Va a juicio por balear a su pareja y asesinar a sus suegros

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El juicio con jurados populares comenzará el 17 de septiembre en la Cámara Primera del Crimen. Víc­tor Da­niel Bo­re­llo está im­pu­ta­do de ho­mi­ci­dio sim­ple -do­ble re­sul­ta­do-, por lo que po­dría afron­tar una pe­na de re­clu­sión per­pe­tua.

Un hombre acusado de balear a su pareja ante la mirada de su hija y de ultimar a balazos será juzgado desde el 17 de septiembre, en la Cá­ma­ra Pri­me­ra del Cri­men de Río Cuar­to, en un proceso con jurados populares.
Víc­tor Da­niel Bo­re­llo está im­pu­ta­do de ho­mi­ci­dio sim­ple -do­ble re­sul­ta­do-, agra­va­do por el em­pleo de ar­ma de fue­go, ho­mi­ci­dio ca­li­fi­ca­do por ale­vo­sía en gra­do de ten­ta­ti­va, coac­ción y le­sio­nes le­ves, por lo que po­dría afron­tar una pe­na de re­clu­sión per­pe­tua.
El primero de los hechos ocurrió el 21 de no­viem­bre de 2009, en la vi­vien­da de ca­lle Neu­quén al 543, en Canals, don­de re­si­dían una mu­jer y su be­bé de un año.
Fren­te al do­mi­ci­lio se pro­du­jo una fuer­te dis­cu­sión que con­clu­yó cuan­do Bo­re­llo le apli­có un gol­pe de pu­ño a la víc­ti­ma, lue­go de em­pu­jar­la en va­rias oca­sio­nes.
El se­gun­do he­cho com­pro­ba­do por la Fis­ca­lía es­tá vin­cu­la­do con in­sis­ten­tes epi­so­dios de vio­len­cia en una vi­vien­da de ca­lle La­ma­drid al 354, don­de re­si­de la pa­re­ja del agre­sor, Iva­na Vi­de­la, y en otra ca­sa ubi­ca­da en San­tia­go del Es­te­ro sin nú­me­ro, domicilio de los padres de la mujer.
El agresor ame­na­zó  de muer­te a su mujer en rei­te­ra­das oca­sio­nes y al fi­nal hubo un dra­má­ti­co de­sen­la­ce fa­tal.
El in­for­me del fis­cal de­ter­mi­nó que el 1 de no­viem­bre de 2010, a las 21.20, el im­pu­ta­do se pre­sen­tó en la vi­vien­da de ca­lle San­tia­go del Es­te­ro por­tan­do un re­vól­ver ca­li­bre 32 lar­go, mar­ca Colt, car­ga­do con seis car­tu­chos.
En el lu­gar se en­con­tra­ban su pa­re­ja, su hi­jo me­nor de un año y los pa­dres de la mu­jer. Al in­gre­sar, el agre­sor le­van­tó a su hi­jo y se pro­du­jo un for­ce­jeo con la ma­má, quien in­ten­ta­ba evi­tar que se lo lle­va­ra.
El ho­mi­ci­da exi­gió que la víc­ti­ma no lla­ma­ra a la po­li­cía y lue­go sa­có el ar­ma que es­con­día, y “con la in­ten­ción de pro­vo­car la muer­te” de su pa­re­ja “le ha­bría efec­tua­do cua­tro dis­pa­ros”.
En la in­ves­ti­ga­ción de la Fis­ca­lía se de­ter­mi­nó que uno de los ba­la­zos im­pac­tó en el tó­rax de la mu­jer y los otros tres en la ca­be­za, “que­dan­do alo­ja­dos los pro­yec­ti­les en la re­gión tem­po­ral de­re­cha, pa­rie­tal iz­quier­do y vér­tex, res­pec­ti­va­men­te”.
El fis­cal eva­luó que el ac­cio­nar ho­mi­ci­da del im­pu­ta­do te­nía un plan mi­nu­cio­sa­men­te pre­me­di­ta­do. Con las dos ba­las que le que­da­ban en el ar­ma “y con la cla­ra in­ten­ción de ma­tar” efec­tuó un dis­pa­ro en la ca­be­za a cada uno de sus sue­gros, pro­vo­cán­do­les la muer­te en for­ma in­me­dia­ta.
Los cuer­pos de las víc­ti­mas, iden­ti­fi­ca­das co­mo Mi­guel An­gel de la Cruz y Ma­ría Inés Vi­de­la, fue­ron ha­lla­dos por los po­li­cías que al in­gre­sar a la vi­vien­da ob­ser­va­ron el abe­rran­te cua­dro cri­mi­nal.
Bo­re­llo -se­gún sur­ge de la ins­truc­ción- es­ca­pó del lu­gar jun­to a su hi­jo “con rum­bo des­co­no­ci­do”. Ho­ras des­pués per­so­nal po­li­cial lle­gó a la ca­sa de Mó­ni­ca Bo­re­llo, en ca­lle pú­bli­ca sin nú­me­ro de la lo­ca­li­dad de Co­lo­nia Bre­men, don­de lo­gró de­te­ner­lo.
Iva­na, pa­re­ja del agre­sor, fue ha­lla­da ago­ni­zan­te por los dis­pa­ros de ba­la re­ci­bi­dos.
El mé­di­co fo­ren­se de­ter­mi­nó que uno de los pro­yec­ti­les le ha­bía afec­ta­do la cla­ví­cu­la iz­quier­da y un es­tu­dio ra­dio­ló­gi­co en la ca­be­za con­fir­mó la presencia de “tres cuer­pos ra­dio opa­cos, com­pa­ti­bles con pro­yec­til de ar­ma de fue­go, que han fi­na­li­za­do su tra­yec­to”.
Pe­se a las gra­ví­si­mas le­sio­nes, la víc­ti­ma lo­gró so­bre­vi­vir y fue so­me­ti­da a un ex­ten­so tra­ta­mien­to de re­cu­pe­ra­ción fí­si­ca y psi­co­ló­gi­ca por el stress post trau­má­ti­co que ge­ne­ró la vio­len­ta si­tua­ción.

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