Al vernos bajar la cuesta…

Opinión – Por Pablo Callejón

Los actos masivos con movilizaciones espontáneas ó producto del combo dictatorial del choripan y la coca, parecen ostentaciones del pasado.  Allá lejos y hace tiempo, los políticos se bañaban en la euforia de muchedumbres que buscaban saldar deudas políticas, casi siempre impagas. Aquellas postales se canjearon por campañas cortas, conferencias prolijamente acompañadas por devotos aplaudiendo a rabiar y participaciones mediáticas.
La organización de eventos populares con artistas que garantizan una multitudinaria participación, más aún cuando la entrada es gratuita y el costo queda a cargo de las arcas oficiales del Estado, aparece como una estrategia oportunista que va detrás de méritos tercerizados.
Jorge Rojas, la “Mona” Jiménez y quienes completarán la lista hasta el 15 de abril, ocupan escenarios con candidatos forzados al baile ó empeñados en ganar alguna aprobación del público que llegó con otras motivaciones.
Aunque la Provincia no informó sobre el costo de los recitales, desde el juecismo señalaron que cada evento insume 400 mil pesos. Es decir, que se destinarían un millón 600 mil en los cuatro programados oficialmente en Río Cuarto.
También el municipio apeló a Iñaki Urlezaga y la masividad de los carnavales para exponer la figura del Intendente, aunque la metodología haya resultado bastante menos grotesca y costosa que la provincial.
Juan Jure sabe que será inevitable la provincialización de la última elección con relevancia en Córdoba y el país, donde su figura mide más que su gobierno y la incidencia del gobernador José Manuel De la Sota es para Miguel Minardi, su mejor carta.
A 45 días de la apertura de las urnas, la disputa aún no sabe de propuestas, ni debates. Los ciclos musicales ó las inauguraciones oficiales adquieren una intencionada motivación partidaria. La invitación a la fiesta colectiva podría ser solo producto de la oferta por la coyuntura electoral ó la extensión recurrente de producciones artísticas en las que se midan los réditos políticos de aparecer bailando en la pantalla de Crónica TV. En cualquier caso, el fin último de traducir la presencia multitudinaria en adhesiones electorales ó personales plantea el reduccionismo de subestimar sin matices a la gente.

“Subí a tu pollo”, le sugirió la Mona Jiménez a De La Sota, mientras Minardi esperaba su oportunidad sobre la escalinata de madera. “Todos le votamos a Miguel Minardo” exclamó el cuartetero y tras una aclaración del Gobernador sobre el apellido del candidato, el cantante volvió a equivocarse: “Vamos a votar a Miguel Monardi…” Segundo después, lanzó enérgico: “Digan sí, la puta que los parió, ó no vengo más a Río Cuarto”, esperando sin suerte alguna la exclamación de los fanáticos, en su mayoría jóvenes. Luego, llegó el ritmo de “Beso a Beso” con el que Jiménez, De la Sota y Minardi cerraron el espectáculo convertido definitivamente en un acto proselitista.
Jure se había retirado minutos antes junto a su esposa, después de haber compartido el palco con De la Sota y Minardi. Su presencia pareció una gentil devolución a la presencia del Gobernador en los carnavales. Podría haber sido una cordial expresión de buena relación institucional, pero la postal es una evidente contradicción con lo que sucedió antes y después.

Jure aspira a enfrentar una campaña sin licencias, en la que considera que “no es necesario prometer porque la gente votará por lo que se hizo”. Un pronóstico probable, aunque inconcluso. La ciudad de los próximos cuatros años no es solo la consecuencia de los aciertos y errores de la actual gestión, sino que debe incluir la visión sobre lo que se quiere desarrollar.  Aún cuando Jure aspire a una continuidad lineal de su proyecto de gestión, la exposición de propuestas y su debate colectivo no pueden quedar excluidas por especulaciones personales ó lo que le indican los sondeos.
Para Minardi la apuesta será aún más compleja. Su principal oferta electoral ha sido hasta ahora la siempre imprecisa promesa de industrialización de la ciudad. El déficit histórico de perfil productivo de Río Cuarto exige mucho más que el arribo del gas natural al Parque Industrial y no parece emerger un plan que supere el mero diagnóstico de una problemática que ha perdurado durante décadas.
Tampoco podría ser suficiente apostar a que se convertirá en un directo receptor del voto delasotista. Las elecciones durante el 2011 demostraron que el votante ha logrado diferenciar candidatos y circunstancias.
El tercer obstáculo podría surgir de la división interna en la que el peronismo local parece obstinado a repetirse. La falta de acuerdo con Marisa Arias y el enojo de los sindicatos, sin representación en la lista de concejales, no solo exponen las dudas sobre el impacto que tendrán en la militancia, sino que someten al justicialismo al reduccionismo de una discusión cercada por el microclima partidario.

Las campañas son cada vez más cortas y dispersas al interés del electorado. La previa al 15 de abril transcurre entre peleas intestinas, inauguraciones en secuencia infinita, recitales multitudinarios y discursos vacíos. Los políticos buscan mimetizarse en aquellos que gozan del reconocimiento por otros méritos y lo que parece llamar la atención popular es también la distracción en el abordaje de los déficits que presenta la ciudad. Cuando concluya la fiesta, cada uno será cada cual, y habrá que ver el desenlace de vernos bajar la cuesta.

Por Pablo Callejón (callejonpablo@yahoo.com.ar)
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