«Me fui a Puerto Belgrano y esperé 30 días noticias del rescate, pero fue inútil»

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Lo dijo el padre de Edgardo Prámparo, uno de los dos riocuartenses muertos en el Belgrano.

Hundan al Belgrano fue la orden. La frase esculpió los documentos históricos, signada por la sangre de los nuestros. A las 16 y dos minutos del 2 de mayo de 1982, el final del crucero insignia de la Marina argentina comenzaba a develarse entre las llamas y la muerte.
El submarino nuclear británico HMS Conqueror atacó con misiles al ARA General Belgrano y provóco el hundimiento de la mole que surcaba las aguadas heladas del sur argentino, fuera del área de exclusión establecida por el gobierno británico.
En el crucero viajaban 1093 tripulantes y 274 murieron calcinados ó ahogados en intentos infructuosos por escapar del petróleo ardiendo ó las tumbas de hielo y mar.
Hundan al Belgrano había sido la orden impartida desde Gran Bretaña. El crucero, comenzó a inclinarse, se apagaron las luces y quedó el eco de gritos desesperados. Algunos alcanzaban las balsas y otros tripulantes le disputaban a la muerte la tregua que nunca llegó. Entre las víctimas se encontraban dos riocuartenses: Ernesto Molina y Edgardo Prámparo.
«Me enteré por radio y había mucha confusión, 10 mil versiones de lo que había pasado. Hasta decían que un barco ruso había rescatado personas», recordó el padre de Prámparo.
Las tareas de rescate sumaban aviones y buques que se encontraban con las balzas esparcidas sobre el mar. En cada bote había heridos que sobrevivían entre los cuerpos de los fallecidos. El ataque irracional inglés se había consumado y la Argentina sufría su peor tragedia en la guerra.
«Me fui a Puerto Belgrano y me quedé 30 días esperando el rescate. Después nos dimos cuenta que era todo inútil, no había regreso», recordó.
25 años después de la muerte de su hijo, Edgardo se encontró con la versión de un soldado que observó el final del conscripto riocuartense.
«Me contó que un torpedo impactó y cortó dos o tres botes al medio y había muchas víctimas, entre ellas estaba mi hijo», sostuvo.

Homenaje

Esta tarde se realizó un emotivo homenaje del que participaron familiares y allegados de las víctimas y veteranos de Malvinas.
En el lugar estaba doña Emilia Godoy, quien cuidaba de Edgardo Prámparo cuando era niño. Lo vio crecer y madurar una vida de marino, que no eligió. El Crucero General Belgrano se llevó la vida del joven soldado y de su sobrino, oriundo de San Luis, quien también viajaba en el Crucero.  El homenaje sobre la Plaza de los Héroes la reencontró con postales confrontadas con el tiempo.
En 1972, cuando la guerra de sangrientos dictadores aparecía como impensable, Miguel Heredia descubrió al Crucero General Belgrano y su imponente presencia sobre el mar. 10 años después conocería de su fatal desenlace. Miguel se encontraba en las Islas, hacia donde había llegado en el Portaviones 25 de Mayo. La muerte cruzaba el mar y estremecía a quienes anticipaban el final de la guerra.

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