Posibilidades de éxito. En condiciones adecuadas, los buenos resultados de las prácticas basadas en cateterismo superan el 93%, con una mortalidad global del 3,1%.
La atención precoz de un infarto es clave para procurar, además de salvar una vida, lograr la mejor calidad de vida para el paciente. El objetivo es restaurar el flujo coronario en la arteria ocluida en el menor tiempo posible y, si no es posible eliminar la obstrucción con fármacos trombolíticos para disolver el coágulo, se puede realizar una angioplastia. Según un estudio del Registro Argentino de Angioplastia Coronaria (RAdAC) entre 752 pacientes con infarto que ingresaron durante el período comprendido entre mayo y noviembre de 2010 en 67 centros asistenciales con servicio de hemodinamia de urgencia, dichas intervenciones evidenciaron un éxito primario del 93,1 por ciento, con una mortalidad global del 3,2 por ciento. De estos últimos, el 50 por ciento ingresó al centro hospitalario con lo que se denomina “shock cardiogénico”, una condición de alto riesgo con muy mal pronóstico.
La predisposición a sufrir un infarto está relacionada con los factores de riesgo y sus antecedentes. Según detallaron los especialistas intervinientes en el estudio, al momento de la internación, los pacientes –de una edad promedio de 63 años y en una proporción de casi 8 hombres (77 por ciento) por cada dos mujeres (23 por ciento)–, presentaban hipertensión arterial (68,4 por ciento), dislipemia (58,6 por ciento), tabaquismo actual (30,1 por ciento) y 24,7 por ciento habían sido fumadores. También sobrepeso u obesidad (29,9 por ciento) y diabetes (19,1 por ciento). Todos estos son considerados como los principales factores de riesgo para el desarrollo de la enfermedad coronaria.
Además, registraban infarto previo (16,1 por ciento), angioplastia previa (16,2 por ciento) y cirugía de bypass previa (3,9 por ciento), y padecían insuficiencia cardíaca (5,7 por ciento) e insuficiencia renal crónica (5,3 por ciento).
“Estos valores evidencian que nuestro país se encuentra al nivel de los países desarrollados, en cuanto a los resultados obtenidos en la realización de angioplastias, un procedimiento que cada vez gana más adeptos y que está creciendo en todo el mundo”, manifestó Ernesto Torresani, cardioangiólogo intervencionista y presidente del Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (Caci).
El infarto agudo de miocardio es una de las principales causas de muerte en la Argentina; se trata de una obstrucción en una arteria coronaria que impide el paso de sangre y oxígeno al corazón, lo que puede culminar en muerte del músculo cardíaco y deceso del paciente. El objetivo es restablecer el paso de sangre, ya sea mediante angioplastia, un procedimiento que introduce un catéter en la arteria para liberar la obstrucción, o con fibrinolíticos, que es una medicación que licúa el trombo producido.
¿Cómo reconocer un infarto?
El dolor de pecho, denominado “angina de pecho”, es el síntoma principal del ataque cardíaco. La angina de pecho se caracteriza por una opresión difusa que suele ocupar el centro del pecho y muchas veces se irradia a uno o ambos brazos, al cuello o al dorso. Sucede cuando una de las arterias que irriga el corazón, denominadas arterias coronarias, se obstruye por una placa de colesterol que se rompe y genera un trombo (coágulo) e impide la circulación y la llegada de sangre con oxígeno y nutrientes al músculo cardíaco.
El resultado final del ataque cardíaco sin tratamiento es el infarto agudo de miocardio (muerte del tejido cardiaco), por lo que “es importante consultar apenas comienza el dolor, ya que luego de las seis horas es poco el tejido cardíaco que podremos salvar y mayor el tamaño del infarto”, reflexionó Juan José Fernández, cardioangiólogo y miembro del Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (Caci).
Un relevamiento de la entidad mostró que el principal síntoma fue: dolor en el pecho (43 por ciento), seguido por sudoración (12 por ciento) y falta de aire (11 por ciento).
Fuente La Voz del Interior