Después de expresar públicamente mi deseo de que los jóvenes no ingresen en el consumo de marihuana
.. nicótica o alcohol he recibido varios cometarios de los propios involucrados en el problema, pero en el negocio, en el kiosco de estos microemprendimientos, a ellos no les importa el otro, solo defienden su negocio, también su adicción a las drogas y con este nuevo marketing siguen queriendo controlar, manejar su locura, epilepsia, psicosis u otro problema tapándolo con sustancias. Y venden semillas, plantines, plantas, porros, tucas, ladrillos, pedazo, o armarios de madera con distintas variedades para lograr distintos vuelos astrales como si vendieran hierbas serranas, eso sí, todo legal: pagas con tu tarjeta o transferencia y después te llega todo a tu casa, a través del maravilloso marketing que tienen estos facinerosos. Al tiempo le pedís a tu mami:
– Me regas las plantitas, vieja subí las notas en biología.
– Cuales, hijo mío.
– Estas. Las que están en la maceta.
– Pero si son yuyos, no las conozco.
– No vieja, son mis plantitas.
Al tiempo con orina, papeles viejos, ácidos, amoníacos, etc., preparan sus porros que los reparten en algún baño o placita del barrio entre los compañeros de transa y los que se van incorporando al circuito (un futuro profesional).
Y los padres quedamos esperando al narcotraficante, bien vestido, disimulado en las salidas de los colegios tentando a los alumnos, que lejos de la realidad, ya que son los propios jóvenes los que buscan, quieren, desean y lo encuentran entre sus pares y no en el narcotraficante.
En los pasillos del cole, en el aula incluso creo que ni en los baños del cole hay mucho de este negocio, pero circula como moneda en el pasa manos como un regadero de pólvora de forma invisible para los que no queremos ver o negar este problema y si pronto legalizan el consumo ya todo esto podrá ser aceptado como una costumbre más, costumbre que modifica, trastoca, transforma a quien la consume como cualquier droga legal o ilegal, tirando al inodoro la salud, los proyectos, la familia, los estudios, el trabajo y un largo etc.
Quienes consumen defienden sus conductas con montones de argumentos con un proselitismo descabellado, con una bibliografía traída de Marte.
Estas conductas nos confrontan con lo que nosotros creemos como normal, con la locura, con nuestra locura. El abuso de sustancias es como un espejo en el que nos reflejamos todos, los que están adentro y los que nos creemos afuera, los que están comprometidos y los que miran para otro lado diciendo “a mí nunca me va a pasar, menos en mi familia, esto es de gente rara”, lejos de estos preconceptos las adicciones están en medio de nosotros, de ellos y de aquellos, como un delincuente en la caja fuerte de un banco (haciendo desastres).
Marcelo Correa Ayudaalsuicida.blogspot.com Ayudaalsuicida@hotmail.com