Por Amalia Dellamea
Investigadores de la Facultad de Farmacia y Bioquímica (FFyB) de la Universidad de Buenos Aires estudian las distintas variantes genéticas del virus de la hepatitis en la Argentina. Mejor dicho, de “los virus” de la hepatitis, en tanto que estos microorganismos patógenos han constituido una familia muy prolífica en el mundo.
Focalizan sus investigaciones en los virus de la hepatitis B y C, dado que las infecciones se hacen crónicas y, en el largo plazo, representan gravísimos problemas de salud pública.
Conocer el “mapa” de los distintos genotipos y subgenotipos, así como sus localizaciones y desplazamientos en el territorio argentino, resulta de utilidad para prevenir las infecciones, prever el curso que desarrollará la enfermedad, seleccionar los tratamientos más apropiados, como también para el futuro desarrollo de antivirales y vacunas.
De hecho, los investigadores, junto con otros científicos también de la FFyB , ya desarrollaron y patentaron un antiviral que podía resultar promisorio ya que demostró in vitro eficacia para combatir al virus de la diarrea bovina, que es un “pariente” del virus de la hepatitis C.
La primera parte de este informe estará destinado al virus de la hepatitis B (VHB) y la segunda, al virus de la hepatitis C (VHC).
La hoja de ruta del virus de la Hepatitis B
Por Amalia Beatriz Dellamea *, Centro de Divulgación Científica, Facultad de Farmacia y Bioquímica (UBA).
Como si de un GPS (Global Positioning System) se tratara, los virólogos argentinos rastrean los distintos genotipos de los virus de la hepatitis B y C y sus diversos subtipos, por cierto numerosos, y pueden trazar un mapa cada vez más acabado de la localización de cada una de estas variantes en el territorio argentino y sus “desplazamientos”. Pero, a diferencia del GPS, que recurre a datos proporcionados por 24 satélites que orbitan a más de 20.000 km de altura, los investigadores echan mano a una variada gama de recursos epidemiológicos, genéticos, virológicos, bioquímicos y clínicos.
La Argentina ha sido definida como “un crisol” que ha entrecruzado durante su historia constitutiva poblaciones originarias con otras venidas de “allende los mares”: los conquistadores españoles que arribaron desde el Siglo XVI y, durante el período colonial, el traslado forzado de las poblaciones africanas esclavizadas. Más adelante, con las sucesivas corrientes migratorias europeas llegadas con la esperanza de “hacerse la América ” desde 1880 a 1950; luego la migración de poblaciones procedentes de países limítrofes, en busca de mejores destinos, desde la década de 1960; y, finalmente, en las décadas de 1980 y 1990, la llegada paulatina de pobladores originarios de países asiáticos. Esto, naturalmente, se verá reflejado en la “hoja de ruta” de los virus que los acompañaron.
La historia natural de los virus. “No estamos solos”
Los humanos no deambulan por el mundo en soledad, en sus equipajes se camufla una variopinta cantidad de “polizones”: diversos microorganismos, de los “buenos” y de los “malos”, entre ellos, los virus. Así es como el efecto “crisol” demográfico va a dar como resultado, también, un crisol “virósico”.
En esta nota de divulgación la atención estará centrada en las investigaciones sobre la diversidad genética del virus de la hepatitis B (VHB) en la Argentina , realizada por los miembros de la Cátedra de Virología de la Facultad de Farmacia y Bioquímica (UBA). Se estima que en el mundo unos 400 millones de personas padecen la forma crónica de la hepatitis B. Los datos epidemiológicos señalan que estos pacientes están en riesgo de desarrollar cirrosis y hepatocarcinomas, y que, anualmente, cerca de un millón de personan mueren debido a diferentes fallas hepáticas generadas por este tipo de virus.
La segunda parte de este informe abordará la problemática del virus de la hepatitis C en la Argentina.
Parecidos pero diferentes
Aun perteneciendo a la misma “familia”, los virus de la hepatitis B exhiben unas características genéticas bien diferenciales, así fueron descriptos ocho genotipos: A, B, C, D, E, F, G y H.
“Los genotipos más ´cosmopolitas´ son los A y D, que prevalecen en Europa, Àfrica y América del Norte, y también en países mediterráneos y del cercano y el lejano Oriente. Los genotipos B y C se localizan preferentemente en países del Sudeste y el Este asiático; y el genotipo E, en el Oeste de África. Los genotipos F y H están circunscriptos a América Central y del Sur, y a América del Norte y Central, respectivamente”, describen los investigadores de Farmacia y Bioquímica en un artículo publicado en el Journal of Clinical Virology.
Para incrementar, todavía un poco más, la complejidad en el armado de este rompecabezas viral ya fueron descriptos numerosos subgrupos para cada uno de los genotipos del VHB. En el artículo referido, los científicos de la Cátedra de Virología señalan que el genotipo A fue subdividido en 3 subgenotipos; el B, en 6; el C, en 5; el D, en 5; y el F, en 4.
Los resultados
Los datos obtenidos por los investigadores de la Cátedra de Virología muestran que en las regiones noroeste y nordeste de la Argentina prevalece, hasta en un 90 % de los casos, el genotipo F, que fue descripto como originario de las comunidades amerindias de América Central y del Sur. Esta prevalencia se debe a que la mayoría de los individuos nativos de estas regiones registran ancestros originarios. Los resultados fueron publicados en Journal of Clinical Virology y en Archives of Virology, entre otras publicaciones científicas internacionales.
En cambio, en la región metropolitana es más frecuente encontrar los genotipos A2 y D, que son mayoritariamente originarios de Europa. El genotipo F, en esta región, solo representa un 30 %. Los investigadores también hallaron el subtipo A1, cuya aparición puede deberse a las poblaciones originarias de África traídas durante el período colonial.
Los porcentajes bajos de aparición de los subgenotipos B y C, que son de origen asiático, se deben a que la introducción del virus es muchísimo más reciente, con la llegada de comunidades procedentes de ese continente, en las décadas de 1980 y 1990.
Esto refleja a las claras el impacto que han tenido las diversas corrientes migratorias en los diferentes estadíos de la historia demográfica de la Argentina , señala el doctor Rodolfo Campos, profesor titular de Virología de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA.
Trazar un mapa de la diversidad genética del virus de la hepatitis B (VHB) y que, por ser formas que se hacen crónicas dan origen, a la larga y con significativa frecuencia, a cirrosis y cánceres hepáticos, resulta de utilidad para distintos fines.
Por un lado, son datos imprescindibles para la prevención de las infecciones y la prognosis de la enfermedad, es decir la previsión de cómo evolucionará la infección y hasta cómo se estima que responderá cada paciente.
Por otro lado, en el campo de la atención de la salud, permiten seleccionar las estrategias terapéuticas más adecuadas para cada una de las variantes del padecimiento; y en el campo académico-investigativo, para diseñar y desarrollar antivirales que intenten contrarrestar los embates de la enfermedad. Así también, para el mejoramiento de las vacunas ya existentes, para los tipos A y B del virus, y el desarrollo de nuevas.
Cómo trabajan
Los virólogos de la UBA trabajaron con muestras de sangre de pacientes con hepatitis B crónica procedentes de la región metropolitana, Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Provincia de Buenos Aires; de la región noroeste, de las provincias de Salta y Jujuy; y de la región nordeste, de las provincias de Chaco y Formosa.
En el curso de las líneas de investigación, que desarrollan desde 1997, utilizaron un conjunto amplio de métodos consistentes en la extracción, la amplificación y la secuenciación de ADN a partir de las muestras de sangre.
“El objetivo es analizar la evolución del virus durante la infección crónica en los pacientes, para encontrar las regiones polimórficas de los genomas”, explica el doctor Rodolfo Campos, profesor titular de la Cátedra de Virología el investigador principal del CONICET.
Los genomas están constituidos por secuencias de nucleótidos. La mayoría de las posiciones que ocupan los nucleótidos en la secuencia son iguales. Pero, en algunos casos, tales posiciones varían, esto constituye una mutación y sugiere, en consecuencia, que el virus evolucionó.
“Cuando estas regiones variables son localizadas, intentamos en modelos in vitro (en este caso, mediante líneas celulares) establecer la relación entre las mutaciones observadas y el comportamiento biológico de estos virus mutantes”, explica Campos.
Los métodos que usan
– Tests de laboratorio y evaluación de las biopsias de hígado.
– Análisis de genotipos.
– Amplificación y secuenciación.
– Análisis filogenéticos.
– Análisis estadísticos.
El VHB: una “criatura” peligrosa
El virus de la hepatitis B es 100 veces más infeccioso que, incluso, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Además puede sobrevivir fuera del organismo durante 7 días.
A su vez, el genoma del VHB presenta una tasa de mutación 100 veces mayor que otros virus ADN, la gran familia a la que pertenece. Dentro de esta, forma parte de los hepadnavirus.
Como consecuencia de esta variabilidad genética, el virus circula como una mezcla complejísima de variantes. Y evoluciona, es decir se modifica, durante el transcurso de la infección según la presión evolutiva que ejerzan sobre él factores como la respuesta inmune que desarrolle el paciente en el intento de librarse de su presencia. También se modifica frente a los tratamientos antivirales, como estrategia para seguir sobreviviendo, y hasta llega a hacerse resistente a las drogas disponibles.
* Amalia B. Dellamea es comunicadora social, especializada en Periodismo y en Divulgación Científica y Tecnológica, área profesional en la que ejerce ininterrumpidamente desde hace 25 años. Es Magister en Educación Social y Animación Sociocultural con orientación en Educación para la Salud.