«Los que queremos que gane la gente y pierda Cristina el 22 Vota (nombre de uno de los candidatos con chances). Pasalo». El SMS llegó entre la niebla del desconcierto de la tarde del sábado que pasó, del que se presume será el fin de semana más largo de la historia del país…
«Los que queremos que gane la gente y pierda Cristina el 22 Vota (nombre de uno de los candidatos con chances). Pasalo». El SMS llegó entre la niebla del desconcierto de la tarde del sábado que pasó, del que se presume será el fin de semana más largo de la historia del país. ¿Algún mal dormido creerá que se puede aprovechar una crisis de proporciones inconmesurables para sacar votos para una elección que decididamente ya quedó perdida en el desconcierto nacional que nos tiene como uno de sus focos más críticos?
Ni la judicialización del contrato de la empresa que se encargarà de la elección, ni las clàsicas denuncias y contradenuncias de clientelismo de campaña, ni los sorprendentes números de la obra del Paseo Constitución, ni la intensa propaganda mediática lograron hacer que los riocuartenses concentren su atención en la elecciòn del 22 de junio.
Es que el grito del campo lo tapa todo y cuando parecía que la fuerzas comenzaban a flaquear tras 90 dìas de vociferar sin ser escuchados, la patética apelación a la ley, de un gobierno que no la usó nunca ni para propios ni para extraños, volvió a juntar todos los enemigos contra el alambre.
Y ahora si que no hay dudas. A menos de una semana de la elección el campo se metiò de lleno en las urnas. De nada habrá servido la bienintencionada decisión de los convencionales municipales para que las elecciones locales no sean arrastradas por las provinciales ó nacionales. La agobiante tozudez de un gobierno que quiere ganar aunque la guerra lo deje sin nada de capital polìtico ha envuelto al paìs en un enorme huracán que se lleva puesto todo. Incluso la elección de Rìo Cuarto.
Los medios de comunicación de Buenos Aires ya reservaron hotel para estar el próximo domingo al lado de las mesas de la elección. Quieren saber cómo la pampa gringa traducirá en votos semejante grado de calentura.
Los candidatos con más chances caminan por las brasas tratando de no quemarse pero saben que eso es imposible.
Luis Sánchez admite en la intimidad que no alcanza con ocultar el logo del Frente para la Victoria para que la gente no lo identifique con el primer kirchnerismo que hizo pie en la ciudad. Menos aún, siendo funcionario de una repartición nacional. Algunos de su entorno piensan que la única solución para evitar el azote del electorado es postergar sin fecha la elección.
Juan Jure tampoco descansa tranquilo sobre la aparente diferencia que le dan las encuestas. El es la continuidad de un gobierno que durante cuatro años se mostró seducido por los cantos de sirena del matrimonio patagónico, que le prometió mucho y le entregó casi nada.
La lógica indicaría que el electorado podrìa castigar por igual a las dos opciones mayoritarias.
Pero, adónde va a parar semejante descontento. ¿A Scoppa que se mostró como el más comprometido con la demanda ruralista pero que como ùnica propuesta invita a dejar tranquilo al campo?. ¿A Novo que pide solución legal para el conflicto?. ¿A Mendez que es asesor de la esposa de Eduardo Acastello, el único Intendente cordobes que cortó lanzas por el gobierno nacional en los albores de este gran rollo?. ¿O a la izquierda que sólo apoya a los pequeños productores agropecuarios, una minoría insignificante en la concentrada producción regional?
Todos temen por lo peor. Que los electores no vayan a votar o que opten por el voto en blanco para sacarse la espina de esta crispación que tienen todos -con o sin campo- por estas latitudes.
La campaña estará en el freezer hasta el miércoles. Sólo el debate televisivo y las últimas 24 horas de presencia callejera antes de la veda quedan como alternativa para convencer a los riocuartenses que adentro de las urnas debe haber algo más que bronca campestre.