Integral e intensa, resulta ideal para estar en forma. Es lo más nuevo y cada vez se practica en más gimnasios.
Esta disciplina fue creada en 1995 por Greg Glassman en Estados Unidos. Al principio era utilizado por las tropas de elite, los deportistas de combate y de alto rendimiento. Hasta que una explosión comercial lo puso al alcance de todos. En 2005 había 18 gimnasios en todo el mundo, hoy son más de 2 mil y se estima que unos tres millones de personas lo practican. Al país llegó en 2009 y, si bien al comienzo se realizaba en las plazas, galpones o casas, ahora es posible entrenar en un box, tal como se denomina al espacio donde se realiza.
“Hoy la creatividad es lo que cuenta -asegura el entrenador personal Daniel Tangona-. La mayoría de las disciplinas tienen más de 70 años, por eso lo que se busca es seducir al alumno con nuevas propuestas”. ¿El motivo? Las altas tasas de abandono que registran los gimnasios convencionales. “Cualquiera se aburre si tiene que pasar 40 minutos en una cinta y otros tantos en la sala de musculación”, asegura el experto.
La principal diferencia que tiene respecto de otro tipo de entrenamiento es que en Crossfit se realizan ejercicios cortos de mucha intensidad que no se repiten nunca. “Usamos movimientos naturales, funcionales, para los cuales el cuerpo fue diseñado: empujar, traccionar o levantar peso. En un año de trabajo nunca se hace el mismo ejercicio. Lo bueno de esto es que el músculo no se acostumbra y, a nivel mental, no genera aburrimiento porque ninguna sesión es igual a otra”, aclara Casas.
Cada día se realiza un «Workout of the day» (Entrenamiento del día) diferente, que consiste en varios grupos de ejercicios organizados en forma de circuito y regulados por intervalos de trabajo con un descanso corto. Las clases duran una hora y se realizan siempre en grupo. Todos hacen exactamente los mismos ejercicios cada día y el profesor es el encargado de controlar el entrenamiento y variar el peso o el número de repeticiones de cada alumno. La propuesta es siempre competir contra uno mismo –y, desde luego, contra el reloj- y conseguir superarse día a día.
Fuente Clarín