El Congreso del grupo Crea en Córdoba, fue una magnífica discusión sobre la construcción de la Nación en Argentina.
Siete años de crecimiento y excelentes perspectivas han redireccionado el debate. La sociedad se ha vuelto sobre sí misma y evalúa las tareas por hacer. Veamos:
En primer lugar hay futuro promisorio para las exportaciones y nuestra economía. Nacen 200.000 personas cada día muchas de ellas en China e india y hay que alimentarlas. Las mascotas en Europa requieren tres veces la producción cerealera Argentina, y de cinco factores claves tierra, agua, conocimiento, organización e instituciones, Argentina está entre los 5 primeros del mundo en los tres primeros. Al país le falta organización y respetar las reglas. Nada que no se pueda lograr con educación y trabajo cotidiano a nivel de cada uno de nosotros.
Segundo mucho crecimiento y buenas perspectivas junto a una gran desigualdad ha hecho explotar los valores. Hay un reclamo de cooperación, de unión, de tirar juntos. Sindicalistas y representantes trabajadores reclaman del empresariado un liderazgo social y educativo que vaya más allá de la simple organización económica de la producción. Hay un reclamo por la conformación de una verdadera burguesía que organice, lidere, estructure, incluya y supere la división insoportable en una sociedad que mantiene al 40 % de su población en condiciones intolerables. Hay una especie de reconocimiento de que podemos tener riqueza y ser pobres simultaneamente. Que se añora la falta de cohesión, de apoyo mutuo, de creatividad, de esplendor interactivo propio de sociedades con clases medias cada vez más grandes y ensanchadas.
Tercero los empresarios empiezan a escuchar el reclamo sobre ellos. Se reunen, analizan y reconocen que no son un grupo homogeneo. Los representantes del campo reclaman a los industriales que no miren para otro lado cuando el Gobierno le saca al campo para dar prebendas a la industria. Reprochan que no se unan a sus acciones simplemente para conservar subsidios y favores. Se reclama trabajo arduo y no la caridad política que compromente. Los industriales por su parte, empiezan a reconocer que por demasiado tiempo han ajustado sus acciones a las reglas de juego impuestas por los gobiernos de turno aún cuando ello implicara desobedecer la ley.
Cuarto, hay reconocimiento de que se debe dejar de crispar a la sociedad con conflictos evitables. En todo caso, lo más importante parece ser que luego de tanto crecimiento a tasas chinas y tanta desigualdad social y desunión del capital nacional que no consigue hacer lo que debe en su papel de una burguesía transformadora y progresista, la sociedad civil parece empezar a renovarse a sí misma. A reconocer que las nuevas generaciones jóvenes tienen mayor tolerancia a las diferencias, que no se mezclan con absolutos epistemológicos que conducen a ninguna parte. Se reclama trabajo conjunto y grandeza nacional para liberarnos del individualismo egoista, el materialismo ciego, la reaparición del reconocimiento del otro, y la lucha esperanzada por una sociedad guiada por valores humanos demasiado olvidados hasta hoy. El cambio en los niveles productivos por muchos años y las perspectivas económicas favorables curiosamente traen junto a sí la preocupación por lo espiritual, social y si se quiere una filosofía de ser una nación antes que una mera yuxtaposición de individuos que no se reconocen entre sí aun estando juntos. Claramente Argentina está en un nuevo amanecer.
Dr Roberto Tafani