El inédito descenso de River Plate al Nacional B supone, al margen de la vergüenza deportiva, un golpe letal para la tesorería del club, despojado de recursos, hundido en deudas y con un déficit anual creciente.
La primera y considerable pérdida ecónomica del «26-J millonario» reside en los derechos televisivos, la principal fuente de ingresos para los clubes del fútbol argentino.
Su nueva categoría de segunda división implica un recorte de 24 millones de pesos anuales en el contrato con «Fútbol Para Todos», del que ya recibió adelantos correspondientes a la próxima temporada.
Ya no serán 28 sino cuatro los millones que percibirá la entidad presidida por Daniel Passarella, quien deberá profundizar sus conocimientos de gestión para sostener al gigante en el ascenso.
River arribará a la B Nacional con un pasivo oficialmente reconocido de 98.105.794 pesos y un déficit operativo anual creciente desde que asumió el «Gran Capitán», en diciembre de 2009.
En el último año, el club de Núñez aumentó de 34 a 47 millones de pesos los gastos del fútbol profesional; de 2,7 a 4,2 millones el costo administrativo y de 5,8 a 7,2 el importe pagado por seguridad.
Además, Passarella deberá resolver la situación de un plantel profesional que reclama una deuda cercana a los 30 millones de pesos (16 en concepto de primas contractuales).
La compleja situación amenaza con dirimirse en Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA) y hasta podría trascender a los estrados judiciales para lograr la libertad de acción de algunos de ellos.
Con el dolor del descenso reciente, algunos nombres, acaso los más importantes del plantel actual, tienen prácticamente la salida asegurada del club.
Juan Pablo Carrizo y Mariano Pavone, ambos a préstamo, tienen cláusulas de compra impagables para River; Jonathan Maidana y Walter Acevedo regresarán a Ucrania; Matías Almeyda se retirará del fútbol y Erik Lamela -única joya de la cantera- forzará su salida para no desvalorizarse, si es que no está ya vendido al fútbol italiana como se dice en los pasillos del Monumental.
Otros casos a resolver serán los de Alexis Ferrero, Juan Manuel Díaz, Carlos Arano y Leandro Caruso.
«Con un solo día de deuda los jugadores pueden reclamar su libertad de acción», anticipó días atrás Sergio Marchi, secretario general de FAA.
En medio del complejo escenario que se avecina, River deberá también replantear el fideicomiso deseado por Passarella como única posibilidad de rescate económico.
El club pretende un salvataje de 20 millones de dólares, que fue negado por una calificadora de riesgo, y ahora depende del análisis del Banco Provincia.
Sin ese ingreso, las entradas económicas del club se reducen a un pequeño conjunto de contratos publicitarios, que hasta podrían renegociarse por la desgracia deportiva.
Con Adidas tiene un vínculo de 20 millones de dólares por seis años que vence en 2014; con Petrobras, 2,5 millones de dólares anuales hasta julio de 2012; y con Tramontina 600.000 dólares por temporada hasta enero próximo.
En el aspecto futbolístico, jugará un torneo largo, de 38 partidos, que por primera vez en la historia tendrá seis campeones del fútbol argentino: Quilmes, Huracán, Rosario Central, Ferro Carril Oeste, Chacarita Juniors y el propio River.
Además, jugará contra rivales «extraños» para su historia como Brown de Madryn, Almirante Brown, Deportivo Merlo, Patronato de Paraná, Defensa y Justicia, Independiente Rivadavia de Mendoza, Boca Unidos de Corrientes y Aldosivi de Mar del Plata.
Y volverá a toparse con Atlanta, Gimnasia de Jujuy, Atlético Tucumán e Instituto de Córdoba.
El apoyo lo contará exclusivamente en el estadio Monumental porque el ascenso argentino impide la presencia de público visitante desde la temporada 2007-2008, salvo que la medida, con River en el certamen, sea ahora revertida.
Fuente: Telam