En el 2004 hizo la presentación ante el INADI. Aunque su caso alcanzó notoriedad nacional nada cambió. Hoy sufre la indiferencia y el agravamiento de su enfermedad. Sin embargo, confía en que habrá Justicia.
Juan Carlos Irusta denunció en el 2004 haber sido pasado a retiro de la Policía riocuartense en 1996, por su condición de obseso. Ante los medios de comunicación y el Instituto Nacional contra la Discriminación realizó numerosos planteos por un acto de segregación que afectó su carrera en la fuerza.
Seis años después de la presentación ante el INADI su problemática se agravó a partir de una profundización de la patología de obesidad y la imposibilidad de poder trabajar.
En diálogo con Telediario, Irusta dijo que comenzará a recibir un subsidio de 300 pesos por parte del municipio que destinará a la compra de alimentos de la dieta.
«La asistencia psicológica me la brinda personal de la Departamental. En estos últimos meses se han puesto a mi disposición y me ayudan un poco. Necesito hablar y descargarme de lo que guardo en el alma», manifestó.
Irusta dijo que «no tengo nada contra la institución que amo».
» Por suerte conservo la movilidad pero si sigo engordando no voy a poder caminar», admitió.
Afirmó que se acostumbró a sobrellevar las consecuencias de la obesidad a la que consideró «una máquina de impedir».
Consideró que «un capricho» de un jefe policial lo obligó a apartarse de la fuerza «por el aspecto físico».
«Tengo fe de que se va a hacer Justicia. Se brindaron todos los testimonios y ya se han presentado las pruebas. En estos últimos 15 años no he tenido paz porque no entiendo lo que se hizo con mi persona», resaltó.
Postrado en su casa dijo que tiene miedo de no poder ayudar a sus hijos «ni disfrutar los momentos más lindos de la vida».
«De acuerdo a la mutual nuestro tenemos las operaciones de by pass grástico en forma gratuito pero no cubre internaciones. No hay lugar donde se interne al gordo que necesita un tratamiento», aseveró.