Con la ilusión de un hincha de futbol deseoso de ver a su equipo perdurar al tope de la tabla de posiciones del máximo campeonato Argentino, me dispuse con mi hijo en la primera quincena de marzo, viajar a la Capital Federal con el único objetivo de apreciar en vivo y en directo el resurgir de las glorias y pasiones que se forjaron a lo largo de la historia en el Monumental de Nuñez, sin saber que el destino burlonamente ya nos había sacado pasaje en la segunda división.- Así fue, que por casualidad me encontré en aquellos días a pocos metros del obelisco con un campamento que desde Diciembre de 2010 mantenían integrantes de la Comunidad Qom (Tobas) de “La Primavera”, provincia de Formosa, que reclamaban la devolución de 1300 hectáreas, tierras que forman parte de las 5187 hectáreas de las que tienen título de propiedad comunitaria, pero que según afirman les han ido quitando con distintos artilugios, razón por la cual intentaron un corte de ruta, que tras un violento desalojo en noviembre pasado termino con la muerte de uno de los miembros de la comunidad. Estas circunstancias, los llevaron a tomar la decisión de llegar hasta la Capital, debido a que desde allá lejos y en el monte, sus derechos son violados permanentemente por empresarios y compañías internacionales que operan con la aquiescencia “expresa y tacita” de los gobiernos provinciales y nacional. En este sentido, las distancias e intereses en juego los han puesto en una nueva categoría de “desaparecidos” a los que podemos llamar “los invisibilizados” –están pero no se los quiere ver, se ignora su presencia y por ende sus problemas- (recuerdo al lector que pese a estar en el centro de poder donde se toman las decisiones, fueron finalmente recibidos por el Ministro Randazzo, luego de seis largos meses, y sólo después de que se produjera un corte parcial por cinco días, de la Avda. 9 de Julio; concordando esta acción, los reclamos públicos llevados adelante por el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, que se dispuso como nexo entre la comunidad Qom y el gobierno).
Mi viaje de apoyo a un equipo que se debatía entre el cielo y el infierno según desde donde se contemplara la tabla de posiciones, jamás tendría la dimensión de éste “drama” nacional aun irresuelto; y aunque traté, con muy pocos elementos, reflexionar y brindar alguna respuesta más o menos satisfactoria a los planteos efectuados por mi hijo, poco pude argumentar sobre la prolongada lucha de estos hermanos, que en condiciones de indigencia soportaban el alocado y hostil paisaje urbano.-
El destino, me depararía aún sorpresas, meses después y casi por casualidad, autoridades de nuestra universidad me propusieron acudir a las “III Jornadas de Derecho Indígena e Interculturalidad” en San Ramón de La Nueva Oran Provincia de Salta, el 24 y 25/06 pasado, viaje largo caracterizado en sus últimos tramos por la estimulante monotonía verde de bosques nativos que abruptamente se interrumpía por la acción productiva del hombre blanco que sin contemplaciones, ni remordimientos, arrasa la gruesa y añeja vegetación como también la generosa vida que ella alberga, para dar lugar al “yuyo” sojero (un nuevo verde, que ya no es necesariamente sinónimo de vida).
Ya en el encuentro, tuve la oportunidad de compartir unas horas con Héctor Saravia, dirigente de la Comunidad Wichi de Los Blancos – Salta, al principio me deja hablar, preguntar y explicar de donde provengo; mientras tanto, él miraba minuciosamente las baldosas de la vieja escuela, para luego buscar el horizonte; Héctor es un hombre prudente, piensa y no arriesga palabras, sus silencios son eternos, seguramente porque desconfía de todos los criollos y… ¿por qué no habría de hacerlo? con el antecedente de centenares de años de persecución, sometimiento, despojos y promesas incumplidas para con su pueblo. Con el correr de los minutos, sin otro puente mas que un mate compartido, tibiamente se anima a intercambiar algunas ideas con un vocabulario escueto y forzado en un lenguaje que no le es natural, finalmente logra soltarse y me adentra sobre la problemática de las etnias que ocupan la región del norte argentino: Tobas, Pilagás, Mocovíes, Wichis, Chorrotes, Chulupies, Chiriguanos-Chanés que en un número aproximado al millón (según el último censo) subsisten con sus formas de vida originarias, manteniendo los patrones comunitarios y alternando sus tradiciones con la realidad de los contextos regionales en los cuales se asientan.- Éste hermano, denuncia con amargo rostro de resistencia, los intentos generalmente exitosos de “invisibilizar” esa realidad, caracterizada por desmontes, desalojos violentos, inundaciones, sequías, intoxicaciones con agroquímicos, enfermedades, desnutrición y pobreza, que no es otra cosa más que el costo socio-ambiental, sanitario y económico del revitalizado “modelo agro-exportador” ampliado ahora a “petrolero, forestal y minero” que coincide en gran parte, con el escenario de los ancestrales territorios indígenas.- Otros caciques, presentes en el encuentro, denuncian, que aquellos que representan a las mayores comunidades deliberadamente no se les proporciona DNI, ni tampoco a sus familias, – la razón es muy simple – si bien el Art. 75 inc. 17 de la C. Nac., dice: «Corresponde al Congreso Reconocer la preexistencia de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptibles de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afecten y que las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones.», es la Ley Nacional 23.302 la que reconoce el derecho de acceso a la propiedad de la tierra, previa obtención de la personería jurídica que se debe tramitar ante el registro correspondiente) por lo que la ecuación se traduce en: “sin documento, no hay personería y sin ella, no hay tierras para sus comunidades; sin documento, no hay acceso a la Justicia y por lo tanto no hay adjudicación de títulos de propiedad vía sentencia, pese a tener la posesión desde tiempos inmemoriales”, situación que es aprovechada por inescrupulosos hombres de negocio, que si reúnen los requisitos exigidos por la legislación vigente para logar los títulos de propiedad de los territorios en disputa.-
Masticando impotencia, emprendí el regreso para llegar a Córdoba justo a la hora en que se desataba la fiesta “celeste”, y aunque mi espíritu no digería aun el resultado del partido, estaba claro que éste traspié deportivo, circunstancial, y anecdótico, habría de llenar miles de hojas en diarios y revistas de tirada nacional, horas y horas de espacio televisivos y radiales, mientras que temas que verdaderamente deberían captar nuestro interés, como lo es “el genocidio invisible de los pueblos originarios”, “el saqueo de nuestros recursos naturales” a manos de las corporaciones nacionales e internacionales que operan bajo la mirada cómplice de los gobernantes de turno, escasamente logren algún tipo de repercusión en los medios de la prensa comercial u oficial. ¡ Qué pena… que lo esencial sea invisible a los ojos..!
Prof. Pablo Ezequiel Salinas, Dpto. en Cs. Jurídicas, Políticas y Sociales