Infobae – «Los políticos son unos hipócritas, hablan que los barras esto o aquello, pero después nos llaman siempre. Pero nosotros no somos como las barras de Buenos Aires que están metidas con el gobierno de turno», dijo Carlos Pacheco y reconoció así lo que todos saben y nadie dice.
Pacheco, uno de los líderes de «La Fiel», la barra de Talleres de Córdoba, contó ayer en el Congreso Nacional su historia como parte de un núcleo de la hinchada que en cualquier caso siempre está ligada a la violencia y a los negociados del fútbol.
Bajo el lema «Por un fútbol para el verdadero hincha», el simpatizante de la «T» aseguró: «Trabajamos para cambiar la situación actual. La violencia creció por la droga, la delincuencia, pero en Talleres ya no se roba ni se patotea. Fuimos parte del problema pero queremos aportar para terminar con esto».
Carlos Pacheco, quien estuvo preso por problemas derivados de su participación en la barra brava de Talleres, fue uno de los hinchas argentinos deportados del Mundial de Sudáfrica como parte del grupo que viajó con el aval del gobierno nacional conocido como Hinchadas Unidas Argentinas.
«A Sudáfrica le estoy haciendo juicio. No hice nada para que me deportaran», aseguró en diálogo con el periodista de Olé Gustavo Grabia.
En su exposición, Pacheco ubicó a la barra en un lugar de absoluto poder: «Somos el Estado dentro del Estado. ¿Está mal, está bien? No sé, pero es la realidad. En Talleres son mil hinchas, hay que tener espalda para controlar esa cantidad. Nosotros manejamos 14 barrios», detalló.
El líder de «La Fiel» retomó la polémica unión entre barras y dirigentes políticos y agregó: «Cuando fuimos a Sudáfrica, no podíamos creer la guita que manejaban las barras del ascenso, y nos contaban de sus laburitos con los políticos. A la de Talleres, hasta que agarramos nosotros, la veías en todos los actos. Ahora no, te quieren llevar por el sandwich y la coca y para eso que laburen los punteros políticos. A nosotros nos interesa la cancha».
Sin rodeos, Pacheco reconoció además los negocios de la hinchada: «Nosotros sólo tenemos el estacionamiento, que se lo damos a 40 nuestros para que hagan una moneda, y organizamos los viajes, pero no para hacer plata, sino para darle seguridad a la gente. Vivo en la misma casa de siempre y tengo remises, ése es mi medio de vida».
El barra destaca que desde que ellos «asumieron», no hubo ni un incidente y subraya: «Si antes éramos un problema, ahora somos una solución». El poder, parece, siempre es de ellos.