Jerry Winkler, de 28 años de edad, estaba viviendo en las calles cuando descubrió que él era el único hijo y heredero de un hombre de negocios multimillonario.
La infancia de Jerry fue traumática. Cuando a su madre le encontraron un tumor cerebral, lo mandaron a vivir con el hombre que pensó era su padre. Pero su relación con la nueva familia era muy difícil. Terminó en centros de acogida.
Durante los siguientes cinco años fue trasladado de una casa a otra. Poco a poco fue cayendo en la delincuencia menor y las drogas.
Descubrimiento. Fue después de una discusión familiar que se enteró de que el hombre que él creía que era su padre, no lo era.
«Tuve una serie de riñas con mi madrastra y mi padrastro y, luego, mi padrastro me dijo que no era mi padre biológico», recuerda Jerry, en conversación con la BBC. «Por un lado pensé ‘ahora entiendo porqué estaban tan en contra mía’, pero también fue como si me dieran otro golpe». «Primero se muere tu mamá y luego tu papá te dice que él no es tu padre», añade.
Desde ese momento, se puso en la tarea de intentar hallar a su verdadero padre. Primero descubrió que su madre había tenido una aventura amorosa en el trabajo. Las pistas lo llevaron al director de la compañía, Alfred Winkler, un acaudalado hombre de negocios que había muerto sin dejar herederos.
De la noche a la mañana. «Uno de mis nombres es Alfred y nunca supimos porqué mi mamá me lo puso, así que el dato era prometedor», cuenta Jerry.
Acto seguido, encontró un artículo en un periódico de 2006 sobre el hombre que podría ser su padre, así que contacto al periodista que lo había escrito. «Acordamos encontrarnos y apenas llegué él vio que yo me parecía mucho a la persona que había entrevistado en ese entonces».
Alfred Winkler le había dejado su fortuna a una fundación, cuyos abogados, tras oír la historia de Jerry, lo tomaron en serio.
Jerry entonces se hizo una prueba de ADN. Los resultados mostraron una certeza del 99,999% de que era hijo de Alfred Winkler. «Nunca voy a olvidar ese momento. El abogado me llamó y cuando me comunicó el resultado empecé a llorar, me sentí furioso, loco, todo al mismo tiempo».
Para Jerry, más que el dinero, lo que le emocionó fue finalmente saber quién era su padre: «todos queremos saber de dónde venimos. Aunque desafortunadamente mi papá ya estaba muerto, puedo comparar su historia con la mía y ver qué tan parecidos somos».
La noticia transformó su vida. «Un giro de 180º… un día estoy durmiendo en las calles y pocos días después me acostaba en un apartamento justo en el centro de Amsterdam, tenía dinero en el banco… pude volver a vivir!».
De acuerdo con la ley holandesa, a Jerry no le correspondía nada de lo que su padre había dejado, «pero decidieron que por razones morales debían darme un porcentaje… y es -para mí- mucho dinero».
«¿Qué voy a hacer con él? Voy a apostarlo todo en la ruleta… (se ríe) ¡Mentira, es un chiste! Lo que hice fue crear una fundación para jóvenes sin hogar y que no tienen los medios para hacer algo de su vida».
«Una casa linda, me saqué el pase de conducir, a veces me voy de vacaciones… y mi nevera está llena de comida», dice Jerry. «A veces, cuando me despierto por la mañana en mi propia cama, al lado de mi novia, y me tengo que pellizcar para ver si estoy despierto. Uno no sabe si es real o un cuento de hadas», concluye.