En su mensaje navideño «urbi et orbi» («A la ciudad y al mundo»), denunció el deseo del hombre de querer «sustituir» a Dios, de «decidir lo que está bien y lo que está mal» y de creerse «el dueño de la vida y la muerte».El papa Benedicto XVI denunció este domingo en su mensaje navideño «urbi et orbi» («A la ciudad y al mundo») el deseo del hombre de querer «sustituir» a Dios, de «decidir lo que está bien y lo que está
mal» y de creerse «el dueño de la vida y la muerte».
Jesucristo, dijo el pontífice desde un balcón de la basílica de San Pedro ante decenas de miles de fieles, fue enviado a la tierra «para salvarnos, sobre todo del mal profundo, enraizado en el hombre y la historia», que «es la separación con Dios, el orgullo y la presunción de actuar por uno mismo».
Este mal consiste en «competir con Dios y sustituirlo, decidir lo que está bien y lo que está mal, ser el dueño de la vida y la muerte. Es el gran mal, el gran pecado», aseguró.
El Papa ha denunciado numerosas veces la voluntad de las sociedades occidentales descristianizadas de aprobar leyes sobre temas que tocan, según el Vaticano, los valores más sagrados de la vida, como el aborto o la eutanasia.
Por otra parte, pidió el fin de la violencia en Siria, «donde ya se ha derramado tanta sangre» y lanzó un nuevo llamado a la «solidaridad» con los pueblos del Cuerno de África, en el mensaje de Navidad «urbi et orbi» pronunciado este domingo en el Vaticano.
Decenas de miles de personas de numerosos países lo aclamaron, al grito de «¡Viva el Papa!» o «¡Benedetto!» (Benedicto en italiano).
El pontífice imploró a Dios «que dé un renovado vigor a la construcción del bien común en todos los sectores de la sociedad en los países del norte de África y Oriente Medio».
«Invoquemos juntos el auxilio divino para los pueblos del Cuerno de África, que sufren a causa del hambre y la carestía, a veces agravada por un persistente estado de inseguridad. Que la comunidad internacional no haga faltar su ayuda a los muchos prófugos de esta región, duramente probados en su dignidad», afirmó.
«Que el nacimiento del Redentor asegure estabilidad política en los países de la región africana de los Grandes Lagos y fortaleza el compromiso de los habitantes de Sudán del Sur para proteger los derechos de todos los ciudadanos», afirmó el Papa, que tampoco habló de la explosión ocurrida el domingo a la mañana en una iglesia de Nigeria, que causó al menos 15 muertos.
El pontífice instó a «todos los sectores de la sociedad en los países» árabes, sacudidos por cambios sociales y políticos, a participar en la «construcción del bien común».
Que «él, que es el Príncipe de la Paz, conceda la paz y la estabilidad a la Tierra en la que ha decidido entrar en el mundo, alentando a la reanudación del diálogo entre israelíes y palestinos. Que haga cesar la violencia en Siria, donde ya se ha derramado tanta sangre. Que favorezca la plena reconciliación y la estabilidad en Irak y Afganistán», dijo Benedicto XVI.
El Papa no habló de América Latina, región del mundo que cuenta con el mayor número de católicos. Sí se refirió a Asia. «Que el nacimiento del Salvador afiance las perspectivas de diálogo y la colaboración» en Birmania, dijo.
«Que el Señor conceda consuelo a la población del sureste asiático, especialmente de Tailandia y Filipinas, que se encuentran aún en grave situación de dificultad a causa de las recientes inundaciones», agregó.