Opinión – Pablo Callejón – La Provincia culpó a la Nación por el freno de las importaciones, la dirección del Hospital aseguró haber hecho todo lo administrativamente posible y la familia advirtió que los tiempos también se miden en decibles de presión mediática.
Habían decidido abandonar Buenos Aires y su vida esquizofrénica y urgente. A las 8 de la tarde del sábado 23 de abril, se trasladaban por la autopista Córdoba – Rosario hacia Unquillo, un poblado cordobés de 15 mil habitantes cercado por los faldeos de las sierras chicas. En el Volkswagen Senda gasolero viajaban Aixa, su mamá, su padrastro, su hermana de 4 años y su abuela de 79. El estruendo los separó de la carpeta asfáltica hasta dejarlos en sentido contrario. Un citroen C3 a 160 kilómetros por hora los impactó en la parte trasera cuando se conducía por el mismo carril, a la altura de Villa María. La pequeña Sasha y Adela murieron en el acto. Aixa quedó inconsciente, con traumatismo de cráneo y quebraduras en sus dos piernas. Su madre Yolanda permaneció inmovilizada por múltiples traumatismos. Solo Raúl Navarro, el padrastro, pudo bajar del habitáculo y observar el cuadro del desastre.
Aixa fue estabilizada en el Hospital de Villa María y derivada de urgencia junto a su madre, al nosocomio de Río Cuarto. En Terapia Intensiva lograron descomprimir una inflamación craneana que ponía en riesgo la vida de la joven de 13 años y se inició el pedido de las prótesis de miembros inferiores para reconstruir la estructura ósea de las piernas.
Pasaron 21 días de aislamiento en Terapia y reclamos permanentes contra la burocracia administrativa, hasta que los Navarro acudieron a los medios para exigir los elementos ortopédicos que le devolvieran movilidad a las extremidades inertes de su hija. El drama en primera plana derivó en el hallazgo en 36 horas de las prótesis que las ortopedias no habían podido otorgar durante 3 semanas. La Provincia culpó a la Nación por el freno de las importaciones, la dirección del Hospital aseguró haber hecho todo lo administrativamente posible y la familia advirtió que los tiempos también se miden en decibles de presión mediática. La recuperación de Aixa podría demorar meses, el conductor que los colisionó está libre y habilitado para manejar y los Navarro aún no pueden hacer el duelo por los fallecidos en el accidente.
Patricia tuvo una adolescencia reprimida. A los 14 años ya se vestía como travesti y a los 17 vendía su cuerpo en la medianoche del Boulevard Roca. “Salí a buscar trabajo dos veces, pero ni me atendían por mi apariencia. No tenía que comer y me prostituí” En su casa viven también sus cuatros hermanos y su abuela. Todos saben por qué Patricia se maquilla antes de cenar y vuelve durante la madrugada. Con lo que gana paga la universidad de sus hermanas, la comida de todos los días, el gas, la luz, el cable y los impuestos inmobiliarios. Sin embargo, nadie le reconoce su identidad, la policía la reprime por la noche, la sociedad le niega un trabajo con derechos laborales y cada noche está obligada a preguntarse cuál podrá ser la estrategia que le garantice retornar con vida a su casa. Trabajó en cabarets para proxenetas de la ciudad ó de la región, escapó por techos de viviendas de la persecución de la policía, soportó algunas golpizas y debió anotar en mensajes de textos la patente de los autos ó camiones que la levantaron en la ruta 8.
Esta semana, el gobierno provincial anunció un proyecto de ley que promueve la clausura de wiskerías y otras medidas que intentarán “poner fin a la trata”. La norma busca esencialmente prohibir y para las trabajadoras sexuales, prohibir es profundizar la clandestinidad. Patricia hace meses que no puede promocionarse en los clasificados de los diarios y ahora tampoco podrá trabajar en los cabarets. La propuesta legislativa no habla de un mejor trabajo, ni la contención social de las meretrices. La joven de cara redonda y voz grave anticipa que volverá a las rutas “en grupos de 4 ò 5 compañeras”, rogándole a la suerte poder regresar a dormir a casa.
El recuerdo de otras movilizaciones impregna a la memoria de concurrencias igualmente devaluadas. Los malestares colectivos no siempre se reproducen en expresiones populares. En Río Cuarto, casi nunca.
El rechazo a la detención del perejil Gastón Zárate por el crimen de Nora Dalmasso fue la última manifestación multitudinaria y espontánea de la sociedad riocuartense, en la que confluyeron más de 2 mil personas. Otros reclamos de Justicia, como las desapariciones de Ale Flores ó Nicolás Sabena, ó las muertes de Silvio Robledo ó Florencia Cabral, tuvieron representaciones que no alcanzaron la masividad. Incluso, el respaldo a la actitud “justiciera” de Mariela Galíndez, avalado por sectores conservadores de clase media, no logró superar las 300 personas.
El rechazo “al impuestazo” del 2009 que concluyó con la salida del entonces secretario de Economía Marcelo Terzo reunía cada noche a poco más de un centenar de manifestantes, una adhesión muy por debajo de la iniciativa de autoconvocados, que en plena crisis del 2001 concentraron a más de 3000 personas en escraches contra políticos e instituciones políticas.
El pedido por el boleto educativo llegó a congregar a 600 estudiantes universitarios y secundarios, aunque en las protestas por el tratamiento parlamentario el número se redujo a un centenar.
Algunos gremios, como el Surrbac, desplegaron 250 trabajadores – la totalidad de los empleados de Gamsur- en un planteo unívoco para pedir la municipalización de la mixta y después respaldar su venta.
El recuerdo por los 30 años del Golpe Militar concentró en el 2006 más de 1.500 mil participantes y el recuerdo del genocidio 6 años después, ocupó 3 cuadras con vecinos y organizaciones en defensa de los derechos humanos.
Las movilizaciones multitudinarias aparecen como postales condicionadas por contextos que superan la mera realidad local. Los actos de campaña política, como ocurrió en el último proceso electoral, debieron sumar espectáculos musicales y el renacer de las estructuras partidarias para garantizar la concurrencia.
La última marcha de la Multisectorial contra la sobretasa al cable, la telefonía e internet, tal como la definió el Ejecutivo, fue una expresión democrática de organizaciones políticas y sindicales pero que no representó en lo cuantitativo al conjunto de la sociedad riocuartense. Al menos, allí no estaban la mayoría de los vecinos que repudian la suba en las encuestas mediáticas, las charlas de calle ó a través de las redes sociales. Igualmente, sería un error para el municipio considerar que el número de manifestantes revela “la comprensión” colectiva a la propuesta tributaria, como intentó imponer el discurso oficial.
La noche del jueves, la anciana del cartel prolijamente armado caminó algunas cuadras detrás de la ruidosa columna, al ritmo de una batucada barrial. La marcha la abandonó antes que sus piernas. Al llegar al municipio, una cuadra y media la separaban de la primera línea de dirigentes. Sobre la vereda algunas personas seguían el paso de los manifestantes con palmas y otras, miraban indiferentes. Eran la mayoría.
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Ay Pablito, Pablito si al menos fueran un poquitin imparciales… Pero no, en cada comentario, en cada nota, en cada opinion, se nota el sentido de pertenencia politica radical. Realmente dan lastima los medios mas importantes de Rio Cuarto. Quizas sea por conservar vuestra fuente laboral, y lo entiendo. Pero ese es el verdadero motivo de algunas actitudes del pueblo de nuestra ciudad.
Lamentable su comentario parece una redacción de primaria.
Pregunta:
Cuanta culpa tienen los medios de Río Cuarto por la indiferencia de la gente?. Cuan comprometidos están con la gestión Radical de esta ciudad?. Por que no plantean un debate en medios de comunicación sobre la sobretasa?. Pero inviten bien, no solo favorezcan a los radicales. Hagan encuestas donde la gente se exprese. La encuesta de esta pagina es sobre el técnico de Estudiantes, que vergüenza. Evidentemente hay un manejo de la información publica por los periodistas (son periodistas?)y los medios.
Dudo que publiquen esto.
Pablito, a mi modesto entender, que solo haya juntado una multitud Gastón Zárate obedece a la idiosincrasia de los riocuartenses: el odio visceral a los ricos. No creas que a esa enorme cantidad de gente le importó nada sobre la suerte del «perejil», sólo le interesó movilizarse contra los Macarrón, por ricos, famosos y vivir en el Golf. Tampoco sintieron de verdad la tragedia de Norita. Es típico de esta ciudad el resentimiento. Por eso no mueven un dedo por Ale Fores, Robledo ni Cabral. Tampoco por el chico Sabena. Solo les encanta el morbo de lo que puede pasarle a un sector social determinado. Envidia.
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