En el horno: 39,6º – Cómo sobreviven los riocuartenses al calor intenso

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Opinan un albañil, un taxista, un artesano, un trabajador de Gamsur y un vendedor ambulante.

Los espacios de sombra cotizan en oro en la jornada turbia, de irreverentes 40 grados. El calor de diciembre castiga sin tregua a los trabajadores sin techo, ni horarios. La ciudad es una postal vacía de peatones, con laburantes que le piden a la lluvia el milagro del alivio.
Ricardo es uno de los 10 albañiles en el obrador de un edificio sobre calle Irigoyen. Cada mañana, el amanecer los descubre sobre los pilotes de madera y los baldes de cemento. Al mediodía solo hay tiempo para el almuerzo y después, a trabajar bajo el calor asfixiante de la siesta.
“Hay que aguantar este calor. Arrancamos a las 7 de la mañana y le pegamos hasta que se baje el sol, no queda otra. Con los muchachos compramos una gaseosa y aguantamos”, afirmó.
A pocas cuadras, frente a la Plaza Roca, la fila de taxis parece infinita. Los tacheros se escurren entre la sombra de los árboles y esperan al cliente, que nunca va a llegar.
«Es imposible describir lo que se hace, acá no hay secretos: si no estás, no haces ningún viaje. El aire acondicionado trato de no colocarlo en la ciudad porque se exige mucho el motor, pero en los viajes largos es una necesidad. Igual, no hay gente en las calles”, admitió Raúl, chofer desde hace 20 años.
Frente a los autos en alquiler, la feria artesanal es una postal del microcentro vacío. Los stand se arman muy temprano y permanecen durante todo el día, aunque las ventas solo se producirán al atardecer.
«Cuando baja el sol la gente por lo menos se para a mirar. Hay que aguantar a la fuerza, no queda otra. ¿Hace 40 grados? Uhhh, prefería ni saberlo”, expresó Federico, un flaco de musculosa y jean arremangados.
A pocos metros de la Plaza, Marcos, un barrendero de Cotreco, cuenta las claves para disimular el sopor del verano: “Hay que mojarse bien la cabeza y tener un kiosquero que fie la gaseosa”.
Entre el cemento del microcentro y la ribera del río, la venta de churros es un clásico con música infantil. Marcelo camina 35 kilómetros todos los días y la siesta es un horario central para los que preparan el mate de la tarde.
«Vivo de esto y cuando hay tanta gente en el río no puedo faltar. Hoy se vendió bien y si sigue así a las 6 de la tarde no me queda nada”, señaló satisfecho.
Los obreros de la calle le ruegan a las nubes negras que llegan amenazantes por el milagro del agua y una licencia al infierno del final del año. La temperatura marca 40 grados y el viento es una brisa que quema.

 

Pronóstico para hoy:
Nubosidad variable. Probabilidad de lluvias y tormentas aisladas. Vientos moderados del sector norte.

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