“Zar de todas las Rusias”

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En ningún país del mundo la fuerza de la historia es tan contundente y útil para explicar las características de un pueblo como el ruso. Es que al pasado zarista le siguieron años ininterrumpidos de gobiernos soviéticos que, a pesar de la “democracia partidaria”, elegía a los Secretarios Generales permitiéndoles gobernar casi como reyes – ¿o zares?- ejerciendo un férreo control sobre las diversas culturas que componían la extensa nación.
Por ello y sin contar los largos períodos de gobierno de los diferentes zares, con la conformación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1922 y hasta su disolución en 1991, sólo siete personas han ocupado el más alto cargo ejecutivo del país.
En consecuencia, la victoria conseguida por Vladimir Putin en las elecciones presidenciales celebradas en la Federación Rusa en la última semana y en las que obtuvo el 64 % de los votos no debiera generar gran sorpresa. De hecho, el actual Primer Ministro viene ocupando puestos en el poder casi desde el momento mismo de la caída de la Unión Soviética. Este ex agente de la KGB iniciaría su participación política en su natal San Petersburgo para llegar a ser Presidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Ciudad. De allí saltaría a los más altos niveles de la política nacional convirtiéndose en el director de Asuntos Exteriores durante el gobierno del presidente Boris Yeltsin en 1996 y en 1998 en el director del FSB (Servicio Federal de Seguridad) ex KGB donde tendría una función destacada en Chechenia combatiendo al movimiento separatista.
Con la renuncia inesperada de Yeltsin en 1999 se convertiría en Presidente Interino de la Federación Rusa. Desde allí, con un discurso nacionalista y agresivo el hasta entonces desconocido Putin dio en la tecla al apelar a los característicos sentimientos del pueblo ruso que todavía no alcanzaba a entender los beneficios que la economía de mercado, que Yeltsin  implementó,  podía traerle a una sociedad poco acostumbrada a los avatares de las economías occidentales.
La popularidad ganada sería suficiente para lograr imponerse con el 53 % de los votos en las elecciones presidenciales del año 2000. A partir de ese momento las denuncias de fraude serían una constante de su gobierno hasta la actualidad sumado a ello las denuncias de sus opositores por atentar contra el pluralismo y la libertad de expresión. Sin embargo, eso no fue suficiente para evitar que en 2004 volviera a ser relecto con un 71 % de los votos.
Si bien en 2008 no pudo volver a presentarse por que la Constitución no lo permitía, Putin catapultó a su delfín Dimitri Medvedev- ex Presidente de la estatal Gazprom y Jefe de Gabinete- para la Presidencia y se hizo nombrar Primer Ministro. Desde ese lugar se encargaría de seguir manejando las riendas del poder, especialmente las relaciones exteriores, a pesar de las esperanzas que la asunción de Medvedev despertaba en occidente por su perfil más democrático.
Al final, los principales pronósticos se hicieron realidad. En contra de aquellos que especulaban con una posible retirada de Putin se equivocaron. Este, alegando poseer una mayor popularidad que el actual Presidente, decidió ser el candidato presidencial por el partido Rusia Unida. De nada sirvieron las críticas que los diferentes partidos de oposición vienen haciendo desde hace años por la falta de trasparencia y por la corrupción existente en el Estado.
Del mismo modo la situación económica que hoy vive el país fruto de la “Diplomacia de los hidrocarburos”  y el inteligente uso que Putin ha hecho de la historia en sus discursos-  el pueblo ruso aún tiene frescos los recuerdos de las crisis provocadas por de la caída de la URSS y luego la crisis económica del año 1999- le han sido más que suficientes. También, entre otras cosas, debido a que sus oponentes representan un amplio espectro ideológico que presenta en el imaginario colectivo los recuerdos de su pasado comunista y luego los desastres económico-sociales provocados por su pasaje a una economía de mercado. Los efectos del shock aun están muy presentes en el pueblo ruso y Putin lo ha usado eficazmente. Por otro lado estudios sociológicos han determinado un cierto apego por parte del pueblo ruso a los “hombre fuertes”, aquellos capaces de mantener la paz y el orden, aunque ello implique, por su forma verticalista de poder, sacrificar la evolución democrática.
Es por ello que surgen varias preguntas:   ¿Hasta cuando durará el poder de este nuevo “Zar de todas las Rusias”? ¿Qué posibilidades ciertas existen de que otro candidato logre vencer a Putin? ¿Está preparado el país para ingresar a una democracia de mercado de tipo occidental? Lo único que parece ser cierto es que Rusia se encuentra aún en un período de transición en la que se van mezclando elementos del anterior régimen con las de aquel al que se aspira llegar. El tiempo y las características de ese proceso dirán el resto. Por lo pronto la historia es elemento que nos permite comprender cabalmente la realidad del país más extenso del mundo.

Abogado Gustavo Eduardo García

D.N.I. Nº 30.771.042

gustavo_garcia@argentina.com

Ateneo de Estudios Internacionales (ADEI)

ateneorrii@gmail.com

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