Lo dijo Juan Carlos Guzmán. «Todo esto nos trajo más complicaciones. Siempre le pregunto a mi hermana: ¿para qué abrimos la boca?», afirmó. «Si tengo que esperar otros 10 años, ni siquiera puedo saber si voy a estar con vida. No quiero seguir pensando que algunos están con mi plata mientras yo sigo seco», destacó.
La herencia que le prometieron se múltiplica en una dimensión desconocida y en manos de otros. La plata que imaginó apilada ó en grandes maletines, permanece bajo la tutela judicial, como desde hace 40 años. Juan Carlos Guzmán, es un millonario sin dinero y el tiempo solo le ha permitido acumular lamentos.
El 14 de abril, el ADN demostró que los hermanos Guzmán decían la verdad. Juan Carlos y Gladys llevan sangre Manubens Calvet en sus venas y ahora esperan que los años de pobreza dejan lugar rápidamente a un sueño de monedas de oro.
«No tenemos ninguna novedad. Después de que dio positivo el ADN esperábamos hacer el trámite de filiación pero pasaron 9 meses y nunca nos convocaron», se lamentó.
Juan Carlos dijo a Telediario «que todos los días vienen con algo distinto porque hay mucho dinero y bienes en juego».
«Hay mucha gente que tiene intereses. Están las empresas, los herederos, los de la Justicia… hay mucha gente… Están frenando todo esto», sostuvo.
Si los números oficiales y las especulaciones mediáticas no mienten, Juan Manuel Manubens Calvet habría dejado una herencia estimada en 500 millones de dólares. Los hermanos Guzmán, considerados sobrinos nietos del hacendado, recibirían solo una parte, aunque suficiente para convertirlos en nuevos millonarios.
«Lo vemos todo tan verde, tan lejos. Se armó un circo con esto… Fue como una luz inmensa que se empezó a apagar y no sabemos que va a pasar», expresó Juan Carlos.
El heredero dijo que muchas noches pensó en que «muchos manejan la plata de la herencia mientras uno no tiene ni una moneda».
«La empresa donde trabajaba quebró y ahora vivo de changas. No tengo nada y lo peor es que la gente me para en la calle y me trata de mentiroso. Por eso es que no doy entrevistas y no quiero hablar con nadie», manifestó.
La fortuna aún no le sonríe y Juan Carlos teme que el tiempo le gane a la paciencia. En su precaria vivienda de barrio Alberdi sufre el mal de ausencia del dinero y cree que el cuento que protagoniza parece la historia de nunca acabar.
«Todo esto nos trajo más complicaciones. Siempre le pregunto a mi hermana: ¿para qué abrimos la boca?. Desde que era chico sabía que era un Manubens Calvet, pero ahora solo tengo problemas», indicó.
Juan Carlos pensó varias veces en abandonar la lucha y evitar el martirio de esa espera que no lo deja dormir.
«Tienen todas las pruebas, está todo demostrado, no tiene sentido seguir esperando. Si no sale esto rápido le dije a mi hermana que largo todo y se acabó. Si tengo que esperar otros 10 años, ni siquiera puedo saber si voy a estar con vida. No quiero seguir pensando que algunos están con mi plata mientras yo sigo seco», destacó.
Por Pablo Callejón (callejonpablo@yahoo.com.ar)
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