Vicente Zito Lema es flamante Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Río Cuarto. Se distingue de este modo la trayectoria de este hombre polifacético que ha sabido defender los derechos humanos con una tenacidad digna de elogios y con una fortaleza tal que superó exilio y muerte de amigos.
Se galardona a un poeta, dramaturgo, abogado, docente argentino. A un ser humano que cree en las utopías y trabaja para concretarlas.
Antes del acto en el Aula Mayor en que fue investido, Zito Lema compartió un encuentro con autoridades de la UNRC, de las facultades y de la Federación Universitaria de Río Cuarto. Refirió a la lucha del dirigente gremial Agustín Tosco, a la recuperación de fábricas, a la educación para los trabajadores, la unidad en pos de las causas sociales y el romanticismo, entre otros temas.
Contento por la acogida a sus poemas en la escuela Quechalén el miércoles por la tarde, Zito Lema aprovechó para departir acerca de expectativas, hechos y curiosidades que los enmarcan. Dijo que a contramano de lo que le habían comentado, en el centro educativo riocuartense encontró “amor” y atención de los adolescentes que lo escucharon compartir sus poesías. El rector, Marcelo Ruiz, complementó consignando que uno de los estudiantes, que se quejaba por “tener que escuchar a una autoridad”, expresó elogiosamente luego: “La verdad que es una masa este viejo”.
Algo similar le pasó al autor de más de 20 libros “hace unos meses, en un acto que se hizo en Trelew por los 40 años de los compañeros y se estaba realizando el juicio”. Recordó que estaban “el gobernador de Chubut, el de Río Negro” entre otros. “Como creo que soy el último abogado vivo que defendió a los presos me invitaron a hablar. Había conflictos, disturbios, una situación bastante fea. Quince o veinte minutos antes vino un chico y me dijo ‘tranquilo, hable que nosotros nos ocupamos del orden’. Y era uno de los que organizaba (la agrupación) Quebracho.
-¿Y cuál es tu nombre?
-Yo soy Cascote –recibió como respuesta, seguida por: “Nosotros garantizamos el orden”.
Conocedor de la Argentina por opción y exiliado por terrorismo de estado, Zito Lema es un narrador que no necesita elevar la voz para ser escuchado. Su tono afable invita a la conversación, aunque su estilo expresivo llama al silencio atento.
Satisfecho por lo visto, manifestó su admiración frente a los cortometrajes de las escuelas secundarias IPEM 28, IPEM 27 y Quechalén de Río Cuarto premiados en el concurso “Cámara en mano, los Derechos Humanos en foco” que organizó la Universidad Nacional de Córdoba. “Lograron plasmar la idea con calidad estética”, consideró respecto de los audiovisuales de 9 y de un minuto.
El rector, Marcelo Ruiz; el vicerrector, Javier Salminis; los secretarios general, Pablo Galimberti; de Ciencia y Técnica, Alejandro Larriestra; de Planeamiento y Relaciones Institucionales, Nelso Doffo; de Posgrado y Cooperación Internacional, Jorge Barral; de Bienestar, María Ziletti, junto al subsecretario de Coordinación Técnica y Servicios, Mario Cattana, tomaron parte del primer contacto con Zito Lema el jueves en el campus. También estuvieron en el despacho rectoral los decanos de Agronomía y Veterinaria, Elena Fernández; de Ciencias Exactas, Rosa Cattana; de Ciencias Humanas, Gisela Vélez, y de Ingeniería, Pedro Ducanto; la presidente de la FURC, Carolina Sturniolo, y Emiliano Piva, secretario de Derechos Humanos de la Federación Universitaria de Río Cuarto.
Previo a la firma del Libro de Visitantes Ilustres, Zito Lema, quien llegó acompañado por su esposa Regina, su hija Vanesa y el licenciado en Psicología Martín Smud, regaló ejemplares de su obra “Noche de locos”, editada por Letra Viva, que “trata mi relación con la locura” y cuenta con ilustraciones de Alfredo Moffat, Federico Parodi, León Ferrari, Joan Prim. Allí se lee al Doctor Honoris Causa afirmar: “Las palabras son mi sombra, mi vacío y mi silencio y de allí en más son la aventura de mi nacimiento, los testimonios de mi conciencia; también los gritos de mi desesperación y de mi amor por la vida, que es la vida con los otros. Aún sigo creyendo que nada es más sagrado que las palabras de poesía”.
Trabajo y estudio
Zito Lema es nombre propio. A la vez, sinónimo de Universidad de los Trabajadores en la fábrica recuperada IMPA, que otrora producía aviones y hoy, papel de aluminio. Como acotó su hija Vanesa, llegó a tener “dos mil” empleados y “ahora son cuarenta”. De los años en que sus máquinas y las que operaban en Córdoba salía el recordado avión Pulqui a estos días mediaron procesos de desindustrialización, de devoción por lo importado, de destrucción de la mano de obra local. Pero Vicente Zito Lema no se sume en la desesperanza sino que ha concebido la caída como oportunidad. Entonces, la “fábrica abandonada fue retomada por los trabajadores”. Entonces, en lugar de llorar sin más ya que en la Argentina “se hacían trenes, barcos, aviones; era un país en serio”, el dolor moviliza. Entonces, aunque “las máquinas son viejas y no hay capital porque lo tienen que aportar ellos con su sueldo, que es muy poquito”, siguió adelante. Entonces, pese a la orden de desalojo que pende sobre sus cabezas, se animó y, junto a otros soñadores que se arremangan, dio vida al bachillerato y también a la Universidad de los Trabajadores ahí, en el predio cercano a Parque Centenario, en Buenos Aires.
“Es muy difícil” la tarea, a la que valoró como “epopeya” de docentes que van gratis cuatro horas diarias paras enseñar en los profesorados que “este año lanzamos” y son los de “Matemática, Biología, Historia y Literatura”.
El lugar tal vez se podría graficar como una V. De lo alto de un país pujante que en esa manzana de Capital Federal alimentaba a dos mil familias merced a la fabricación del Pulqui, “un gran avión para la época” se cayó a las ruinas, desde las que se sale revitalizando la fábrica. Cierto es que la cuantía de lo hecho es menor y que poco tienen que ver “el papel de aluminio para cocinar (foil) y para alfajores” con aviones. Tan real como que, sin lucha, no habría eso ni mucho menos educación para trabajadores en el mismo predio.
Unidad
Consultado sobre la coexistencia de distintas ideologías bajo el mismo techo, Zito Lema fue claro: “No desprecio la política”. De hecho, “no sería un ser si no participara de la política. Pero en una fábrica recuperada, con orden de desalojo judicial (se aguarda el fallo de la Corte Suprema), hay que hacer un equilibrio casi de arte” entre las diversas procedencias de los trabajadores. Ocurre que “si viene el desalojo y la policía, no van a preguntar de dónde somos, entonces la unidad es fundamental. Las ideologías son hermosas, pero debemos permanecer unidos”.
El nuevo Doctor Honoris Causa es un viejo conocido de la UNRC. Había tenido contacto con la Asociación Gremial Docente, a la que le agradeció “su apoyo” para “fabricar sillas para todos los estudiantes”. De paso, recordó una anécdota de Horacio González, director de la Biblioteca Nacional, que “en un acto como éste”, formal, se sentó en una de plástico que había y “se rompió”, con lo cual González cayó al piso “y nos demostró lo bien que hacíamos al construir sillas de madera”.
Proyectos y hechos. Algunos que se llevan a cabo. Otros, por ahora no. Por ejemplo, “la construcción de un museo” para “mantener la memoria vida de una fábrica de principios de siglo veinte” por cuanto los evaluadores entendieron que “no tendría un gran impacto social”. Al parecer, en esa manzana próxima a Parque Centenario interesa más edificar un shopping.
Abogados y Tosco
Más allá de que tanto los gobiernos nacional como de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ya renunciaron a la deuda, la chance de que tengan que irse de allí la fábrica y la Universidad de los Trabajadores existe y “son los abogados los que más fuerza hacen para que avance el juicio”. Palabra de alguien que “de muy joven” se recibió de abogado y que “con el tiempo” se fue alejando, no sin antes defender a perseguidos, Agustín Tosco entre ellos. “Lo conocí mucho”, indicó y añadió: “Me trae recuerdos muy hermosos”. Evocó la huella que dejó en quienes luchaban junto a él, al narrar el traslado de su cuerpo sin vida. “Un compañero me contó que Agustín muere en Buenos Aires, pero era tan cordobés que pidió que lo trajeran para acá”. El fundador de la cátedra Filosofía del Trabajo en la Universidad Nacional de Villa María señaló que entonces, los compañeros de Tosco “lo pusieron en el asiento al lado del conductor y lo ataron, todo vestido, y entonces lo trajeron muerto, sentado, sabiendo que si los agarraban los mataban a todos”. “Arriesgar la vida para cumplir el deseo de quien está muerto…”, añadió, “habla bien de Tosco y mejor de los compañeros, que “se habían juramentado que él iría a Córdoba”. Esto prueba que “los símbolos y el romanticismo siguen vivos en el mundo, existen”.
Dada su admiración por Tosco, le pareció “fantástico” que desde la FURC se busque darle su nombre al acceso a la Universidad. La medida ayudaría a destacar a un hombre al que “se está olvidando. A veces hablo con gente que me dice ‘me suena Agustín Tosco, pero no saben quién fue’. La pura verdad es que no se habla mucho de Tosco”.
Al respecto, el rector planteó que “es importante el trabajo sobre la memoria frente a los grandes olvidos, las grandes ausencias, y aseveró que “Sartre y Fanon” son algunos de los olvidados en los estudios de nuestros días.
Ética científica
A cuento de academias, aportes y omisiones, Zito Lema contó que a la fábrica recuperada entre cuyos ruidos de trabajo maquinal se dan clases la visitan de varias universidades. “Vienen a pedir permisos para hacer tesis, fotografiar, porque es una experiencia especial la de la educación en la fábrica. Pero un peso nunca viene. Esto termina siendo una forma de plusvalía”. Refirió asimismo al rol del científico “cuando toma a alguien como objeto de estudio”. Sostuvo que más allá de resguardos metodológicos para la validez de las conclusiones, corresponde “el compromiso ético de no causar daño al que nos da su vida como objeto de trabajo. No es que solo tenés que acreditar que hacés bien la investigación, también tenés que evitar herir a quien se ha convertido en tu objeto de estudio”.
Fue después de haber calificado a la relación con gobierno de Buenos Aires como “conflictiva pero positiva”. En cuanto a los bachilleratos populares, la lucha que incluyó cortes de calles de los alumnos consiguió que los títulos ahora sean oficiales y que el gobierno se haga cargo de los salarios docentes.
Fue instantes previos a dejar una anécdota sobre Agustín Tosco, que “perdió una sola votación en su vida” y fue aquella en la que buscaba seguir imponiendo la sopa para quienes almorzaban en el sindicato de Luz y Fuerza. “Y por mayoría absoluta perdió porque los trabajadores se habían cansado de la sopa”.