Según el Indec, los Argentinos ya guardamos bajo los colchones, alrededor de
U$S 200.000 millones.
Se trata de los llamados activos externos del sector privado no financiero, que sumaron a fines de septiembre u$s201.935 millones, a los que se agregan u$s3.375 millones del sector financiero
El cepo cambiario no ha logrado cambiar la cultura de millones de habitantes que mes a mes logran escapar de las regulaciones y controles que buscan erosionar sus activos a través de la inflación y la posible confiscación.
Sigilosamente el organismo oficial de estadística ha publicado en su sitio de internet el informe completo de la balanza de pagos, esto es, de los movimientos de fondos de los residentes en el país con el resto del mundo.
Uno de los cuadros más buscados es el correspondiente a los activos externos del sector privado no financiero, porque refleja, aun con sus limitaciones, el verdadero humor de quienes tienen capacidad de generar ahorros en el país, pero que por diversas causas prefieren refugiarlos fuera del territorio, o lejos del alcance de la autoridad pública.
De ahí que eufemísticamente se habla de «dólares guardados en los colchones», aunque también abarca tenencia de euros, reales u otras divisas, parte de las cuales se mantienen en bancos, pero no ya para abrir la posibilidad de canalizarlo a la inversión productiva a través del circuito del crédito, sino en cajas de seguridad en los tesoros de las instituciones.
El Indec estimó que la inversión directa en el exterior era, a fin de septiembre último, equivalente a u$s31,865 millones. Acusó una leve suba de u$s69 millones en el trimestre y de u$s1.124 millones en un año.
Por el contrario, desde diciembre de 2001 mantiene la práctica de no calcular cuánto de los activos externos privados están en depósitos en bancos del resto del mundo (entonces sumaban u$s24.852 M) ni los otros activos con devengamiento de renta (totalizaban u$s25.239 M) y mucho menos los que no generan intereses, como los guardados literalmente en los colchones y cajas de seguridad, que sumaban 31.784 millones de dólares.
Algunos economistas se atreven a estimar que desde la crisis del 2001, y más aún desde la puesta en práctica de la política de sintonía fina, a fines de octubre de 2011, esa última partida llegó a superar con creces los u$s100.000 millones.
A prueba de cepos
La estadística oficial dio cuenta de que en los primeros nueve meses de 2012 las tenencias de activos externos por parte de familias y empresas se elevaron en u$s12.095 millones, y en u$s16.596 millones en comparación con septiembre del año anterior.
Sin dudas, la creciente batería de obstáculos que en forma conjunta impusieron el Banco Central y la AFIP para prohibir el ahorro en moneda extranjera, aun para quienes generan sus recursos dentro del marco de la absoluta legalidad, posibilitó atenuar el ritmo de fuga de capitales, pero fue muy poco. En 2011 se refugiaron en activos externos fuera del sistema financiero institucionalizado 18.171 millones de dólares.
Pero a diferencia de 2011, cuando la economía todavía crecía a buen ritmo, ahora la proporción de capitales privados que son desalentados a participar del desarrollo de la Nación quebraron, por segunda vez en una década, la pérdida de representatividad en el PBI. Antes había sido en 2009, cuando saltó de 45,5% a 52,8%, y ahora, en menor cuantía, de 42,6 a 42,8 por ciento.
Por el contrario, acrecentaron la relación con la deuda externa, tanto pública como privada, al récord de 144,8 por ciento. Es decir que el ahorro privado improductivo, al menos en el canal formal de la economía, permitiría cancelar la totalidad de la deuda externa de u$s140.000 millones, y aun así mantener un excedente de más de 60.000 millones.
El cuadro luce más inquietante aún si se considera que esos fondos ociosos volvieron a duplicar el monto que el país invierte por año en construcciones públicas y privadas y en equipamiento y renovación tecnológica de las empresas.
No repetir viejos errores
Sólo cuando se den señales de claro respeto de los derechos y garantías que sabiamente están escritos en la Constitución Nacional y se dejen atrás los repetidos atajos que eligen los gobernantes para enmendar sus errores de política económica con confiscaciones, excesivos controles y renuncia al cuidado del valor de la moneda nacional, esos fondos y los que se seguirán generando podrán ser aprovechados en beneficio del país, más que de los residentes en otras naciones.
Para eso, las autoridades económicas deberían comenzar por empezar a desarmar la maraña de mecanismos que desalientan el ahorro privado, limitan las libertades de las personas a disponer de sus recursos, los controles de precios, las prohibiciones de ahorro en moneda extranjera, el cepo a las importaciones y el sostenimiento del default con acreedores públicos y privados.
Junto a todo eso, se debería alentar un mercado de capitales con incentivos fiscales para la repatriación de fondos que se mueven lejos del circuito productivo hacia las empresas, más que a financiar un erario público que ha desplazado de la escena al sector productivo, al perder capacidad de ahorro y de sustento con el impuesto inflacionario.
(Fuente: Infobae.com)