La imagen de la construcción del puente carretero de 1912 (foto principal), registrada por el fotógrafo Mateo Fogliatto, es el único antecedente documental de una obra que cambiaría para siempre la conjugación barrial de Río Cuarto
A principios de siglo XX, la ciudad se dividía en dos mitades quebrantadas por un río que sentenciaba a los del norte y a los del sur. La creciente urbanización confrontaba con la ausencia de nexos viales que integraran las tierras, todavía despobladas, en dirección a Las Higueras.
La imagen de la construcción del puente carretero de 1912 (foto principal), registrada por el fotógrafo Mateo Fogliatto, es el único antecedente documental de una obra que cambiaría para siempre la conjugación barrial de Río Cuarto.
El Carretero no fue el primer nexo vial, pero con los años se convertiría en el más importante, a partir de conectar la avenida de acceso sobre Banda Norte, con el centro de la ciudad.
En 1885 el Congreso de la Nación dictó una ley destinando la suma de cien mil pesos para la construcción de un puente sobre el Río Cuarto. La obra no se realizó, pero una comisión de ingenieros designada por el Ministerio del Interior realizó los estudios del ambicioso proyecto.
Según publicó el periodista e historiador Alberto Cubría, en 1903, el intendente Alfredo Boasi dirigió su reclamo al Ministerio de Obras Públicas de la Nación, el Doctor Emilio Civit: “Es una necesidad que puede decirse indispensable por razones de tránsito público de este municipio, la construcción de un puente sobre el Río Cuarto, que corre de oeste a este y divide completamente la planta urbana de la ciudad del resto del municipio hacia el norte, quedando a este rumbo un núcleo de población importante y laboriosa, dedicando a las tareas de la agricultura, cuyos productores tienen su colocación en gran parte de la misma ciudad; y existen también a ese lado del río y dentro del mismo municipio, los asientos de importantes establecimientos agrícolas y ganaderos, cuyos pobladores están en contacto diario con la ciudad y tanto aquéllos como éstos teniendo que vencer el serio inconveniente del paso frecuente del río, que a veces lo impiden completamente las crecientes durante días…”
Y en otro párrafo expresaba argumentos contundentes demostrativos del vuelo que adquiría la otrora Villa de la Concepción: «… bien sabe S.E. que Río Cuarto por su actuación en el pasado relativamente próximo tiene títulos adquiridos a la consideración del Superior Gobierno de la Nación; y porque hoy la ciudad de Río Cuarto es una de las más florecientes del interior teniendo asegurado un porvenir brillante que le deparan la riqueza de sus industrias agropecuarias y su situación inmejorable en el mapa de la República…»
Tras los festejos del Centenario, en 1910, la decisión política de la construcción del puente estaba tomada. En 1911 se creó una comisión en el Concejo Deliberante bajo la supervisión de la Dirección General de puentes, caminos y telégrafos, a cargo del ingeniero Juan Molina Civit.
La empresa responsable fue la Sociedad Harkot Duisburg C/ Rin (Alemania), que tenía como representantes en Buenos Aires a Greinstein y Koper- Arthur Koper S.A.
La obra del puente se materializó a través de contratistas y subcontratistas que realizaban trabajos parciales: unos en pilotaje de madera, otros la obra de mampostería y el armado de la estructura de hierro. Precisamente con este punto ocurrió un considerable atraso debido a que el subcontratista, un tal Eugenio Maggi, había derivado la responsabilidad de los trabajos en “empleados irresponsables e ineptos”, según el criterio del contratista, don Raimundo Vidal Baquet, que no sólo habían armado mal algunos tramos que era necesario recomponer sino que también le faltaban miles de bulones, remaches y placas metálicas.
Esto derivó en que el propio Vidal Baquet tuvo que instalarse en Río Cuarto y hacerse cargo personalmente del trabajo, hasta su finalización, describió Cubría.
El Puente nunca tuvo un acto de inauguración, aunque los diarios y referencias sobre el nexo vial indican que comenzó a funcionar a pleno en el 1913, cuando en la ciudad solo circulaban una decena de automóviles y el desarrollo estaba dictaminado por los carruajes a tracción a sangre.
Un siglo después
Casi 100 años después, el puente tendrá su evento de relanzamiento luego de una intervención integral realizada por el Municipio y que incluyó el trabajo de la repavimentación total de la carpeta asfáltica, la renovación de los accesos sur y norte y la pintura de la estructura metálica.
Los trabajos en el nexo principal entre Banda Norte y el centro demandaron una inversión de un millón de pesos.
También se cambiaron los herrajes de las juntas metálicas y se pintó integralmente, con la incorporación de un novedoso sistema de luces, que le dará un matiz multicolor durante la noche.