«Cuando vi el cuerpo sentí mucho dolor, estaba solo y lloré»

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Lo afirmó Cristian Mur, el andinista que encontró el cuerpo de Sorondo. «Cuando me dijeron que habían visto un punto anaranjado, miré a todos lados y hacia el norte vi un punto amarillo y negro. Empecé a correr, crucé un canal de hielo y le gritaba «¡Alejandro! ¡Alejandro!», relató.
«¿Quién puede explicar las pasiones humanas? Ninguno de nosotros puede explicar por qué vamos a la montaña, sabiendo que podemos dejar la vida ahí arriba. Pero seguimos yendo», afirmó Cristian Mur, el andinista que halló el cuerpo de Alejandro Sorondo.
«Cuando me dijeron que habían visto un punto anaranjado, miré a todos lados y hacia el norte vi un punto amarillo y negro. Empecé a correr, crucé un canal de hielo y le gritaba «¡Alejandro! ¡Alejandro!». Cuando llegué a donde estaba su cuerpo y lo vi, sentí mucho dolor. Estaba solo y lloré», afirmó.
Añadió que «fue muy duro, porque si bien estaba comunicado por radio, no queríamos transmitir el dolor por temor a que los familiares estuvieran escuchando abajo».
«Se me vinieron un montón de cosas a la cabeza. Me senté a unos cinco metros, y pensé que podría haber sido cualquiera de nosotros. Pensé en su familia, en cómo le iba a afectar. El día anterior había estado hablando con su madre. Después empecé a reconstruir cómo pudo haber caído, y cuando recorrí la zona y empecé a encontrar otras cosas de él, me puse peor», aseveró.

El primer accidente fatal

«Este es el primer accidente mortal en Tucumán de este deporte. El andinismo no encabeza las escalas de riesgo de los deportes extremos. Nuestras montañas son tranquilas para caminarlas», manifestó Manuel Parajón en diálogo con La Gaceta de Tucumán.
«Algunos tienen miedo a lo desconocido. Es como si a mí me dijeran que bucee a unos 30 metros de profundidad. No sé si me animaría», agregó Manuel.
Los andinistas hubieran preferido que su trabajo no se hubiese conocido por un hecho trágico. «El hombre lo hizo durante años. Cuando uno está en la montaña, se pone en contacto con ese lado primitivo, lo cual por lo menos a mí me emociona», explicó Hernán Parajón.
«Para mí fue la primera vez que me tocó vivir algo así. No tenía equipo ni ropa, me la cedió gentilmente un bombero de Concepción. Es duro estar arriba, por eso uno tiene que conocer sus límites y capacitarse para no ser una carga para sus compañeros. Yo valoré la idea general del grupo: buscar una persona que está con vida o con la mínima posibilidad de vivir», manifestó Raúl Agüero, del Grupo CERO de la Policía.
Los andinistas recomiendan que nadie se aventure por su cuenta a las montañas. «Los riesgos son de verdad, y hay que capacitarse. Y sobre todo, avisar a dónde se va, para que sepan dónde buscarlos si pasa algo. No es lo mismo ir al San Javier o a otros cerros medianos. En la alta montaña hay que estar formado», expresó Carlos Parajón.
«En el montañismo en general te vas a encontrar con tus límites, por ser una actividad extrema. Afloran tus límites personales, psicológicos, físicos y emocionales. Eso vas a encontrar allá. Hay gente que llegara más arriba o más abajo, pero permanentemente vas corriendo tus límites, y eso a veces tiene sus precios», concluyó Marcelo Soria, del Club Andino Tucumán.

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