La Sociedad Rural de Río Cuarto confirmó su adhesión al paro de mañana, convocado por al CTA y la CGT, aunque informaron que no van a movilizarse.
El vicepresidente de la entidad, Javier Rotondo, dijo que están de acuerdo con las principales consignas de la protesta y pidió a las bases que acompañen los reclamos, aunque informaron que no van a movilizarse.
Rotondo consideró que «fueron mal interpretadas» las declaraciones de Eduardo Buzzi, presidente de la FAA, sobre el regreso de los productores a la rutas y consideró que no habrá piquetes.
Para el dirigente riocuartense, «no habrá actividad del transporte, por lo que le pedimos a las bases que no comercialice cereales»
Rotondo sostuvo que «son legítimos los reclamos de las centrales obreras porque no se puede considerar al sueldo como una ganancia».
Comunicado de CRA sobre el “20 N”
Productores y trabajadores afectados por lamentables coincidencias
En el 2008 la desesperada búsqueda de recursos por parte del gobierno nacional generó la Resolución 125. Ante el atropello que esto significaba el campo y gran parte de la sociedad que lo acompañó salieron a expresarse de modo contundente en una gesta épica de proporciones inéditas que logró torcer el rumbo del proyecto.
Hace unos días, y cuatro años después de aquella muestra, miles de personas salieron nuevamente a las calles y plazas de todo el país reclamando seguridad, institucionalidad y justicia.
El 20 de noviembre numerosos trabajadores argentinos irán a un paro nacional y ante esta nueva manifestación es oportuno detenernos a analizar por qué motivo miles de ciudadanos encuentran en la calle un canal de expresión. ¿Será que se han roto los caminos del diálogo, de la negociación y la representación política? Y en tal caso: ¿será esto lo que provoca el desencanto, la indignación y la bronca?
En estos últimos años los productores reclamaron tenazmente la implementación de medidas para paliar el negativo impacto que la inflación causó y causa –cada vez con mayor vigor- en la rentabilidad de todas y cada una de las economías productivas. Hoy el principal reclamo que lleva a los trabajadores a la medida de fuerza es que se eleve el mínimo no imponible a fin de evitar que la inflación carcoma los salarios. En otras palabras: productores y trabajadores se ven afectados por lamentables y desventajosas coincidencias. Porque ambas situaciones son consecuencia de la implementación de políticas que bajo el relato del progresismo castigan duramente al trabajo y a la producción, provocando un marcado deterioro económico que se traduce en menor calidad de vida.
La inseguridad jurídica, la significativa disminución de las inversiones, la fuga de capitales, la elevada inflación, las crecientes intervenciones del estado y un tipo de cambio cada vez menos competitivo son sólo algunas de las causas que corroen y alejan toda posibilidad de crecimiento. Por este camino el único aumento palpable es el del gasto público, que el gobierno pretende solventar con una extraordinaria presión impositiva, llegando hoy al 39 % sobre el PBI como récord histórico.
En este contexto las provincias advierten sus recursos notablemente disminuidos y se ven obligadas, en su mayoría, a paralizar la obra pública y a endeudarse para pagar sus gastos corrientes. Y es que dinamitando a los sectores productivos se hace añicos toda la economía nacional.
Hace rato el campo advierte acerca del deterioro en las condiciones económicas, sociales y políticas por las que viene atravesando Argentina en los últimos años. La gente ganó la calle no sólo por la cantidad y calidad de los reclamos, sino también desde la tremenda y urgente necesidad que tiene, en su calidad ciudadana, de ser escuchada por los que gobiernan. Esa necesidad constituye uno de los más genuinos y legítimos ejercicios que prevé la república: la libertad de expresión y la práctica del respeto con quienes piensen diferente. Pero mientras esto ocurre el gobierno se empeña en dibujar una realidad que no tiene correlato en la vida de esos miles de ciudadanos que salieron a expresarse y entonces quien piensa distinto resulta ser un enemigo al que se ridiculiza, estigmatiza y persigue.
En otro intento por ser escuchados el 20 de noviembre los trabajadores irán al paro. Compartimos sus reclamos y bregamos, sostenida y tenazmente, por una política fiscal más justa y por condiciones de tributación más equitativas. Resulta por lo menos penoso ver cómo -mientras todos los países vecinos crecen- nosotros dejamos pasar la oportunidad tan solo por el empeño en construir una ficción. Una ficción que no favorece a nadie.