Apelando a los componentes mágicos que fueron cobrando protagonismo a medida que avanzaba su trama iniciada el 17 de enero, la tira El Elegido terminó este lunes con un final feliz en el que su protagonista y uno de sus productores Pablo Echarri hizo honor al título de la historia.
Andrés Bilbao (Echarri) es ungido juez y logra establecer un vínculo armonioso junto a su hija Alma (Maite Lanata), su pareja Mariana Estévez (Paola Krum) y el bebé de ambos, tras haber vencido al malévolo Oscar Nevares Sosa (Lito Cruz) que acaba confinado en un neuropsiquiátrico.
La victoria del bien encarnado por Andrés sobre el mal que portaba Oscar se corporizó después de que el muchacho quedara inmune a la herida mortal que su enemigo le propinó con una daga negra.
El rehue, balbuceó Nevares Sosa al ver que Andrés no resultó muerto ante su ataque, comprendiendo tardíamente la conexión entre la pareja y los pueblos originarios patagónicos para hacerse de un don capaz de neutralizarlo.
El cruce y su resolución sobrenatural quizá haya pretendido instalar en la audiencia que convirtió en serie de culto a esta propuesta programada por Telefé, la idea de que para vencer a determinadas maquinarias de impunidad, es imprescindible contar con un componente adicional, diferente a los usuales.
Al margen de estas licencias poéticas, El Elegido puso en pantalla la propuesta de la nueva productora El Arbol, encabezada por Pablo Echarri y Martín Seefeld (Santiago en el reparto) que ofreció una bella estética de inclinaciones pictóricas urdida por un equipo encabezado por los directores Negro Luna, Omar Aiello y Pablo Ambrosini.
El impacto visual le dio más que marco a un cuento guionado por Adriana Lorenzón y Gustavo Belatti que permitió subrayar los perfiles de ricos personajes sostenidos en grandes actuaciones.
El ya citado Lito Cruz dándole carnadura a su oscuro abogado todopoderoso y una impactante Leticia Brédice en la piel de la febril Verónica San Martín (esposa de Andrés y compinche de Nevares Sosa a quien finalmente le ruega que la mate porque su hija Alma defendió a Mariana), regalaron momentos antológicos.
En el haber de un elenco de alto vuelo, también resultó reveladora la llegada del teatro a la TV de Luciano Cáceres como David, hijo de Oscar que se suicidó de un balazo en la boca frente a su padre en el capítulo del lunes.
El plantel reunido para El Elegido también posibilitó el disfrute de las interpretaciones de Ludovico Di Santo, Mónica Antonópulos, Jorge Suárez, Paloma Contreras, Calu Rivero, María Carámbula, María Dupláa, Lucrecia Capello y Emilio Bardi, entre otros.
Salvo el pusilánime Roberto (Suárez) que acaba preso, para todos los demás el desenlace de la tira les regaló diversas dosis de alegría.
Greta (Antonópulos) se casa con su novia Paloma (Leonora Balcarce) y juntas adoptan al hijo de David y Gigi, su expareja quien fue asesinada por Verónica.
Octavio (Di Santo) deja de consumir drogas y continúa su matrimonio con Érica (Rivero), a quien se le aprecia una panza de embarazada, mientras que Santiago (Seefeld), guardián de la orden y quien supo proteger a Andrés y a Mariana durante toda la tira, comienza una incipiente relación con Lucía (Carámbula).
Otro par de actores de excepción como Patricio Contreras y Leonor Manso, quienes asumieron los roles de padres de Andrés, Mariela (Paloma Contreras) y Alejandro (Emilio Bardi), salieron de la historia asesinados por Nevares Sosa y motivaron la redención del protagonista que hasta allí era aliado de Oscar.
El cierre absoluto de la tira, que de acuerdo al reporte de Ibope se despidió con un rating de 16.4, se ubicó seis meses después donde en el parque de una quinta, Andrés y Mariana juegan con su bebé mientras Alma corre tras un perro que la lleva a unos pastizales y allí, cuando todo parecía haber terminado, ella encuentra sobre la tierra la estrella de cinco puntas, símbolo de la orden que atravesó la historia, y, al levantar la cabeza, se muestra sorprendida por algo que el televidente no pudo ver.
Entonces se recurrió a un poema de Jorge Luis Borges que dice: El porvenir es tan irrevocable como el rígido ayer. No hay una cosa que no sea una letra silenciosa de la eterna escritura indescifrable cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja de su casa ya ha vuelto. Nuestra vida es la senda futura y recorrida. El rigor ha tejido la madeja. No te arredres. La ergástula es oscura, la firme trama es de incesante hierro, pero en algún recodo de tu encierro puede haber una luz, una hendidura. El camino es fatal como la flecha, pero en las grietas está Dios, que acecha