El papa Benedicto XVI se despidió este miércoles de Cuba con un llamado a que no se limiten las libertades fundamentales de los cubanos y una condena al embargo económico impuesto al país por Estados Unidos, que «pesa negativamente sobre la población», según describió momentos antes de regresar a Roma.
En sus palabras de despedida, en el aeropuerto José Martí de La Habana, acompañado por el presidente Raúl Castro, Benedicto llamó a «estrechar la concordia» y pidió que «nadie se vea impedido a sumarse a esta tarea por la limitación de sus libertades fundamentales, ni eximido de ella por desidia o carencia de recursos materiales».
Esta carencia de recursos «se ve agravada cuando medidas económicas restrictivas impuestas desde fuera del país pesan negativamente sobre la población», resaltó el sumo pontífice en inequívoca alusión al embargo económico impuesto por Estados Unidos desde hace medio siglo.
La definición era esperada con ansiedad en algún tramo de la visita papal, desde que El Vaticano fustigó de manera oficial en vísperas del viaje de Benedicto al bloqueo económico, calificándolo de «inútil».
«Continuaré rezando fervientemente para que ustedes sigan adelante y Cuba sea la casa de todos y para todos los cubanos, donde convivan la justicia y la libertad, en un clima de serena fraternidad», señaló Joseph Ratzinger como mensaje final de su peregrinación a la isla, dedicada oficialmente al 400mo.
aniversario del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, la patrona de Cuba.
El acto central del papa, quien llegó el lunes a Santiago de Cuba, donde rindió homenaje a la Virgen, fue la homilía de la misa que ofreció este miércoles en horas de la mañana en la Plaza de la Revolución de La Habana, en la que llamó a los cubanos a buscar continuamente «la verdad», acción que «supone un ejercicio de auténtica libertad» sin caer en «la irracionalidad y el fanatismo».
Ante una multitud y frente a Raúl Castro; su canciller, Bruno Rodríguez; otras autoridades de gobierno; el arzobispo de La Habana, Jaime Ortega, y otros representantes eclesiásticos de la isla, Benedicto exhortó a los cubanos en su homilía a buscar la «verdad» y la «reconciliación», y mencionó la necesidad de cambios y de una «verdadera transformación social» para «forjar una nación digna y libre», reseñaron las agencias de noticias Prensa Latina y DPA.
«Cuba y el mundo necesitan cambios, pero éstos se darán sólo si cada uno está en condiciones de preguntarse por la verdad y se decide a tomar el camino del amor, sembrando reconciliación y fraternidad», sostuvo el pontífice.
Desde que llegó al país, Benedicto subrayó la necesidad de «reconciliación» entre los cubanos, recomendación que parece referirse a la fuerte enemistad que la cúpula comunista cubana, que gobierna la isla desde hace más de medio siglo, mantiene con el exilio anticastrista asentado en Miami.
Al respecto, la organización humanitaria Amnistía Internacional denunció hoy que se registró un «aumento del acoso» contra la disidencia cubana para impedir que protestara durante la visita del papa, quien no contempló en su agenda un encuentro con sus líderes pese a reiterados pedidos de la oposición.
En cambio, y aunque tampoco estaba en la agenda, el papa se reunió por unos 30 minutos con Fidel Castro, en un encuentro que voceros vaticanos destacaron como «de mucha cordialidad».
La conversación, de la que trascendieron pocos detalles, ocurrió luego de que Benedicto celebrara una multitudinaria misa, detalló el vocero del Vaticano, Federico Lombardi, y antes de la partida del pontífice hacia el aeropuerto José Martí.
El encuentro fue en la sede de la Nunciatura Apostólica de La Habana, y luego, en declaraciones a periodistas en la sala de prensa del Hotel Nacional, el vocero Lombardi contó que la conversación fue en torno del escenario mundial y de cuestiones de ciencia, cultura y ecología.
Según Lombardi, el Papa habló de su «alegría por estar en Cuba» y agradeció la acogida, mientras Fidel Castro se interesó por las labores propias de un sumo pontífice.
En la homilía de la mañana, Benedicto también pidió mayores libertades para la Iglesia católica, cuyas relaciones con el gobierno de La Habana fueron hostiles durante décadas luego de la Revolución en 1959, lo que incluyó en su momento la excomunión del entonces presidente, Fidel Castro.
Sin embargo, la Iglesia cubana ocupó un rol más protagónico de mediación entre la sociedad y las autoridades con la llegada al poder de Raúl Castro, que alcanzó su máxima expresión en 2010, cuando el cardenal Ortega negoció con el mandatario la libertad para decenas de opositores presos.
«Es de reconocer con alegría que en Cuba se han ido dando pasos para que la Iglesia lleve a cabo su misión insoslayable de expresar pública y abiertamente su fe», dijo.
«Sin embago -advirtió-, es preciso seguir adelante, y deseo animar a las instancias gubernamentales de la nación a reforzar lo ya alcanzado y a avanzar por este camino de genuino servicio al bien común de toda la sociedad cubana».
Decenas de miles de cubanos se dieron cita desde la madrugada en la céntrica plaza para asistir a la misa papal y darle la bienvenida al pontífice, quien a bordo del «papamóvil» recorrió la explanada antes de llegar al altar levantado para la ocasión.
La visita del papa despertó en las últimas semanas expectativas en diversos sectores sociales y en el propio gobierno.
La disidencia interna y el exilio cubano esperan que la presencia de Benedicto desencadene un proceso de apertura mientras el gobierno aguardaba que el pontífice condenara el embargo económico impuesto por Estados Unidos, definición política que el papa dejó para el último momento.
En tanto, la Casa Blanca, que tenía expectativas más moderadas, reiteró hoy su esperanza de que la visita del papa sirva para que las autoridades de La Habana liberen al estadounidense Alan Grss, condenado a 15 años de prisión en Cuba por «atentar contra la independencia y la integridad del Estado».
«Obviamente, esperamos que el papa siga siendo fuerte en todos los temas de derechos humanos en Cuba, de libertad religiosa, y sería algo muy, muy bueno si el gobierno cubano aprovechara esta oportunidad para liberar a Alan Gross», expresó en Washington la vocera del Departamento de Estado, Victoria Nuland, en su rueda de prensa diaria, antes de la reunión entre Benedicto y Fidel Castro.
El martes, el pontífice estuvo reunido por 45 minutos con Raúl Castro, pero ni los voceros de la comitiva papal o iglesia cubana dieron detalles de la conversación, aunque las declaraciones de Nuland hoy hacen suponer que el tema Gross no estuvo en la charla como pretendía Washington.
Benedicto XVI, el segundo sumo pontífice que visita Cuba, concluyó en el país caribeño 23er viaje desde que fue elegido jefe de la Iglesia católica, gira que incluyó México, donde el papa estuvo tres días, en los que ofició dos misas y se reunió con el presidente Felipe Calderón.