Opinión – Pablo Callejón
“Al próximo gobierno no le van a quedar deudas de gestiones anteriores” afirmó Guillermo Mana en el 2009, a pocos meses de convertirse en secretario de Economía. El pronóstico no se cumplió y Juan Jure enfrentará en su segundo gobierno un complejo reto para normalizar las cuentas.
De carácter fuerte, perfil técnico, sin trayectoria partidaria previa y con un vasto conocimiento del mundo financiero, el licenciado Mana se convirtió en el funcionario con más incidencia en el gobierno de Jure.
Asumió tras la renuncia obligada de Marcelo Terzo, el ideólogo del impuestazo que condicionó la imagen de los primeros meses de gestión. Mana había sido secretario de Antonio Rins y con Jure pasó a ocupar la secretaría de Planificación, un área en la que dimitió Gonzalo Losada luego de ser denunciado por daños de una obra que él mismo debía controlar.
El funcionario apareció como la llave para destrabar conflictos políticos de un gobierno incipiente que se mostraba confuso y debilitado económicamente. Inmediatamente se impuso con la suspensión del segundo trama del polémico revalúo y ejecutó recortes en programas sociales, refinanciación de la deuda con constructoras y proveedores y la reducción de un 30 por ciento de los gastos operativos. También anticipó dos medidas clave de su gestión: la creación de la Policía Tributaria y la inserción del municipio en el mundo de las finanzas para “contrarrestar un déficit estructural” en la adquisición de dinero para obras públicas.
Mana fue siempre el virtual jefe de gabinete, a pesar de que la figura será creada a partir de julio. Desde un principio imaginó una gestión “con una mirada transversal de todo el gobierno municipal”, donde nada quedó fuera de su control financiero.
Todas las principales acciones del gobierno de Jure, debieron contar con el aval técnico y presupuestario de Mana, y muchos de esos proyectos fueron obra del propio secretario.
El fin de la sociedad con Gamsur, la valuación de la empresa y la ingeniería de una municipalización de final frustrado, exigieron un debate económico del que Mana fue el principal vocero. Jure anunció “el mejor negocio para el municipio”, después de adquirir una empresa vaciada, fuertemente endeudada, a la que destinó una conducción afín al interés sindical. Gamsur nunca dejó de recolectar la basura, pero fue un lastre de altísimo costo.
También fue el gestor técnico del Banco Regional que Jure intentó acordar con el intendente de Villa María Eduardo Accastello y los ex mandatarios de Córdoba y Carlos Paz, Daniel Giacomino Carlos Felpetto, en un gesto de acercamiento al kirchnerismo que terminó en una entelequia.
En el mercado
En su afán por cumplir el objetivo de crear instrumentos de financiamiento y pagar deudas corrientes, Mana apuntó a la emisión de letras, la venta de cheques en la bolsa y la incorporación de nuevos tributos. Pese a insistir que los fideicomisos no implican endeudamiento, el concejal opositor Eduardo Scoppa advirtió que se emitieron en bonos de Fideicomiso 47 millones de pesos y se llevaban pagados a diciembre del 2011, 112 millones de pesos, con un saldo aún impago.
Para la provincia, Río Cuarto es la ciudad con mayor endeudamiento de Córdoba y la oposición en el Concejo Deliberante sostiene que el año pasado el balance municipal cerró con un déficit superior a los 40 millones de pesos.
Jure alcanzó en su gestión la calma política previa a las elecciones, solo interrumpida por la irrupción sin frenos del gobernador José Manuel De la Sota, pero el desahogo de las urnas también reveló la necesidad de reiniciar fuertes recortes de gastos para alcanzar una nueva búsqueda de financiamiento por 100 millones de dólares, que se destinarán a 2 mil casas y 1.200 cuadras de pavimento. Desde el Ejecutivo confían en que los aportes del FOP, el Fondo Sojero y la devolución de los beneficiarios de viviendas resulten suficientes para crear “un círculo virtuoso” que garantice la devolución de los recursos que se obtengan del mercado financiero. Una apuesta de riesgo, que obligará a un manejo cuidadoso de los fondos y una reestructuración de gastos, que Jure ordenó iniciar.
La deuda histórica en el acceso a las viviendas, un déficit en el que la Provincia y la Nación solo han acumulado promesas incumplidas, y el deterioro en los servicios públicos que encuentra en el estado de las calles su peor expresión, promueven dos iniciativas clave para Jure.
El intendente reducirá su gabinete y el número de secretarías con el objetivo de concentrar decisiones, manejo de recursos y objetivos. Pretende que sus funcionarios se focalicen en programas clave y que su segundo gobierno se identifique con la construcción de pavimento y viviendas. Aunque aún no definió oficialmente quien coordinará al nuevo gabinete, la influencia de Guillemo Mana resultará siempre decisiva.
El titular de Economía sustenta el respaldo a sus medidas financieras en la evaluación de consultoras que le otorgaron al municipio una evaluación Aa3.ar. El indicador es superior al que obtuvo la Provincia, A2.ar. Ambas consideraciones permitieron a los estados poder tomar deuda a importantes tasas de interés, aunque resulte redundante recordar que en la crisis financiera mundial quienes resultaron más cuestionadas fueron las consultora de riesgo como Morgan, incapaces de advertir el crack global y promotoras de falsos diagnósticos que hicieron eclosión en todo el mundo.
Hoy, tanto la Municipalidad como el gobierno provincial desnudan fuertes condicionamientos económicos que comienzan a impactar en desdoblamiento de pago a trabajadores, deuda con proveedores y dificultades para abonar aguinaldos.
La culpa de los otros
Con un rojo mensual de 3.325.000, el intendente apunta a un nuevo esquema gestión económica con recortes de caja chica, combustible, gastos corrientes, revisión de programas y obra pública y aplicación de una nueva tasa al cable y la telefonía. En lugar de redefinir un esquema tributario atrasado e injusto en su valuación inmobiliaria, el municipio optó por la creación de otra carga impositiva que podría alcanzar hasta un 20 por ciento. Se apunta a cobrar por servicios que el Estado local no brinda y que impactan en forma generalizada, afectando más a los que menos tienen.
El debate sobre el estado de las finanzas y las cuentas en rojo del municipio y la Provincia nunca logró impactar en las campañas electorales. La deuda oficial aparece como el déficit de otros y solo se lamentan sus consecuencias. En tiempos de bonanza se eleva el gasto y cuando escasean los recursos, los justificativos surgen de la realidad colectiva: a otros municipios, también les va mal.
En una entrevista a Guillermo Mana, publicada en 2009 por el semanario Otro Punto, el secretario de Economía fue consultado sobre la deuda de 30 millones que enfrentaba el incipiente gobierno de Jure.
-¿Es mucho treinta millones?
-Esa es una muy buena pregunta. Porque lo mucho o lo poco tiene que ver con qué lo comparemos. Un hombre de 1,70 como el que habla, es alto o bajo. Y…depende. Si lo ponemos en Alemania es un enanito pero si lo ponemos en Bolivia el muchacho tiene otra imagen. Entonces cómo se deben medir treinta millones de pesos para saber si es mucho o es poco. En un presupuesto de 220 millones, representa el 15 por ciento.
Habrá que advertir ahora el tamaño de un nuevo endeudamiento que buscará confrontar con el déficit histórico en viviendas y pavimento, pero que exigirá también estar a la altura de una administración en tiempo de vacas flacas. El jefe, tendrá otra vez la suerte de los números en sus manos.
Por Pablo Callejón (callejonpablo@yahoo.com.ar)
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