Opinión – La decisión del municipio de avanzar en una propuesta alternativa para llevar el cine a los barrios y al Teatrino no implica la continuidad de las Edusalas. El programa podrá llevar el mismo nombre y tener iguales intenciones, pero no es lo mismo. Extraer la propuesta de su espacio natural, implica erradicar su propósito inicial.
El acceso gratuito de 50 mil personas a las Edusalas fue el resultado de una política cultural y educativa de urgente repercusión. El programa significó la apertura de un acceso ecuánime a un ámbito en el que se conjugaban el arte y la mágica expresión del cine. La facilidad en la adquisición de las nuevas tecnologías promovió a través de la televisión, la piratería y los sitios web el acceso a películas que antes solo se podían ver en una sala cinematografíca. Sin embargo, ninguna de estas opciones puede superar la escenificación que ofrece el cine.
El proyecto impulsado por el gobierno municipal fue extrañamiento exitoso. La rareza radica en que la cartelera incluía la promoción de un cine nacional que no llegó a las salas privadas y la proyección de películas sin el mero sello comercial. También resultaba extravagante para miles de chicos de sectores marginales que se les permita acceder a una sala frente a la Plaza Roca, en un ámbito que descubrieron por consecuencia del proyecto municipal.
La marginalidad social que les condiciona el acceso a espacios comerciales y culturales quedaba disipada, al menos por alguna horas, en la butaca del cine. Muchos de esos chicos observan como sus hermanos adolescentes son requisados cuando quieren llegar al microcentro y los detienen por la sola condición de la portación de rostros.
Las Edusalas permitían el acceso a opciones artísticas que mejoraban la oferta local y promovían la igualdad.
Según afirmaron el ex subsecretario de Educación Fernando Lagrave y el titular de Cinematográfica Río Cuarto, Leandro Narvaja Luque, el costo para el municipio era de 10.800 mensuales. Esto incluía el pago por la proyección y la limpieza del lugar. El contrato había sido extendido y, al menos oficialmente, no se informó de un cambio en las cifras.
La decisión del municipio de avanzar en una propuesta alternativa para llevar el cine a los barrios y al Teatrino no implica la continuidad de las Edusalas. El programa podrá llevar el mismo nombre y tener iguales intenciones, pero no es lo mismo. Extraer la propuesta de su espacio natural, implica erradicar su propósito inicial. Desde el municipio evalúan una oferta de la Iglesia Evangélica para utilizar el cine Alvear en algunas ocasiones, una alternativa que aparece como un paliativo ante el rechazo generalizado por el cierre de las Edusalas.
Los dueños del cine que cedieron el uso de las salas a cambio de mantener un flujo de personas que favorecían la actividad en la galería comercial ratificaron que el lugar dejará de proyectar películas. En realidad lo habían resuelto antes de que el municipio avanzara en la propuesta educativa porque consideraron que el fin comercial del lugar había caducado hace años. Las Edusalas también significan mantener la vigencia del histórico espacio con un fin social.
El cine podrá convertirse ahora en otra galería comercial ó un templo religioso, según lo determine la ecuación financiera. A los empresarios no les interesaba el programa por sus características integradoras, sino por su utilidad comercial, aún cuando la sesión no parecía tener altos costos económicos para el municipio.
De todos modos, la partida sigue estando en manos del Estado. Iniciar un ajuste de gastos por las Edusalas aparece como una medida contraria al objetivo de inclusión que se pregona desde el municipio. En nada importa el interés empresario ó los aprovechamientos políticos, sino la persistencia de un proyecto que cumplió su objetivo inicial y permitió la utilidad pública de una sala con fines culturales.
En el Palacio de Mójica afirman que se evalúan alternativas para mantener las Edusalas en su integralidad. Esto implicaría apuntar a otros cines para que se mantengan los vínculos con los objetivos sociales primarios. El resultado de la gestión deberá convencer a quienes se apropiaron socialmente del programa. En cualquier otro caso, como sucede raramente en el cine, no habrá final felíz.
Por Pablo Callejón (callejonpablo@yahoo.com.ar)
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