No es la mejor forma de llegar a un choque que define quién se queda con el título más importante del fútbol de clubes de Europa. Y mucho menos si se trata de un referente dentro de uno de esos equipos. Pero así, escandalosas, son las horas por las que pasa el galés Ryan Giggs, un auténtico ícono, un histórico, del Manchester United. La Leyenda de los Diablos Rojos quedó envuelta en un escándalo por infidelidad que copa las portadas de la prensa sensacionalista británica y que explotó cuando el mismo llevó el caso a los Tribunales.
La historia es así. Desde hace varias semanas, se conocía que un importante jugador había demandado a la red social Twitter y había presentado un reclamo ante la Justicia para evitar la difusión de información sobre un supuesto caso de infidelidad. Incluso ayer, el Tribunal Supremo británico le dio el visto bueno y rechazó un pedido del sensacionalista «The Sun», que quería publicar la información basándose en miles de tweets que circulaban en la red. Pero luego el diputado John Hemming usó su inmunidad parlamentaria para identificar a Giggs. «Cuando 75 mil personas han nombrado a Giggs, obviamente es impracticable encarcelarlas a todas», dijo el legislador.
El jugador del Manchester habría mantenido una relación con la estrella del Gran Hermano británico, quien también fue Miss Gales en 2003. La actitud de Giggs de dar batalla en los tribunales logró, finalmente, dar más difusión al caso e incluso disparar debates sobre el derecho a la privacidad y la difusión. Incluso, fue abucheado el fin de semana pasado en Old Trafford –donde el Manchester juega de local- por los hinchas rivales.
Giggs tiene 37 años y está casado con Stacey Cooke, con quien tiene dos hijos de ocho y cinco años. Hasta aquí, siempre fue considerado un «señor» y un padre ejemplar.