Por algún motivo tan enigmático como indebido, el concepto de democracia se está relacionando a la pérdida de valores…….
La consolidación del “yo hago lo que quiero” y el desorden; nos muestra que esta situación produce una deformación de la democracia, ya que ella es el resultado de un desarrollo en libertad, creatividad y sana competitividad. Y esto es lo que nos está mostrando un grupo minoritario de adolescentes-alumnos, con la toma abrupta de los colegios en la Ciudad Autónoma de Bs. As y tambien en menor escala en Cordoba.. Esto además trae como consecuencia la pérdida del resto del alumnado de poder ejercitar el derecho de recibir educación y de los docentes de ejercer sus tareas laborales. Son espectadores “activamente pasivos” del desorden, del que quizás no estén totalmente de acuerdo. Lo que se está cuestionando es la metodología hegemónica por este grupo de adolescentes, que intentan comenzar a introducirse en los espacios políticos de la manera menos democrática para hacer política-política. No debería ser así, pero todos los que participan de la enseñanza pública (docentes, estudiantes y padres) han decidido que es mejor para ellos un bajo nivel de exigencia, una renuncia a la movilidad social ascendente por las virtudes propias. En el caso de la educación, es evidente que hay una enseñanza privada que funciona mejor que la enseñanza pública. Parece que parte de la sociedad adolescente ha omitido la palabra convivencia y disciplina, y se ha colocado en una posición desafiante hacia el concepto de autoridad. Es difícil saber porqué en esta sociedad la palabra “disciplina” es tan negativa. Los agitadores políticos, a quienes les importa bien poco si esos estudiantes conseguirán insertarse exitosamente en el mundo laboral el día de mañana, han decidido que “disciplina” es una mala palabra, y que los estudiantes no van a los colegios a aprender sino a realizar otras actividades que nadie sabe bien cuáles son. Lo omite o no lo registra. Es característica de esta etapa del desarrollo bio-psico-social, las conductas disruptivas oposicionistas hacia el orden establecido, que se expresaban, casi siempre, más en los espacios privados familiares. Pero estas actitudes hoy día hacen que la educación esté frustrando a varios jóvenes, en los cuales estos activistas han extendido su acción perjudicando a miles de hogares que no tienen ninguna preferencia política. ¿Por qué digo esto? Porque la pérdida de parte del ciclo lectivo supone una menor capacidad de competitividad futura, al no tener a su disposición conocimientos que no se incorporan y porque todo lo que hoy día sucede tendrá profundas secuelas en el funcionamiento futuro de esos centros que, en el pasado, fueron de enseñanza. Y los estudiantes concurren a formarse, con la idea de llegar a superar a quienes les precedieron y pagaron su enseñanza. Pero aquí se está consintiendo que los estudiantes deleiten de una autoridad para la que no están aptos y de la que carecen. En parte también porque son ignorantes (por eso son estudiantes, porque tienen que aprender todavía), y en parte porque son menores de edad (dependen de padres o tutores). Lo que está ocurriendo no podrá olvidarse ni ignorarse, y las consecuencias no pueden medirse hoy con facilidad; lo que sí podemos asegurar son secuelas serias en los manejos de la relación padres-docentes-alumnos. Entonces la sociedad argentina tiene que comenzar a plantearse cuáles serán sus valores, cuáles son sus objetivos y sus ambiciones colectivas, porque en todas estas acciones se está provocando una profunda degradación ante una desatención extraordinaria en todos los responsables del “sistema educativo”.
LIC. ELENA FARAH