Boca Juniors y River Plate volverán este lunes a los entrenamientos de pretemporada, ambos ya en Buenos Aires, de cara al primer superclásico del año, que se desarrollará el miércoles en Chaco y será, como gran condimento, el primero desde el descenso al Nacional B del equipo de Núñez.
El encuentro se llevará a cabo en el estadio Bicentenario de Resistencia y pondrá en juego la Copa Chaco 2012, un trofeo creado por el artista local Germán Toloza y presentada en sociedad por el gobernador Jorge Capitanich. «Es la combinación perfecta entre la pasión deportiva y el colorido del espectáculo», explicó.
El árbitro del encuentro será Diego Abal. El otro superclásico, el 29 en Mendoza, será dirigido por Saúl Laverni.
Luego de la parte más dura de su pretemporada, realizada en la ciudad de Tandil, el plantel de Boca volverá mañana al trabajo en el complejo de Casa Amarilla.
El equipo de Julio César Falcioni, que ya cuenta con sus dos refuerzos (el volante Pablo Ledesma y el delantero uruguayo Santiago Silva), llega de quedar en el último puesto de la Copa de Oro de Mar del Plata, tras empatar sin goles con San Lorenzo y perder el sábado ante Independiente, por 1 a 0.
La expulsión del delantero Darío Cvitanich ante el «Rojo» (tras una fuerte falta al defensor Julián Velázquez) y la prohibición para la presentación de Silva ante River encendieron el ánimo de Falcioni, que amenazó con «poner a los pibes» en el superclásico.
Más allá de su enojo, y al menos en el ataque no tiene muchas otras opciones el DT boquense: suspendido Cvitanich, impedido Silva y lesionado Lucas Viatri, las variantes más «veteranas» con las que cuenta en la línea alta son Pablo Mouche y Nicolás Blandi.
Hacia atrás tiene más, y muy probablemente Falcioni se incline por una formación mixta, con la presentación de Ledesma.
El ánimo en River es mejor: salió campeón de la Copa Ciudad de Mar del Plata (0-0 con Estudiantes de La Plata, 2-1 a Racing Club) y mostró el debut sobresaliente del delantero franco argentino David Trezeguet (incorporación durante el receso junto con el volante Leonardo Ponzio), que le marcó un tanto a la «Academia» y se desvive por salir a jugar su primer superclásico.
Después de hacer la parte más física de sus trabajos de verano en el predio de la AFA en Ezeiza, el plantel que conduce Matías Almeyda volverá a las tareas mañana ya en el estadio Monumental.
El «Pelado» Almeyda ya anunció que en el segundo clásico, el 29 en Mendoza, pondrá una formación alternativa por la inminencia de las competencias oficiales (jugará ante Almirante Brown el 4 de febrero por la 19ª fecha del Nacional B), así que este choque del miércoles con Boca será la ocasión de probar a los titulares.
No podrá estar, eso sí, el volante Lucas Ocampos, con una distensión en el cuadríceps.
Lo saliente, más allá de ánimos puntuales por los partidos del verano, es la coyuntura histórica: Boca en Primera (y último campeón) y River, por primera vez en su vida, en el ascenso.
Esta asimetría inédita motivó la oposición del presidente de River, Daniel Passarella, a la realización de los partidos (el propio Almeyda sostuvo esta postura), pero los jugadores de uno y otro, sin embargo, bajaron el tono y hablaron del superclásico como lo que es y debiera ser: una fiesta única.