De todo lo que he recordado estos días hay una imagen que no me puedo sacar de la cabeza: Sos vos detrás de un vidrio llevando tu mano al corazón y saludándome con los dos dos dedos en V. Hacía minutos que había terminado tu disertación en la Universidad Nacional de San Juan. Te escuche hablar durante 30 minutos, y como iba a ser imposible saludarte por la cantidad de gente que había a tu alrededor, salí caminando a buscar mi auto que estaba a unas cuadras mientras pensaba en todo lo que habías dicho…y de pronto vi que una caravana de vehículos salía del predio universitario y me quedé parado en una esquina. Te vi detrás del vidrio, como siempre, hablando con quienes te acompañaban pero mirando hacia afuera para ver a la gente y para que la gente te vea….y yo te vi…y te levanté la mano y te grite: FUERZA COMPAÑERO!!!!…y te llevaste la mano al corazón y levantaste la mano con los dedos en V….y yo pensé, como tantas otras veces había pensado: este tipo es un Peronista de corazón.
Estos días también me acorde de aquel fin de semana cuando en la campaña del 2003 te trajimos para un acto en Río Cuarto y cuando entraste al Hotel nos abrazamos y yo te dije «Bienvenido Presidente»…y vos, con tu sonrisa de siempre me dijiste: «Dios te oiga»…y yo te dije: «El Pueblo te oiga a vos».
Y te quedaste a dormir en Río Cuarto y a la noche cenamos junto a un pequeño grupo de compañeros, y al otro día la lluvia te impidió viajar y te quedaste y almorzaste con nosotros…Y me acordé de lo que me contaste que querías hacer con el País…Y me acordé que te creí.
Y hoy mas que nunca sé que lo que me dijiste que ibas a hacer, lo hiciste.
Y hoy lo sé mas que nunca porque fui a despedirte como vos lo merecías.
Y mientras estaba cerca tuyo, al lado tuyo, contemplando como el Pueblo pasaba a saludarte por última vez, me emocioné hasta las lagrimas cuando escuche a miles de jóvenes agradecerte que los hayas hecho enamorar de la lucha….que los hayas hecho creer en la política….que los hayas convencido que las utopías son posibles….que les hayas dado ganas de participar porque ahora saben que es posible dejarle a las generaciones futuras un País mejor que el que recibieron.
Por eso, querido Nestor, porque hiciste lo que dijiste que ibas a hacer, hago mías las palabras de aquel anónimo compañero que en la madrugada del Viernes se paró frente a vos cuando yo estaba a tu lado, y que me hizo llorar:
«NESTOR….VALIÓ LA PENA «