Como el orden natural lo indica, los seres humanos son hijos de sus padres y luego, con el paso del tiempo, se preparan para la maravillosa experiencia de ver crecer a sus hijos, educarlos y disfrutarlos. Se convierten en padres de sus hijos.
Sin embargo, hay un momento de la vida en que los padres, al perder su autonomía con el comienzo de determinadas limitaciones físicas o pérdida de facultades mentales características de la cuarta edad, hacen que sus hijos se convierten en padres de sus padres.
La difícil tarea de asumir el cuidado de padres que envejecen y ya no pueden valerse por sí mismos deja atrapados a los adultos en la necesidad de asumir nuevos roles, ocupándose de su atención y asistencia, sin descuidar a su vez a su familia.
Sugerencias
* Si el adulto mayor está lúcido, escucharlo para ver cuál es su deseo y dar lugar a la negociación, priorizando su integridad física y mental.
* Si desea quedarse en su hogar, se puede negociar dejarlo ahí, pero a cargo de una persona especializada.
* Es muy importante poder mantener al adulto en su ambiente, porque resulta muy difícil la adaptación a un nuevo entorno.
* Es importante que el cuidador se cuide mucho a sí mismo y que reconozca su necesidad de descansar y de poder desconectarse. Delegar en algunos momentos estas tareas en un tercero, sin sentir culpa.