«No es una coima que nos da la empresa. Recibirlo no sería motivo de condicionar a los profesionales de las Universidades Nacionales que eventualmente participen en tareas de control de impactos ambientales. Pensar ésto es desconfiar de la integridad ética de los profesionales universitarios en su conjunto», señalaron.
En medio del debate de la Universidad Nacional de Río Cuarto por el uso de los fondos de la minera La Alumbrera, el departamento de Geología manifestó su respaldo a través de un extenso documento.
Señalaron que se trata de «una Ley Nacional que deriva de la voluntad del naturista Abel Peirano, (Dr Honoris Causa de la UNT), en los años 50, quién concibió su tesis sobre la existencia de importantes yacimientos mineros en la zona de Agua de Dionisio, decidiendo a la vez que la UNT fuera la beneficiaria de su descubrimiento».
«No es una coima que nos da la empresa. Recibirlo no sería motivo de condicionar a los profesionales de las Universidades Nacionales que eventualmente participen en tareas de control de impactos ambientales. Pensar ésto es desconfiar de la integridad ética de los profesionales universitarios en su conjunto», señalaron.
Añadieron que «no aceptarlo significa profundizar el daño injusto que afecta a la minería en su conjunto, y evitar el debate de los grandes problemas ambientales de nuestro país».
«El presupuesto de las universidades nacionales, incluido los sueldos de los trabajadores, provienen de fondos del estado nacional. Parte del presupuesto es aportado por impuestos de la minería, incluyendo los de Bajo La Alumbrera, como así también de las otras actividades cuyo daño ambiental no se ponen en tela de juicio. En este contexto, un análisis de cómo se componen los fondos que utilizan las universidades nacionales, nos llevaría inexorablemente a una contradicción», subrayaron.
Por otra parte, desde el Departamento indicaron que «no recibirlo no garantiza ningún mejoramiento en la calidad ambiental de los pobladores cercanos al yacimiento, lo que sí garantiza, es la imposibilidad de invertirlo en algo que posibilite aportes positivos al problema».
Preocupación
En el mismo documento, los geólogos decidieron transmitir «la preocupación respecto de la forma en que ha sido abordado el debate acerca de la actividad minera en Argentina por nuestra sociedad».
«Lo hacemos porque creemos que como profesionales de Geología de nuestra Universidad debemos dar una opinión al respecto, como aporte a un debate serio y comprometido. Respecto al conflicto de la minería, en primer lugar hay que señalar que el debate es sumamente positivo, siempre y cuando el mismo transite por los terrenos de la honestidad y el conocimiento, con intención “verdadera” de cuidar el ambiente sin desconocer el marco teórico de la situación», indicaron.
Agregaron que «es común que en estos tipos de conflictos surjan corrientes antagónicas en torno a la representación social de la actividad: por un lado, una escéptica y reduccionista que niega los eventuales impactos de tal actividad en el ambiente y la sociedad, y por el otro, una de naturaleza catastrofista y superficial, que impiden formar en la sociedad una opinión basada en diferentes fuentes de conocimiento para decidir la posible existencia de un desarrollo minero, más equitativo y responsable desde la perspectiva social y ambiental».
«De acuerdo a distintos trascendidos y a lo que se divulga en los medios masivos de comunicación, lo que abunda en la discusión es la desinformación, el desconocimiento de aspectos técnicos elementales y la politización destructiva que sólo desconciertan aún más a la sociedad. En el medio quedan los pobladores genuinamente preocupados, que lógicamente por la desinformación inducida, están realmente convencidos de que cualquier actividad minera traerá consecuencias nefastas en sus vidas. Situación que tuvo una prensa llamativamente interesada», subrayaron.
Luego, puntualizaron: «Deseamos destacar que nadie elige explotar un yacimiento a cielo abierto o subterráneo, sino que surge de las condiciones impuestas por la naturaleza, de acuerdo a la profundidad del depósito, la forma en que se concentraron los elementos de interés, etc. En el mundo, los metales que son requeridos por el hombre en su mayoría provienen de grandes explotaciones a cielo abierto, situación que se viene dando desde hace ya varias décadas, desde que los avances tecnológicos permitieron extraer metales que están en baja concentración y diseminados en un gran volumen de roca. Este método de explotación no es un capricho de las empresas, no hay muchas alternativas de acuerdo al conocimiento actual. Es decir, si queremos más metales debemos pensar que se van a obtener de esta manera. La realidad es que la humanidad ha duplicado aproximadamente cada 20 años el consumo de metales. Desde el punto de vista de la seguridad de los trabajadores el cielo abierto es mucho más seguro y confortable respecto de la explotación subterránea.
La actividad minera se desarrolla según 3 etapas básicas que en orden secuencial son: Prospección, Exploración y Explotación. El geólogo interviene activamente en las dos primeras. La explotación es mayormente incumbencia de ingenieros en minas y la mineralurgia-metalurgia de químicos e ingenieros químicos. Es en este último proceso en donde eventualmente puede utilizarse Cianuro para separar Au y Ag exclusivamente, independientemente si la explotación es a cielo abierto o subterránea.
De forma sucinta, en la Prospección se relevan datos geológicos, se descartan áreas sin interés y se seleccionan áreas objetivos para una futura exploración. En la exploración se estudian con mayor detalle aquellas áreas seleccionadas previamente y si es exitosa (muy pocas veces sucede) se hallará un yacimiento con factibilidad de explotación, es decir podría transformarse en una mina en producción. Estas dos etapas suelen durar entre 5 y 15 años, y una vez que se pone en producción la vida útil puede superar los 40 años. Al concluir la exploración se conoce el volumen del yacimiento, toneladas de metal, tamaño de las partículas, y método de explotación a usar, y también están contemplados los impactos ambientales y las actividades a realizar para mitigar los impactos negativos. Por eso la exploración de los recursos minerales es una tarea relevante para un país. La exploración genera activos informativos que pueden transformarse en activos económicos cuando se ponen en marcha los proyectos, cuando se abre una mina. La apertura de un yacimiento metalífero chico a mediano requiere de inversiones de 200 millones de dólares. Para yacimientos grandes se requiere de 3.000 millones de dólares. Inversiones que quedan en el país. Esa es una de las diferencias entre un yacimiento mineral y una mina; y por esas magnitudes de inversiones, entre otras razones, hasta ahora no hay emprendimientos puramente de capitales argentinos.
En resumen, este es el marco de singularidad, esencialidad y complejidad técnico-económica de esta actividad. Muy diferente al resto de las actividades productivas por los largos períodos de incubación de los proyectos y el condicionamiento geográfico.
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