Este artículo surge como un espacio de reflexión. Las medidas para reglamentar el cambio de nuestra moneda nacional por la divisa estadounidense ha generado dos posturas muy antagónicas: por un lado aquellos que creen que está bien, y lo fundamentan, lo que hace el gobierno nacional en materia de cambio, y por otro lado, aquellos que incluso se atreven a hablar de la limitación a un “derecho”: es decir, a su derecho a cambiar nuestra moneda nacional por el dólar.
La primera reflexión que motivo este análisis ha sido la siguiente: ¿Cómo puede ser que, nosotros, los argentinos, que por un lado criticamos y detestamos las medidas económicas, las recetas y modelos que nos obligó EEUU, en los ´90, implementar, y que llevaron a lo que fue la crisis del 2001, al corralito, a fundir a nuestro país, a venderlo, hoy y siempre tengamos la preferencia por su moneda y no por la nuestra?
Pareciera ser que nuestra sociedad tiene un doble discurso: por un lado detestamos y luchamos social y políticamente por impedir la injerencia de EEUU en nuestro país y la región, pero por el otro, creemos que tener dólares en el banco o debajo del colchón nos brindará seguridad económica y financiera a futuro. Suena algo paradójico que los argentinos no crean en su propia moneda nacional y que a su vez traten de combatir las medidas de un gobierno que la defiende.
En el mes de octubre de 2011 el Gobierno Nacional lanzó su primera política cambiaria en relación al dólar: para poder cambiar peso por dólar había que ingresar en la AFIP, por medio del DNI o CUIL/CUIT y el monto que se quería cambiar, para que organismo evaluara los antecedentes tributarios de esa persona y validara o rechazara el cambio.
Ése fue el comienzo de una serie de medidas que desembocaron en lo que se conoció en los últimos meses como una restricción para todo aquel ciudadano que por cualquier razón tenga que viajar al exterior, debe llenar un formulario, en el cual informa acerca de su viaje, monto del mismo, destino, duración, motivo, fechas de egreso e ingreso, formas de pago, entre otras.
Las repercusiones ante estas medidas, no se hicieron esperar. De acuerdo al medio de comunicación que el ciudadano escuche o siga, puede consumir discursos que reflejan una realidad, de caos, improvisación, falta de planificación, la descripción de un gobierno dictatorial, entre otras. Y, por otro lado, puede encontrarse con discursos que elaboran una realidad que parece perfecta, con gobierno que hace todo bien, planificador, estudioso de la realidad, elaborador de políticas económicas a futuro certeras y eficaces, sostenedor de una verdad única y absoluta.
Entonces ¿Quiénes son los que cambian el peso por el dólar? ¿Por qué lo hacen?
Para especificar acerca del sujeto social argentino al que hace referencia el artículo es que puntualizo que, se trata de la clase media argentina. Que históricamente, ante situaciones de crisis e inestabilidad económica se ha volcado a la compra de la divisa estadounidense, bajo el efecto de un sentimiento de seguridad económica y financiera que la misma les podría brindar a futuro.
Y ante la proliferación de los discursos antagónicos acerca de lo que implica la implementación de las medidas restrictivas para el cambio del peso por el dólar, es que, lo que sí parece cierto, es que, la realidad no se aproxima a ninguno de los dos modelos de análisis que se puede escuchar en los medios de comunicación. La realidad no es tan desastrosa, ni tenemos un gobierno improvisado, como tampoco se trata de una Presidente que hace todo bien, ni que elabora las mejores políticas.
Ante esta situación, salí, de forma personal, a buscar algunos testimonios, que me permitieran comprender la situación, desatada en relación a las medidas implementadas en materia cambiaria por parte del Gobierno Nacional.
En primer, lugar mi curiosidad fue tratar de saber que sentía un ciudadano común acerca del proceso por el cual debía atravesar si quería viajar al exterior. Y así fue que pude preguntar a una persona que tiene una hija que viajó a Francia, hace dos semanas, y que se vio en la situación de atravesar por el proceso de solicitud, ante la AFIP, de la cantidad de divisa que requería para realizar el viaje.
Su experiencia, así no sea la representada, poblacionalmente, en términos estadísticos, de la población total que realiza viajes al exterior en el país, me pudo decir que fue positiva. La transacción de la compra de pasaje se realizo en pesos, pero en relación a una cotización internacional en precio dólar, el proceso ante AFIP fue realizado en colaboración con el operador turístico, y todo fue evaluado y aceptado en tiempo y forma.
Por lo que, si el artículo concluyera aquí, se podría decir que la locura de imposibilidad que generan los medios de comunicación opositores es, tal vez, en extremo, exagerada, y sí, deja ver, tal vez, de forma mucho más evidente, los intereses que defienden.
Pero mi curiosidad no quedó satisfecha. Y quise indagar acerca de cuáles podrían ser las razones que llevan al Gobierno Nacional a implementar este tipo de medidas. Y en esta oportunidad consulté a Cristian Santos, profesor de Economía Política en la Universidad Nacional de Río Cuarto.
En esta oportunidad, mi consulta fue acerca de la necesidad que podría tener el gobierno de aumentar sus reservas o de acumular la divisa estadounidense en relación al pago de los BODEN 2012. Y la respuesta de Cristian fue, que el gobierno, tiene en sus reservas la cantidad suficiente para poder afrontar el pago, sin que ello implique una reducción importante en las mismas. Es decir, actualmente, el Banco Central de la República Argentina tiene más de 47.000 millones de dólares, y el monto del pago de la última cuota de BODEM 2012 es de un total de 2.300 millones de dólares.
Entonces, si hasta el momento el argumento rodeaba el tema del pago de esa deuda, ¿Cómo es que se explicaría ahora la implementación de esta medida? La respuesta es compleja. Y en ella asoman una gran variedad de factores, que llevan al Gobierno Nacional a tomar la decisión.
En primer lugar, hay que partir de un contexto internacional de crisis, y de una desaceleración de los países con lo que comercializamos, como China y Brasil. Por otro lado, la necesidad de dólares para operar en los mercados internacionales, pero, de todos modos, se trata de situaciones que no justificarían la necesidad de implementar ese tipo de políticas en materia cambiaria.
Por lo que, la entrevista, entre pregunta y respuesta, llevó a la conclusión de que pareciera ser que el Gobierno Nacional quiere pesificar la economía. Y, ¿Eso qué quiere decir? Simple, que los argentinos, y principalmente la clase media, tenemos que empezar a pensar en pesos y ya no en dólares. ¿Cómo? Sí. Y ¿Cómo se hace?
La respuesta, un poco con Cristian y otro poco con el aporte de un artículo del Diario Le Monde Diplomatique del mes de Julio 2012, de Alejandro Grimson: “Los argentinos y el dólar: Un trauma Cultural”, páginas 12-13, se sintetiza en pocas palabras: memoria cultural.
Es decir, históricamente los argentinos atravesamos por varias crisis económicas y pagando las “macanas” de los economistas de cada gobierno de turno. Y en ese contexto es que siempre pareció seguro apostar al dólar si se originaba alguna situación de inestabilidad económica en el país. Entonces hoy, la inflación, el contexto internacional, y la sensación generada en algunos medios, vuelve a volcar a los argentinos a la compra del dólar. Es una cuestión cultural.
Entonces, Cristian trató de explicarme qué pasa con ese tipo de comportamiento de la clase media argentina. En términos económicos, no se trata, al fin de cuentas, de una solución rentable o por lo menos ideal. Cambiar unos pesos por dólares y guardarlos bajo el colchón, no estaría generando muchas ganancias. Al no estar bancarizado, no se trataría de dinero que crece, en términos de intereses, ni tampoco es dinero que se invierte en bienes inmuebles. Y aún, lo más decepcionante de una conducta pro dólares, es la de que, esa persona estaría ganado si al país, a su propio país, le va mal. Porque estaría esperando, esa oportunidad, de cambiar sus dólares a mayor valor o tipo de cambio, que sólo podría venir de la mano de una crisis importante.
Entonces, ¿Qué es lo que se puede hacer para invertir en un contexto económico-financiero actual? La respuesta es un silencio.
La realidad es que, culturalmente los argentinos, y principalmente la clase media, creemos que el dólar es la mejor alternativa ante cualquier pequeña o gran señal de crisis o inestabilidad económica en el país. Una contradicción que, la de creer en una moneda extranjera y no en la nuestra, debería dejar de caracterizarnos como nación. Por lo que debemos celebrar, como argentinos que un gobierno argentino trate de hacernos pensar en pesos y no en otra moneda extranjera.
Pero, lo que si surge, como crítica, no es ya acerca de la medida, ni tal vez, lo que algunos especialistas consideran en ella de excesiva, sino que este gobierno nos quiere hacer pensar en pesos, en un país que no sabe pensar en otras formas de inversión. Tal vez, como sugerencia, sería interesante pensar y escuchar una medida que establezca el fomento a otro tipo de inversiones, a permitir a los argentinos que piensan en dólares, pensar en otras alternativas brindadas por este gobierno. En agentes oficiales que otorguen asesoramiento a aquellos que quieran apostar a otros medios de inversión.
Lo cierto es que, este gobierno está tratando de hacer lo que por mucho tiempo deseamos que se haga: regular, reglamentar, dejar las reglas de comercialización, negocios y cambios, bien claras. Y a ellas nos oponemos, con lo que significa oponerse a creer en la seguridad que brinda nuestro peso argentino.
Acerca de lo que si siento certeza, es que nuestra mentalidad es compleja y difícil de cambiar, aunque tengo la esperanza de que con el tiempo aprenderemos a pensar por fuera del dólar y defender y creer más en lo nuestro: el peso argentino.
Estefania Gherra
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