«Hay periodistas que dicen que es imposible hacer periodismo en la Argentina, ¿pero por qué? ¿Qué problema hay para decir lo que queramos hoy en día? Si las críticas a la presidenta son cada vez más fuertes… Yo también sentí esa confusión entre crítica y ataque a la libertad de expresión alguna vez, cuando me fui del canal, pero estaba equivocado. Porque mis jefes me reprochaban o me criticaban algo, y yo sentía que eso limitaba mi libertad de expresión. Pero cuando un medio prescinde de mí, ¿ataca a la libertad de expresión, o es una situación laboral? Lo mismo me pasó en empresas de derecha. Y ninguno limitó mi libertad de expresión, porque yo seguí diciendo lo que quería; simplemente prescindieron de mis servicios. Hoy tenemos no sólo libertad, sino libertinaje de expresión, en el sentido de decir que la presidenta está loca o sugerirlo en tapas de diario. Pero no cabe ningún tipo de duda de que en la Argentina se goza la libertad de decir lo que se quiera.
Es indispensable como periodistas tener una medida ética en nuestro comportamiento. Si los secuestros se producen una sola vez y no a lo largo de todo un día, ¿por qué repetirlos insistentemente? Lo que ha enfermado a las sociedades, más allá de las luchas políticas de los medios, es que los canales necesitan alimento para llenar 24 horas de programación, especialmente en el cable. Entonces se les vuelve una necesidad meter la cámara en la casa de un tipo que se está por tirar del balcón o en una toma de rehenes que les llenan cuatro horas de programa. Más insólito aún cuando es TN el canal que está prendido en las casas y redacciones uruguayas. Y el problema es que a lo que era un descalabro por una falta de ética y estética, se sumó un interés político por demostrar una sociedad desquiciada por la violencia. Estamos viviendo una etapa de absoluta desvergüenza en el comportamiento de los medios. Cada vez que hay un asesinato en sociedades con millones de personas como las nuestras te lo repiten hasta el hartazgo. ¿Es eso todo lo que pasa en un país?»
Víctor Hugo Morales (Fragmento de entrevista en Revista Sur)
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“Pero vos, Jorge (por Lanata), vos con quien compartimos tantos años, tanta utopía, tanta pelea en solitario contra viento y marea y, sobre todo, tanta seguridad de que si tocaban a las Madres nos tocaban a todos, a todos los como vos y como yo y como tantos, ¿qué te pasó, Jorge? ¿Qué te pasa? ¿Estás nervioso? ¿Qué hacés mendigando espacios en el territorio de ellos, para decir lo que les conviene contra lo que tanto tiempo soñamos juntos? ¿A vos te parece hacer eso? Entendeme: no hablo de que nunca se debe trabajar en campo contrario, y menos que menos en esta profesión. Y además, si fuera por eso yo no sería uno de los más indicados para decirlo. Pero si, encima de tener que resolver esa contradicción, te convertís en el vocero explícito de lo incompatible con lo que pensás, ya no es dialéctica, Jorge. Es servilismo. ¿O es que siempre pensaste como ellos y haber sostenido lo inverso fue de oportunismo transgresor? Vos edificaste sobre la transgresión, Jorge. Una transgresión progre, humanista, llamémosle de izquierda. Y la estás haciendo percha con una transgresión contrapuesta que ni siquiera es pícara, porque la cancha te la marcan ellos para que vos juegues con el extremo de ensuciar a las Madres. Nada menos que a las Madres”, señala hoy en su columna.
Eduardo Aliverti (Fragmento artículo publicado en Página 12).
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«Creen que emulan a Rodolfo Walsh y apenas les alcanza para ser una imitación, de mala calidad, de Bernardo Neustadt. Hoy es el Día del Periodista y la alusión a tan antagónicos nombres viene al caso para, a partir de sus semblanzas, establecer similitudes y diferencias, más tácitas que explícitas, con el ejército de informadores que revistan en alguna de las múltiples vertientes (audiovisual, gráfica y redes sociales) del creciente aparato estatal y paraoficial de comunicación. La maquinaria está conformada por medios públicos, empresarios «amigos», hombres y mujeres de prensa oficialistas de corazón y los conversos, que nunca faltan, sólo por amor al dinero y al pluriempleo bien remunerado. Estos son los más fáciles de detectar porque exhiben, por lo general, un fanatismo afectado y superficial, además de mostrarse decididamente coléricos con quienes se aparten medio centímetro del catecismo oficial. Son exégetas renegados de Bernie porque aseguran aborrecerlo, aunque paradójicamente lo han superado con creces como orgullosos hiperoficialistas»
Pablo Sirvén (Fragmento de opinión publicada hoy en La Nación)