La propia Casa Blanca ha sembrado las dudas en las últimas horas al adornar con nuevos detalles el relato de los hechos. Según la última versión oficial, el ex líder de Al Qaeda ni estaba armado ni empleó como escudo humano a una mujer cuando el comando de fuerzas especiales le disparó en la cabeza.
La operación de comandos que acabó con la vida de Osama Bin Laden el pasado lunes en Pakistán ha sido un éxito militar sin apenas resquicios y en el plano político ha supuesto un logro sin precedentes para la presidencia de Barack Obama. Pero según pasan las horas, se van conociendo más detalles que ponen de relieve serias contradicciones entre los miembros del Gobierno estadounidense a la hora de relatar lo acaecido en esas 40 horas de operación. La propia Casa Blanca ha sembrado las dudas en las últimas horas al adornar con nuevos detalles el relato de los hechos.
Según la última versión oficial, ofrecida por el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, el exlíder de Al Qaeda ni estaba armado ni empleó como escudo humano a una mujer cuando el comando de fuerzas especiales le disparó en la cabeza y en el pecho en su escondite de Abbottabad. Este relato contradice en parte la primera versión ofrecida por el principal asesor de seguridad del presidente, John Brennan, quien aseguró que Bin Laden «estuvo implicado en el tiroteo».
La pregunta que muchos se hacen ahora es por qué el comando optó por matar al terrorista internacional en vez de detenerlo. «Se resistió. El personal estadounidense en el terreno se manejó con la máxima profesionalidad y [Bin Laden] fue abatido en la operación por la resistencia que opuso», explicó Carney, quien añadió que el hecho de estuviera desarmado no modifica la calificación de resistencia, ya que «existen muchos modos de resistencia que esgrimir un arma».
En paralelo a estas declaraciones, el director de la CIA, Leon Panetta, despejó anoche cualquier duda sobre la misión específica de los militares. «Teníamos autorización para matarlo, eso estaba claro. Pero también, si en el enfrentamiento [Bin Laden] de repente levantaba los brazos y se rendía, para capturarlo, si se hubiera dado la oportunidad. Pero eso no sucedió», explicó en declaraciones a la televisión NBC.
Estas últimas revelaciones han puesto a la Administración Obama a la defensiva y a la opinión pública ante la tesitura de si Washington exageró en un primer momento los elementos que rodearon la arriesgada operación terrestre con meros fines propagandísticos, informa The Washington Post.
Pero las declaraciones más espinosas de Panetta fueron las relativas a la tortura, al asegurar que quizá ahora haya cuestiones «que deben someterse a debate». Quizá el modo en como se consiguió la información que ayudó a capturar al líder del terrorismo yihadista. Según sus declaraciones, la información obtenida de los detenidos en las cárceles secretas de la CIA, entre ellas Guantánamo, mediante la polémica técnica de asfixia simulada ayudó a trazar el plan que acabó con la vida de Bin Laden. Aunque en la entrevista, Panetta reconoce, que las claves que llevaron a los servicios de espionaje a hallar el escondite del líder de Al Qaeda procedieron de «muchas fuentes de información», y no sólo de ésta.
Preguntado por si en esas «técnicas de interrogación coercitivas» se incluía la asfixia simulada, el director de la CIA, que próximamente tomará el relevo a Robert Gates al frente del Departamento de Defensa, respondió: «Correcto».
¿Fueron los brutales interrogatorios a detenidos determinantes para recopilar los datos que condujeron a la CIA hasta el refugio de Bin Laden?. La pregunta se la hace hoy el diario The New York Times cuando se cumplen dos días de la muerte del terrorista más buscado de la historia en una operación relámpago llevada a cabo por un comando de fuerzas especiales de la Armada de EE UU y en pleno debate sobre el empleo de la tortura en los interrogatorios a sospechosos de terrorismo.
Varios exresponsables del anterior Gobierno del presidente republicano George W. Bush han visto en la muerte de Bin Laden la ocasión perfecta para reivindicar la política de las conocidas como «técnicas de interrogatorio mejoradas», como el waterboarding o ahogamiento simulado, para obtener información de los detenidos. Entre ellos está John Yoo, un exresponsable del Departamento de Justicia y que en su día escribió los memorandos secretos en los que se justificaba el uso de estos interrogatorios brutales. «El presidente Obama puede reivindicar, con todo derecho, el éxito alcanzado hoy», escribe Yoo este lunes en la publicación National Review, «pero se lo debe a las duras decisiones tomadas en su día por la Administración Bush»
Pero si se analiza en detalle los interrogatorios a prisioneros, como The New York Times asegura que ha hecho, se llega a la conclusión de que las técnicas agresivas para obtener información privilegiada jugaron un pequeño papel a la hora de identificar al mensajero de confianza de Bin Laden, el kuwaití Abu Ahmad, clave para dar con el paradero del responsable del peor ataque contra EE UU desde la II Guerra Mundial.
Un detenido, que aparentemente fue objeto de algún interrogatorio puntual con dureza, ofreció una descripción crucial del correo de Bin Laden, según responsables de esos interrogatorios.
Glenn L. Carle, un agente retirado de la CIA que participó en interrogatorios a detenidos en 2002, ha asegurado, en conversación telefónica con el diario neoyorquino, que las técnicas coercitivas «no proporcionaron información útil, significativa ni fidedigna».