Lo dijo Claudio Ceballos, viudo de Liliana Giacomelli, una de las víctimas de la tragedia en la Planta Piloto.
El ingeniero Claudio Ceballos escapó de las trágicas explosiones en la Planta Piloto de la Universidad y fue uno de los de los improvisados socorristas de docentes y alumnos. La mañana en que salvó su vida, no pudo evitar la sentencia de la muerte. Liliana, su esposa, fue una de las 6 víctimas fatales que enlutó definitivamente la memoria de la comunidad universitaria.
La inauguración de una nueva Planta Piloto significa una revisión sobre los reclamos que dejó la tragedia y una lección para impedir que algunos apuesten al olvido.
– ¿Que reflexión surge sobre la apertura de una nueva Planta Piloto?
– Creo que es un proceso necesario, que pretende ser sanador, aunque no desde el olvido. Es un momento bueno para mirar hacia el futuro, para volver a apostar y creer en valores de la Universidad Pública.
– ¿Este nuevo edificio representa los cambios que reclamaban en la seguridad y el control sobre las experimentaciones?
– No es un edificio más, está signado por un hecho que es muy significativo en la vida de la Universidad. Creo que va a representar un renacer. No hay certezas de que esto será así, aunque apostamos por ello. Los cambios deben ser continuos. Se ha mejorado en lo edilicio y hay cosas que nos debíamos y estamos ante un inicio significativo.
– La tragedia significó un impaz y la necesidad de debatir muchos aspectos de la UNRC, pero también fue la falta de un espacio para la experimentación durante 4 años. ¿Qué impacto cree que hubo en el contexto académico?
– Reconstruir una Planta Piloto lleva su tiempo. Es lo que debemos aprender: pequeñas acciones desmoronan lo que llevó mucho tiempo construir. En la parte de formación y capacitación hubo un impacto importante. Con esta nueva planta se apuesta a nuevos investigadores, algunos que fueron compañeros de Juan (Politano). Es también la continuidad de un logro valioso, que fue llevar a la carrera de Ingeniería Química a ser categorizada en el Mercosur.
– Para que no vuelva a suceder la tragedia, la reconstrucción debería ser desde la memoria. ¿Tiene temor que el paso del tiempo lamentablemente ratifique el olvido?
– Si, es un riesgo que está vigente. Más aún por nuestra propia indiosincracia. A veces nos negamos y, en realidad, debemos reconstruir la memoria, pensando en nuestros hijos y sus objetivos. Lo importante no es que nos equivoquemos, sino que podamos madurar sobre esos errores.
– Hay una nueva Planta Piloto y mucha discusión sobre lo que ocurrió. Sin embargo, queda la sensación de que aún sigue pendiente el contexto en el que deben darse las investigaciones, la injerencia de empresas privadas y el rol de los convenios de la UNRC…
– En cada área se debe tomar conocimiento de los riesgos, los peligros y los aspectos a favor y en contra de cada investigación. En esos procederes la Universidad debe ponerse de acuerdo. No implica fijar un criterio único, sino que se debe asumir que una de las cuestiones más difíciles son las propias personas.
– La vieja Planta Piloto es una estructura obsoleta que aparece en el corazón mismo de la UNRC ¿Qué se debería hacer con ese lugar?
– No es bueno para la salud y la memoria de que ese lugar pudiera ser demolido, ó se haga un uso inadecuado como si no hubiese pasado nada. Adhiero a que se genere un espacio cultural ó para charlas y congresos. Cuando ese espacio se libere deberían hacerse los estudios arquitectónicos para saber cuál es la propuesta. Pero, se debe recuperar para la memoria.
– ¿Cómo va a vivir el acto de mañana?
– Creo que es un momento muy especial, apostando la vida y la continuidad. Es lo que hubiesen deseado quienes fallecieron. No esperamos que no haya equivocaciones, aunque buscamos avances. Trataremos de apoyar para que esa iniciativa pueda concretarse.
“Nada será lo mismo después de la tragedia”