales.
Fuente www.asperger.org.ar