Los restos de Karol Wojtyla ya se encuentran frente a la monumental tumba de San Pedro. Estará allí hasta el domingo, cuando se convertirá en beato. Se espera la visita de miles de fieles de todo el mundo.
El féretro con los restos de Juan Pablo II fue sacado hoy de la tumba que ocupaba en las Grutas Vaticanas y colocado sobre un catafalco cubierto con una tela blanca bordada en oro delante de la monumental tumba de San Pedro.
El ataúd permanecerá en ese lugar hasta la mañana del domingo 1 de mayo, cuando será trasladado ante el Altar de la Confesión de la basílica de San Pedro, para que los fieles puedan venerarlo una vez beatificado por Benedicto XVI.Las cajas, informaron fuentes vaticanas, fue sacada pocos minutos después de las 9 (7 GMT) por personal del Vaticano.
Según precisó el portavoz vaticano, Federico Lombardi, el cardenal arcipreste del templo, Angelo Comastri, entonó el canto de las letanías y se celebró un momento de plegarias.
Junto a Comastri asistieron el cardenal secretario de Estado, Tarcisio Bertone, que cerró la ceremonia; el gobernador del Estado de la Ciudad del Vaticano, el cardenal Giovanni Lajolo; y el cardenal de Cracovia (Polonia), Stanislao Dziwisz, que fue secretario personal de Juan Pablo II durante cuarenta años.
También asistieron los arzobispos Fernando Filoni («Nº 3» del Vaticano) y Piero Marini (maestro de ceremonias de Juan Pablo II), y sor Tobiana y otras seis monjas que cuidaron a Juan Pablo II hasta su muerte.
La lápida que cubría hasta ahora la tumba del papa Wojtyla será llevada a Cracovia y colocada en una nueva iglesia que se dedicará a Juan Pablo II en esa ciudad polaca.
Juan Pablo II fue enterrado, como manda la normativa vaticana, en tres cajas. La primera, de madera, que es la que se vio durante el funeral del 8 de abril de 2005. Despué esa caja fue introducida en otra de plomo y esa, de nuevo en otra de madera, que es la que se vio hoy cuando se extrajo de la tumba.
Las Grutas Vaticanas (cripta de la basílica de San Pedro) permanecerán cerradas al público desde hoy hasta primeras horas de la tarde del 1 de mayo.
El féretro con los restos del papa Wojtyla, fallecido el 2 de abril de 2005 a los casi 85 años (los habría cumplido el 20 de mayo) no será abierto, ni el cadáver exhumado, debido al corto espacio de tiempo que hace desde su fallecimiento.
Una vez que Benedicto XVI lo haya proclamado beato, en una ceremonia que comenzará a las 9 (7 GMT) del 1 de mayo, el papa Ratzinger y los cardenales con los que concelebrará la misa irán en procesión desde la Plaza de San Pedro hasta el interior de la basílica, donde se postrarán ante el féretro y rezarán.
Después, todos los fieles que lo deseen podrán acercarse hasta el féretro para rendir homenaje al Papa que guió a la Iglesia durante casi 27 años (1978-2005) y la introdujo en el tercer milenio.
La basílica de San Pedro estará abierta mientras dure el flujo de fieles para permitir que los cientos de miles que se esperan puedan rezar ante el primer pontífice polaco de la historia.
Una vez concluida las celebraciones, el féretro será trasladado a la capilla de San Sebastián del templo vaticano, para permitir una mayor afluencia de fieles en el futuro.
Esta capilla, situada entre la que acoge a la «Piedad», de Miguel Ángel, y la Capilla del Santísimo, fue restaurada, con nueva iluminación y sonido, y guarda actualmente los restos del papa Inocencio XI (1611-1689).
El cuerpo de Juan Pablo II reposa desde el 8 de abril de 2005, fecha del funeral, en las Grutas Vaticanas, en la que fue tumba del beato papa Juan XXIII y a pocos metros de la tumba de San Pedro.
Juan Pablo II era el único papa enterrado entre dos reinas, Cristina de Suecia y Carlota de Chipre.
Hasta ahora, una sencilla lápida de mármol blanco jaspeado cubría la tumba del papa polaco, que se convirtió en lugar de peregrinación de fieles de todo el mundo.
Según datos del Vaticano, una media de más de 20.000 personAs la visitaban a diario.
«Ioannes Pavlvs PP II. 16.X.1978-2.IV.2005» eran las únicas letras y números grabados en la losa de mármol, proveniente de la famosa montaña de mármol de Carrara, en el noroeste italiano.
La losa medía 2,20 metros de largo por 1,20 metros de ancho y estaba colocada de manera que los fieles podían verla y leer lo escrito con facilidad.