PRENSA UNRC – Los licenciados Paula Maciel y Martín Balbinder, del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (Canadá), presentaron una investigación sobre las potencialidades del teletrabajo como oportunidad de inclusión para las personas con discapacidad. También contaron su propia experiencia como teletrabajadores con discapacidad, en el marco de su participación en las VII Jornadas de Bioética realizadas en el campus universitario.
Paula Maciel y Martín Balbinder formaron parte de un grupo de investigación interdisciplinario, integrado por profesionales de nueve países de la región (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, México, Perú, República Dominicana y Uruguay) que estudiaron las posibilidades de inserción que promueve esta modalidad (teletrabajo) para las personas con discapacidad. La investigación se denominó Telecapacitados.
Según la licenciada Paula Maciel, ellos a través de diferentes plataformas virtuales que les permitió ponerse en contacto y llevar adelante la tarea, hicieron primero una investigación sobre los exportadores y compradores de teleservicios y a partir de allí comenzaron con una segunda investigación para “analizar la situación de los teletrabajadores con discapacidad a los fines de conocer los diferentes actores que podrían contribuir a que esta modalidad le sirviera a la persona con discapacidad como herramienta de inclusión. Por ejemplo, ver quiénes los contrataban, las leyes vigentes, el sector público (ministerios y organismos gubernamentales y el sector privado, las consultoras de recursos humanos, los sindicatos, las ONGs, etc”.
Prejuicios y miedos
La llegada masiva de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) ha abierto grandes oportunidades para personas con discapacidades, tales como la creación de redes solidarias, la búsqueda de empleo y el logro de una vida independiente. Sin embargo, muchas personas discapacitadas enfrentan múltiples barreras para acceder a un empleo digno.
“Mientras que en algunas hay interés y ciertos miedos de incorporar a una persona discapacitada, en muchas otras nunca se habían planteado la posibilidad de tener un teletrabajador discapacitado; también nos encontramos con muchos prejuicios, con esa idea de que las personas con discapacidad teletrabajen es malo porque se quedan en sus casas y quedarse en la casa es malo, cuando lo que nosotros consideramos que es malo la falta de inclusión social y de dignidad”, remarcó Paula Maciel.
Es evidente que el teletrabajo es una buena opción para muchas personas, pero para las personas con discapacidad es aún mejor opción, sobre todo para aquellas con movilidad reducida o discapacidad visual severa que no pueden desplazarse hasta el lugar de trabajo. En este sentido, Maciel explicó que el teletrabajo es una forma más flexible de organización del empleo que consiste en el desempeño de la actividad profesional sin la presencia física del trabajador dentro de la oficina.
Trabajo sin barreras
Hoy en día esto parece muy sencillo, ya que en la mayoría de los hogares se dispone de Internet y con eso bastaría, el problema es que es una modalidad de trabajo poco extendida en nuestro país y que es difícil encontrar mayores adeptos en el sector empresarial de Argentina, ya que para llegar a una plena integración laboral de las personas con discapacidad «es necesario que los puestos de trabajo estén adaptados a las necesidades especiales de cada tipo de discapacidad, lo cual demanda inversiones que el sector privado no quiere asumir” indicó Martín Balbinder.
Maciel y Balbinder coincidieron en que el concepto de teletrabajo en una sociedad variada y conservadora como la nuestra es difícil, porque según los investigadores es cambiar una serie de hábitos y costumbres que forman parte del esquema en el cual han sido formados, entre los cuales se puede considerar el personal que está permanentemente en contacto visual y comunicación personal, entre otros; por un lado, tenemos al jefe que con los conceptos aprendidos de control y supervisión de las labores para realizar la correspondiente medición de la productividad y, por otro lado, el del trabajador acostumbrado a que se mida su labor por horas trabajadas y no por resultados, a estar siempre bajo la atenta mirada de los jefes.