«Cuando la Iglesia no camina, se desmorona como un castillo de arena»

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Lo dijo el Papa Francisco, quien ofició una misa para los Cardenales.

 

El Papa Francisco ofició su primera misa a los cardenales. Es la primera celebración de su Pontificado en la Capilla Sixtina, acompañado por los 114 cardenales que ayer lo eligieron como el sucesor de Pedro, así como los otros purpurados que no participaron del cónclave por tener más de 80 años.
El idioma de la misa es el latín y las lecturas se harán en italiano, lo mismo que, previsiblemente, la homilía del nuevo pontífice, informó la Santa Sede.
El papa Francisco habló de la necesidad de «caminar, edificar y confesar en Cristo». De igual forma, dijo que «cuando la Iglesia no camina, se desmorona como un castillo de arena». El Sumo Pontífice aseguró que la Iglesia católica corre el riesgo de convertirse en «ONG piadosa» y que «a veces hay choques, movimientos que no son el camino y nos hacen retroceder». Pidió que hay que «edificar la Iglesia sobre la sangre del Señor» y «así podrá salir adelante». «Si no confesamos las cosas ante Cristo, las cosas no funcionan».
«Seremos una ONG piadosa y no la esposa del Señor. Cuando la Iglesia no camina, se detiene. Cuando no edificamos, ocurre lo que les ocurre a los niños en la playa y hacen castillos de arena en la playa que se deshacen», afirmó.
«El mismo Pedro, que se ha confesado, le dice a Cristo: ‘Sí, tú eres Cristo, yo te sigo, pero no vamos a hablar de la cruz. Yo te sigo con otras posibilidades, sin la cruz’. Y cuando caminamos sin la cruz, y cuando confesamos sin la cruz, no somos discípulos del Señor. Somos de la Tierra, mundanos, somos obispos, sacerdotes, cardenales, papas, pero no somos discípulos del señor», dijo Francisco.
«Quisiera que todos nosotros tuviésemos el valor y el coraje de caminar en la presencia de Dios, con la cruz de Dios, de edificar la Iglesia sobre la sangre de Dios y confesar que la única gloria es Cristo en la cruz, Así la Iglesia puede seguir adelante. Pido a Dios que nos conceda esta gracia».
El culto se desarrolla bajo el impresionante fresco de Miguel Angel Buonarroti, «El juicio final», el mismo lugar que presidió las deliberaciones para elegir al sucesor de Benedicto XVI.

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