Japón suspendió temporalmente el programa anual de caza de ballenas en la Antártida, y aseguró que la medida se tomó debido a las acciones de protestas del grupo ecologista Sea Shepherd Japan, un argumento que no conformó a otras organizaciones de ecologistas que aseguran que las razones de la interrupción son meramente comerciales.
El vocero del gobierno japonés, Yukio Edano, informó que como la flota pesquera, que faenaba en aguas de Chile, está siendo continuamente acosada, se suspendió la pesca de ballenas.
Edano señaló que el barco «Nisshin Maru», que pescaba en esa zona suspendió su actividad el 10 de febrero y el Ministerio de Pesca analiza cuándo se podrá reanudar la labor, consignó la agencia de noticias DPA.
Para Greenpeace, según publicó hoy el diario madrileño El País, el Nisshin Maru «retornará» a Japón, pero la razón de la suspensión «no es el acoso de los activistas», sino que la campaña de la flota ballenera nipona ya no es rentable.
Un vocero de la organización dijo a ese diario que «como no hay demanda de carne de ballena en Japón, se está perdiendo el sentido de seguir cazando esos mamíferos», por lo que «esperamos que ésta sea la última campaña».
Japón lleva a cabo anualmente, entre los meses de diciembre y marzo, una caza de cetáceos en la Antártida con supuestos fines científicos que, según los grupos ecologistas, esconde motivos puramente comerciales.
La asociación ecologista Sea Shepherd partió hacia la zona del polo sur hace unos meses para impedir que la flota pesquera japonesa cazara ballenas y se produjeron violentos enfrentamientos en alta mar con marinos japoneses.
Las capturas de la flota japonesa, que anualmente alcanza los mil cetáceos, bajaron en la pasada campaña a solamente 507 ballenas, lo que la Agencia de Pesca nipona atribuyó a las actividades de «obstrucción» de Sea Shepherd.
Esta organización señaló hoy, desde Sidney, que este año la campaña fue más exitosa contra los balleneros japoneses en la Antártida porque sólo lograron capturar entre 30 y 100 cetáceos.
Sea Shepherd lleva tres años luchando contra la flota nipona en la Antártida con acciones como bloquear el timón de los barcos o lanzar ácidos corrosivos a su cubierta, protestas que el Gobierno japonés ha criticado con dureza.
El pasado 26 de enero lograron interceptar al Nisshin Maru, de más de 8.000 toneladas y el lunes pasado, el denominado Grupo de Buenos Aires, integrado por Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, México, Panamá, Perú y Uruguay, exhortó a Japón a poner fin a la «caza científica» de ballenas.
Japón abandonó la caza de ballenas en 1986 por la moratoria impuesta a nivel internacional, pero la retomó en 1987 alegando motivos científicos, entre las críticas de numerosas asociaciones y países.