Cuenta con una planta de personal propia, un presupuesto de 2 millones 360 mil pesos y fuerte exposición pública.
La Defensoría del Pueblo se convirtió en un botín político muy tentador para la política riocuartense y cada vez alcanza una mayor exposición pública, pese a los cuestionamientos por reacciones tibias ante polémicos conflictos sociales, como la sobretasa ó el escándalo de Gamsur.
Con un presupuesto de 2 millones 360 mil pesos y una planta permanente de 6 trabajadores, a quienes se suman los contratados definidos por el ombudsman de turno, la estructura fue creciendo con el transcurso de los diferentes mandatos.
Desde marzo a noviembre del 2012, la Defensoría receptó el reclamo de 7.319 personas y cada mes, recepta 200 reclamos de consumidores fundamentalmente vinculados a los celulares y los teléfonos fijos.
La Defensa del consumidor es el área más requerida por la gente con el 39 por ciento del total de los reclamos ingresados en el 2012.
Sin embargo, el principal logro de Eduardo Mugnaini en su gestión como Defensor fue haber frenado el aumento en la tarifa del gas que impulsaba el gobierno nacional y que convierte a Río Cuarto en un oasis en relación al resto del país.
El presidente del Partido Justicialista Hugo Abrahan admitió que la Defensoría «termina siendo funcional al poder de turno», a partir de la forma en que se elige su cargo, y los cambios que se promueven desde la reforma política avanzan a paso muy lento.
Los votos oficialistas siempre resultan decisivos para elegir al ombudsman. Aunque el Ejecutivo hable de respetar «el espíritu» de la Carta Orgánica y delegue en la principal fuerza minoritaria la elección del nombre, ningún candidato podría pasar el vallado del bloque de Río Cuarto para Todos si el postulante es un férreo opositor del intendente Juan Jure.
En esa delicada línea, Mugnaini evitó fuertes confrontaciones con el municipio y Guillermo De Rivas aparece como un «conciliador» pese a su pasado canterista. Muchos recuerdan que como presidente del Tribunal de Cuentas rechazó algunas políticas oficiales, pero lo hizo sin demasiada resonancia pública.
De este modo, el mecanismo convierte en candidaturas simbólicas las propuestas de Claudia Bringas, Luciano Giuliani y Marcelo Schachnner, quienes representan sectores políticos mucho más confrontativos.
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