El aula que lo igualaba y lo contenía, abría un abismo pedagógico que decidió el final a mitad de camino. Para los directivos del colegio Concordia, el CBU significa un punto de inflexión irrebatible en la continuidad del alumno y el epílogo del programa integrador.
Juan Manuel tiene 17 años, la edad que anticipa el final del secundario, el vals del egreso, el viaje a Bariloche y el sueño universitario. Ese es parte del mundo que imagina aunque se encuentre en cuarto año, con una discapacidad cognitiva que le impide leer y escribir con facilidad.
Ingresó al colegio Concordia en quinto grado y se convirtió en un alumno de la sigla NEE –Necesidades educativas especiales-. Con el aporte de psicológicos, psicopedagogos, neurólogos y una docente integradora asimiló de manera diferencial un mundo que le resultaba incompatible con sus posibilidades reales de aprendizaje. Durante tres años de primario y otros tres del secundario, Juan Manuel cursó una particular currícula con notas de 7 y 9, aunque su aprehensión educativa fuera sustancialmente inferior a la de sus compañeros.
El aula que lo igualaba y lo contenía, abría un abismo pedagógico que decidió el final a mitad de camino. Para los directivos del colegio Concordia, el CBU significa un punto de inflexión irrebatible en la continuidad del alumno y el epílogo del programa integrador.
Los padres de Juan Manuel creen que la decisión se parece al destierro. Sostienen que el mundo de Juan Manuel es todavía tangible y lo prefieren desigual en un contexto de iguales. Lo que les niega la autoridad del centro educativo esperan recuperarlo al amparo de la Justicia.
Los intentos de conciliación se han desvanecido en contradicciones y singularidades. Desde el colegio sentencian que Juan Manuel tiene el pensamiento de un niño de segundo grado, «incapaz de reconocer si le dieron bien el vuelto de un mandado». Los padres, en cambio, consideran que la integración solo se habrá cumplido si él llega a sexto año, con su fiesta de egreso y diploma formal. Aceptan una complementariedad con una institución de enseñanza especial, pero sin abandonar la contención afectiva del aula en el Concordia.
El mundo de Juan Manuel se disgrega en la línea indivisible del Ecuador enfrentada por posiciones que aparecen irreconciliables. Durante 6 años disfrutó de ser parte de ese contexto que le resultaba irresuelto y complejo. La sujeción afectiva no significaba la formación pedagógica. Pero así lo preferían él y sus papás. Así lo aceptaban docentes, compañeros y directivos.
Ana María, la mamá de Juan Manuel, no solo espera que la Justicia se expida sobre la evidente distancia entre el aprendizaje de su hijo y el resto de los alumnos del CBU, sino sobre la pertinencia de interrumpir abruptamente el plan integrador que recrearon aún a partir de diferencias concluyentes.
El mundo de Juan Manuel tiene otros mundos. El pibe que despierta y duerme con la camiseta de Estudiantes, juega picados imaginando un pase gol a Nicolás Rodríguez y flaquea el ocio con horas de internet, es un alumno de asistencia perfecta. Entre la hinchada de Los Leones ó en el banco de la escuela, la pertenencia, aunque imperfecta, se asemeja a lo que quiere.
La Justicia ahora tendrá tiempo para escuchar las partes, valorar argumentos y dar su dictamen. La racionabilidad legal sustituirá al sentido común que no pudieron hallar directivos y padres. Una trama que no se parece a la de las aulas, en un mundo que Juan Manuel ya no reconoce.
Por Pablo Callejón (pjcallejon@yahoo.com.ar)
Fabricio: Las autoridades del Concordia en este momento deben estar pensando «con amigos así no me hacen falta enemigos». Al afirmar que las cosas buenas nunca fueron noticias se deduce que las malas sí lo son y por consiguiente al ser noticia el colegio Concordia actuó mal.
Se nota q Fabricio es alguien de la escuela Concordia. Por favor: no descalifiquen a los padres, porq se q ellos se preocupan y se oupan de Juan Manuel. La descalificación es una actitd propia del resentido.
no creo que sea un destierro… la propuesta de integración entre el divino niño y el concordia era una oferta que procuraba, por un lado, no desterrar a Juan Manuel ya que de ese modo iba a seguir en contacto con sus compañeros, y por el otro, se le ofrecía la posibilidad de aprender contenidos relacionados al mundo laboral, que lo preparara para la vida, más cerca de sus posibilidades.
Los padres lo unico que quieren es tener una guardería para su hijo… ellos no reconocen las dificultades cognitivas y son ellos quienes lo exponen… La Escuela es la unica que se PREOCUPA por el futuro del menor.
por otro lado, con la misma lógica de pensamiento: «que permanezca con sus compañeros, que pueda egresar y realizar viaje de fin de curso»… podría demandar lo mismo cualquier otro alumno que repite de año… alegando destierro… es incoherente lo que piden…
Por favor, no destruyan a la escuela… no la rotulen negativamente… hay tantas cosas BUENAS que se hacen y por eso nunca fueron noticias.
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