Es difícil poner límites

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Es frecuente motivo de consulta al pediatra el cómo  y el cuándo de los límites en los niños.
Muchos padres no saben cómo hacer que sus niños obedezcan, y se da el caso de niños de pocos meses cuyas madres manifiestan cosas como “ tiene mucho carácter, y hace lo que él quiere”.

Es bueno saber que los límites son parte de una buena crianza y educación de los niños desde el momento que nacen. Si la puesta de límites se inicia desde el nacimiento, probablemente sea más fácil manejar la conducta de los niños de 2 a 3 años, que es cuando llega la edad de los “berrinches”, y también durante el resto de su infancia.
Quizás Uds se pregunten en qué consiste indicar límites a niños que no pueden entender lo que se les dice: consisten en fijar rutinas para comer, para dormir, para el baño. Consiste en que el niño desde muy pequeño reconozca hábitos  que se repiten todos los días, sepa cuál es el sitio para dormir, cuál lo es para comer,  a qué hora y dónde se puede jugar y estar despierto, y a qué hora debe quedarse en su cunita y dormir.
Los límites deben administrarse en forma paulatina. Cuando el niño va creciendo, debe comprender el significado de la palabra NO, y esta palabra debe dosificarse; debe permitirse al bebé explorar, tocar, chupar, jugar con cacerolas, cucharas, envases plásticos, trapos, y es la base para decirle que no frente al uso de objetos que podrían lastimarlo o que preferimos preservarlos lejos de su alcance.
Existe una tendencia a dar órdenes permanentemente a los niños pequeños: no toques, quedate quieto, no abras, no subas, no te muevas de ahí, no te ensucies, etc etc. El niño probablemente deje de prestar atención al tercer NO que recibe. Entre los 1 y 2 años esta palabra debería reservarse para evitar peligros, y tener la suficiente fuerza para que el niño la respete: es decir, debe decirse NO cuando verdaderamente es importante, y asi lo debe entender el niño.
Más adelante el niño comprende razonamientos, y se debe explicar los motivos de las órdenes, cuidando que la explicación se de en momentos en que el niño esté dispuesto a escucharla, y no en medio de una disputa o una reprimenda.
Los chicos tienen que conocer lo que está permitido y lo que no; los límites contribuyen a su maduración psicológica. Hay que ponerlos con firmeza y ternura, ejerciendo autoridad: decir no y sostenerlo. Esto se debe hacer desde la jerarquía de padres, y no tratar de que los padres sean amigos de sus hijos, por más que la relación sea muy cercana y afectuosa.
Existen básicamente dos modelos de crianza: autoritario o permisivo, con gradaciones intermedias.Pero la disciplina en la crianza de los niños no puede aislarse de la afectividad. Las prácticas educativas de los padres se basan fundamentalmente en estos dos pilares.
Para aclarar estos conceptos podriamos dar algunos ejemplos: Un padre estricto en exigir el cumplimiento de normas de estudio, orden y aseo, pero muy afectuoso, probablemente logre buenas pautas de crianza.
Padres muy permisivos y cariñosos suelen tener hijos con baja tolerancia a las frustraciones y poco control de sus impulsos.
Padres exigentes y autoritarios, pero fríos e indiferentes a las necesidades del niño probablemente generen en el niño miedo, inseguridad y una baja autoestima.
Por otra parte, una elevada permisividad, educación sin normas y falta de amor en las relaciones familiares  favorecen la agresividad de los niños, y una sensación de abandono por parte de estos últimos.
Cada familia adoptará el estilo de disciplina que se adapta mejor a su historia y a sus creencias, y también al temperamento de los niños: los niños “fáciles”, es decir, tranquilos y dóciles, probablemente no requieren autoritarismo; los niños más difíciles, es decir, con carácter, inquietos y revoltosos, quizas se beneficien con normas y límites un poco más estrictos.
Cualquiera sea el estilo que se adopte, autoritario o permisivo, este debe ir acompañado de afecto, y el afecto debe ser explícito: el niño debe saber desde siempre que lo quieren y que lo respetan.
También es importante que los padres sean consistentes, es decir que sus órdenes y reacciones sean parejas y estables, y evitar conductas (en los padres) caprichosas y fluctuantes, que llenan al niño de inseguridad pues no entiende bien qué se pretende de él o ella.

Sugerencias mínimas:
• Trate a sus hijos con respeto.
• Hable continuamente con ellos y evite regaños, gritos y golpes.
• Si su hijo se porta mal en público, discuta con él el asunto en casa y evite humillarlo en privado o frente a los demás.
• Sea congruente y justo. No sea permisivo en un momento y estricto en otro.
• Asegúrese de que todos sigan las reglas incluido usted.
• Los criterios educativos deben ser fijados por ambos padres, y respetados por el resto de la familia
• Aliente a su hijo para que desarrolle la confianza en sí mismo y evite las críticas mordaces o irónicas.
• Mejor dialogue con él y no lo compare con sus hermanos o con otros niños.
• Abrácelo y no tema decirle que lo quiere.
• Disfruten actividades juntos.
• El amor debe demostrarse pero no puede hacerse de lado la formación y la disciplina.

Dra Ingrid Waisman
Médica Pediatra. MP6508 Mesp 2749

Para saber más:
• https://www.deutscheschulevaldivia.com/documentos/Estilos_de_Crianza.pps
• https://www.grupoacontecer.com/politico/columna.php?neto=1998
• Tratado de Pediatría. Meneghello, 4ª Edición

 

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